Publicado en COR-Chile TRCI
"Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres" [Rosa Luxemburgo]
El 8 M conmemoramos el día internacional de la mujer trabajadora, fecha instaurada a partir de una gesta obrera de fines del siglo XIX en el corazón de EEUU que puso a las mujer trabajadora en primera fila contra la desigualdad salarial, por la disminución de la jornada de trabajo, el acoso y vejación de patrones y las condiciones laborales paupérrimas. Esa gran lucha fue respondida con el incendio de una fábrica textil donde murieron más de 120 trabajadoras, encerradas con llave por sus patrones para ser consumidas por las llamas, en un acto más de brutalidad de la esclavitud asalariada. Aunque el 8M fue fijado por el inicio de la Revolución Rusa en Febrero (8 de marzo según nuevo calendario) donde el impulso de la conquista del primer Estado Obrero fue dado por las mujeres trabajadoras rusas derrocando al zar.
Cientos de luchas revolucionarias protagonizadas por la clase obrera y el pueblo, teniendo como protagonista decidido y abnegado a la mujer trabajadora, lograron arrancar a la burguesía algunas concesiones mínimas como el derecho al voto, la incorporación al trabajo o los derechos de descanso pre y posnatal entre otros.
Sin embargo, la sociedad capitalista en descomposición torna cualquier reforma en ilusoria volviendo a relegar a la mujer trabajadora a labores domésticas continuamente, siendo parte del ejército de reserva, utilizada su fuerza de trabajo para bajar los salarios y precarizar las condiciones de vida de las familias obreras.
La farsa del feminismo burgués y pequeñoburgués de colocar paridad o cupos de mujeres en cargos políticos, de dirección de empresas o en las instituciones represivas, puede haber aumentado la presencia mujeres en los cargos de administración de los negocios de la burguesía, mientras las condiciones de explotación de nuestra clase y de la mujer trabajadora en particular siguen empeorando. La política de “no discriminación” por género hecha ley, sólo aplica para cargos iguales, no para las concentraciones obreras como la industria alimenticia, supermercado o las empresas de limpieza donde la mayoría son mujeres trabajadoras que apenas ganan un poco más que el salario mínimo. La crisis que acentuó la pandemia aumentó la desocupación de la mujer trabajadora en mayor medida sin considerar el impacto en el sistema de salud, lo que agrava las deplorables condiciones de la salud reproductiva, las labores de cuidados, etc.
El 8 M fue puesto en el centro por las mujeres socialistas a principios del siglo XX. Ellas se delimitaban claramente del feminismo “las feministas burguesas aspiran a conseguir las reformas en favor del sexo femenino en el marco de la sociedad burguesa, a través de una lucha entre los sexos y en contraste con los hombres de su propia clase, no cuestionan la existencia misma de dicha sociedad. Las mujeres proletarias, en cambio, se esfuerzan a través de una lucha de clase contra clase, en estrecha comunión de ideas y de armas con los hombres de su clase – los cuales reconocen plenamente su igualdad – por la eliminación de la sociedad burguesa en beneficio de todo el proletariado.” [Clara Zetkin]
Las actuales marchas del 8M han tomado un carácter reaccionario al expulsar de su participación y lucha a trabajadores, jóvenes y militantes que levantan la liberación de la mujer de toda forma de opresión. Central responsabilidad la tienen las direcciones de la izquierda centrista quienes de forma oportunista se han hecho eco del feminismo burgués y pequeñoburgués llegando a modificar sus programas, suplantando la necesidad que los militantes se levanten contra toda injusticia y forma de opresión, por exigencias de reformas de inclusión al aparato estatal burgués o institucional. Del mismo modo han obrado con las “posmodernas” políticas burguesas “identitarias” relegando la lucha de clases y fragmentando a nuestra clase en disputas de géneros e individualidades.
Es prioritario recuperar el 8M como un día de lucha, organización y combate de nuestra clase, con la mujer trabajadora en la primera fila, por la liberación de la mujer de toda forma de opresión que inscribirá la clase obrera en la tumba del capitalismo.
“El grado de emancipación de la mujer es la medida natural de la emancipación general” [Marx]
Paso a la Mujer Trabajadora
El 24 de febrero de 2022, Putin, en lo que denominó “Operación especial”, invadía Ucrania para impedir el avance de la OTAN en la zona y la posible incorporación de este país a ser miembro de dicha institución.
A un año de esa invasión, la operación especial fracasó y la guerra se sigue desarrollando. Ucrania, con el apoyo de la OTAN, sigue resistiendo el ataque ruso y ha logrado empantanar el frente militar de Rusia, inclusive haciendo que retroceda en algunas zonas conquistadas a lo largo del conflicto.
La guerra se desarrolla en medio de una crisis mundial, con los coletazos de la pandemia, por lo que se ha agudizado y acelerado esta situación, llevando a la economía mundial a un proceso de recesión, con inflación y tendencias a la depresión. La extensión de la guerra sin salida aparente, por lo menos en el corto plazo, genera grandes desequilibrios políticos en los regímenes con intervención en algunos lugares de procesos de masas; algunos más directamente vinculados a la guerra, como las movilizaciones que llevaron a la caída del gobierno en Moldavia, y otros espoleados por las consecuencias de la misma, como las huelgas por salario en Gran Bretaña, Francia y otros países europeos.
En este escenario se mezclan una línea diplomática de salida al conflicto con una política más guerrerista de preparación ante una escalada militar más ampliada. Rusia rompe pactos en los acuerdos nucleares y amaga con una ofensiva en el campo militar en Ucrania. EEUU anuncia mayor apoyo militar y económico para Ucrania y detrás de esta línea disciplina a la UE y los países que son parte de la OTAN. China intenta mediar ante estas líneas, buscando mantener su alianza con Rusia, pero buscando otro interlocutor interno en Rusia que no sea Putin. China busca una negociación para un hipotético proceso de paz, planteando plebiscitos por la autonomía en la zona del Donbass, que Crimea siga en manos de Rusia, pero que se repliegue militarmente en el resto de Ucrania.
La OTAN utiliza este conflicto bélico para acelerar el proceso de asimilación de los ex Estados obreros, tratando de imponerles condiciones de carácter semicolonial. Por eso, en el territorio ucraniano se están definiendo procesos históricos inconclusos, en la necesidad de supervivencia del sistema capitalista.
La asimilación de los ex Estados obreros se plantea en la arena mundial y no en las particularidades de cada país. Es un grave error caracterizar esta guerra como un problema de autodeterminación nacional o defensa de la soberanía de alguno de los bandos en disputa, dejando de lado el problema fundamental de las relaciones sociales de producción y las contradicciones aun no resultas en el proceso de restauración capitalista de los ex estados obreros. Por eso sostenemos la unidad revolucionaria del proletariado ucraniano y ruso en contra de sus gobiernos actuales, contra esta guerra que no defiende ninguno de nuestros intereses como clase. Para que se desarrolle el internacionalismo es de primer orden la reconstrucción de la IV Internacional.
Llamamos a una Conferencia Internacional a las corrientes trotskistas que aun reivindiquen la dictadura del proletariado. Por la unidad internacionalista de los trabajadores en contra del imperialismo y la OTAN. ¡Por la expulsión de las tropas rusas de Ucrania! Por una federación de repúblicas socialistas de Europa y Asia.
El primer mes del año arrancó con una inflación del 6% y el ataque a las condiciones de vida de los trabajadores se siente cada vez más. Luego de un 2022 en el que no sólo no recuperamos lo perdido en la “emergencia sanitaria”, sino que nuestra situación es cada vez más ajustada, en el 2023 continúa la tendencia. En este contexto, el sindicato bancario llama a un paro nacional, ante el empantanamiento de las negociaciones paritarias con las cámaras de banqueros.
En los últimos años, ante la escalada inflacionaria, los acuerdos paritarios bancarios, si bien siguen siendo anuales, contienen cláusulas de revisión, por periodos cada vez más cortos de tiempo. Si analizamos con detenimiento, encontramos que los porcentajes anunciados en los acuerdos son engañosos, ya que no reflejan el neto salarial luego de descontado el impuesto a las ganancias. Este año Palazzo y cía. pretendían un “acuerdo corto” por el primer trimestre, más el porcentaje de diciembre que quedó por debajo de la inflación. Sin embargo, la negociación se empantanó por el efecto distorsivo del impuesto al salario. El año pasado esta consigna había caído en el olvido de la conducción bancaria, que priorizó la vía parlamentaria para desarrollar la discusión del impuesto, pero ahora, ante la posibilidad de que un aumento salarial implique un neto salarial menor al previo, no tiene más remedio que reflotar la discusión. Correctamente, denuncian las maniobras financieras de los bancos, la “timba de los bonos” y las enormes ganancias que han tenido recientemente. El diputado Palazzo reconoce que el dinero descontado de nuestros salarios se destina a subsidiar a las patronales del transporte, de la generación (totalmente deficiente) de energía, de las exportaciones de productos como la soja. ¿Entonces por qué nuestra conducción sindical tiene que estar alineada con este gobierno que solo está favoreciendo al FMI y a las patronales?
Además de la cuestión salarial, las condiciones de trabajo se han ido transformando vertiginosamente, cosa que la conducción se limita a señalar, pero no plantea cómo enfrentar la ofensiva patronal. En los últimos 3 años se han perdido más de 7 mil puestos de trabajo en el sistema bancario, las tercerizaciones se han multiplicado, se han cerrado muchísimas sucursales en todo el país y los trabajadores han sido forzados a ritmos de trabajo más intensos, polifuncionalidad, etc. El trabajo bancario hoy es más productivo, pero los bancos dicen que “sobra gente”, porque han automatizado procesos a través de la tecnología. La conclusión es que los bancos están ganando más, tomando como variable de ajuste a los trabajadores. Por lo tanto, lo que está en juego en esta paritaria no es sólo el porcentaje de aumento salarial, sino los lineamientos que definirán las condiciones de trabajo a futuro. El proyecto de reforma laboral de las patronales apunta claramente a precarización laboral, intensificación de los ritmos de trabajo y socavar el poder de negociación colectiva que da una organización sindical fuerte para pasar a negociar individualmente, con “el palo y la zanahoria”.
Ante este panorama, la conducción del sindicato se ve obligada a salir a la lucha, a pesar de que su prioridad es llevar todas las discusiones que nos importan a los trabajadores a las instituciones burguesas, como por ejemplo el fallido proyecto de modificación del impuesto al salario que presentaron en el Congreso. Pero la conciliación de clases de Palazzo colapsa con la ofensiva patronal, que quiere imponer sus condiciones de explotación a toda costa, sin transigencias y a velocidad récord, aprovechando el impulso de la pandemia (momento crítico en el que la burocracia sindical se quedó en la casa). Es por esto que se avizora en el horizonte próximo un periodo decisivo en el que se definirán los lineamientos de las futuras condiciones de trabajo. Es tanto lo que hay en juego, que las medias tintas de la burocracia no alcanzan, las patronales quieren jugar a todo o nada y los trabajadores tenemos que presentar batalla. Solo lograremos estar a la altura con un sindicato que tenga total independencia de clase.
Este 23 de febrero vayamos al paro no solo para conquistar aumento salarial, también para parar la ofensiva de los bancos. No al impuesto al salario, no a las tercerizaciones, no a los despidos encubiertos. Impongamos nuestras demandas, con un plan de lucha acorde a las necesidades actuales. Elijamos delegados de base con mandato en cada sector. Seamos punta de lanza de un llamamiento a todo el movimiento obrero para enfrentar las condiciones de pauperización que nos imponen las patronales y sus partidos políticos, el gobierno y el FMI. Empecemos a construir, desde cada lugar de trabajo, la organización de base necesaria para darle a nuestro sindicato una orientación obrera que cuestione los cimientos del sistema capitalista. Vamos por una oposición sindical revolucionaria para recuperar los sindicatos y desplegar un programa de transición que prepare el futuro sistema de trabajo dirigido por la clase obrera.
RECHACEMOS EL TECHO SALARIAL.
IMPONGAMOS EL NO INICIO DE CLASES NACIONAL.
Mientras sobrecumplen los objetivos del acuerdo con el FMI, la paritaria nacional docente volvió a ser el instrumento oficial para fijar una pauta de aumento salarial a tono con el ajuste: 60% anual. La mesa que priorizan las conducciones sindicales no es la paritaria, más pendientes de la definición de la interna del Frente de Todos de cara a las elecciones nacionales y provinciales 2023.
El acta paritaria que celebra la burocracia de CTERA, UDA, SADOP, AMET y CEA, con fecha 17/2, tiene la caradurez de afirmar que el Salario Mínimo Docente Garantizado acumula dos años continuos de recuperación del poder adquisitivo “sobre la inflación”. Pero a la docencia no nos cierra esa cuenta. En diciembre 2022, el salario inicial se fijó en $90.338 mientras la canasta familiar estaba en $152.515, según datos oficiales. La conclusión es simple: el salario mínimo garantizado, es una garantía de pobreza.
La burocracia pretende asegurar el normal inicio de clases en un año electoral a cambio de elevar a $130.000 el techo salarial en marzo ´23, monto que incluye los adicionales FONID y Conectividad que paga Nación y que los gobernadores contabilizan en sus propuestas salariales. Ningún docente usa ese dinero para capacitación o conectividad. Con sueldos de miseria, esos adicionales tienen un carácter alimentario.
El ámbito de la paritaria nacional docente, no sólo se instala como espacio para fijar el techo salarial. La burocracia sindical, el ministro de educación y los representantes de los gobernadores, vienen avanzando en acuerdos marco que no son otra cosa que una reforma educativa y laboral. Sólo falta que cristalicen esa ofensiva en un Convenio Colectivo, compromiso que renovaron el 17/2, que sirva de instrumento para terminar de liquidar los estatutos del docente. En esta línea cocinan el respaldo sindical al proyecto de nueva ley de Financiamiento Educativo, que no sólo fija porcentajes de inversión en educación que no cumplen, sino que avanza en establecer un marco para modificar la estructura salarial, con bonificaciones y estímulos acordes a los lineamientos de la reforma educativa que cocina el Consejo Federal de Educación y los organismos internacionales de crédito.
Este próximo 24/2 están convocados los congresales de CTERA para “legitimar” la negociación, poniendo a votación, sin respaldo de la base, la aceptación o rechazo al acuerdo. Pero son varias las provincias en las que está fresca la experiencia de lucha y desborde a la burocracia de 2022, y la exigencia de recomposición salarial se expresa en las asambleas que complican las negociaciones en Tucumán, Neuquén, San Juan, Jujuy y CABA. Las seccionales recuperadas y las agrupaciones antiburocráticas tenemos la responsabilidad de impulsar en todas las asambleas escolares y plenarios mociones de RECHAZO al techo salarial propuesto en la paritaria nacional docente y la reforma laboral y educativa que contiene, y un repudio a los congresales levantamanos. Necesitamos un congreso nacional de delegados de base con mandato, que prepare el no inicio de clases 2023 llamando a un paro educativo nacional contra el techo salarial del 60% anual, por un aumento al básico y una recomposición salarial acorde al costo de vida.
La burocracia celeste en CTERA y sus acólitos enquistados en los sindicatos en las provincias, nos cuelgan el chaleco de plomo del ajuste para intentar mantener a flote una coalición peronista hacia las elecciones. Su crisis es tan grande, que ni siquiera en los distritos gobernados por Cambiemos van a dejar que los trabajadores hagamos olas. Es el caso del SUTE en Mendoza, donde la Azul Naranja de Sedano y Correa responde al lanzamiento de campaña a gobernador del padre del ítem aula, Alfredo Cornejo, con un inicio de clases sin paros.
Ninguna variante de conciliación de clases podrá llevar adelante una lucha consecuente por nuestras demandas. Tampoco debemos depositar confianza en que los mecanismos electorales de esta democracia para ricos sienten, después de octubre, en los poderes ejecutivos provinciales o nacional, a un nuevo gestor de los negocios capitalistas que esté dispuesto a hacer algunas concesiones a los asalariados. La tarea planteada es saldar una prolongada crisis de dirección de los trabajadores, forjar una dirección con independencia de clase que asuma la tarea de recuperar los sindicatos y expulsar a la burocracia. En esta perspectiva es que insistimos a la izquierda y las agrupaciones antiburocráticas en iniciar un proceso de debate programático y lucha común, que ponga en pie una oposición sindical revolucionaria. En ese camino, podemos impulsar plenarios regionales y nacionales de delegados de base mandatados, que organice el desborde a la burocracia, hasta romper sus techos salariales y el pacto de ajuste Gobierno-FMI.
Docentes de la COR
El reconocimiento de la posesión de tierras por parte de comunidades mapuche en departamentos del sur provincial, realizado por el INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) en las últimas semanas, ha sido objeto de una furibunda campaña de estigmatización de parte del gobierno de Cambia Mendoza, los intendentes del sur provincial (PJ incluido), las cámaras patronales y sociedades rurales, y por supuesto los medios de comunicación que les responden y pertenecen. Emulando épicas rancias de defensa del territorio nacional y la soberanía, agitan discursos con marcada intencionalidad electoral para alimentar los prejuicios de capas de clase media y asumir la representación de especuladores inmobiliarios, grandes propietarios de tierras y empresas mineras, petroleras y agrícolas con intereses en la región. Como parte del circo de campaña electoral de precandidatos, compiten por ser quien se embandere con el legado de Roca, al punto de impulsar “una caravana de mendocinos contra la cesión de tierras a falsos mapuches” el próximo 18 de febrero.
La ofensiva de parte del gobierno y las cámaras patronales, logró sacudir los claustros académicos que, desde la cuarentena, venían profundizando una postura de hermetismo frente a la crisis económica, social y política. Ahora, vemos salir de sus cubículos a doctores y especialistas escandalizados, quienes llegan a afirmar que se está cediendo tierras a “autopercibidos mapuche que no son originarios de esta zona, sino que son indígenas chilenos que masacraron a nuestros indígenas”. Sin ruborizarse, dicen “nuestros” indígenas, y refieren a los mapuche como indígenas que serían “extranjeros” por ser originarios chilenos, y los acusan de perseguir y masacrar a los pehuenche, sin siquiera mencionar la violencia, explotación y genocidio producida consecutivamente por el conquistador europeo, y luego por la sub burguesía criolla para establecer las fronteras y afirmar los muy posteriores semi estados chileno y argentino.
La tardía conformación de los Estado nación en América Latina, no suprimió la estructura de castas y clases, ni las formas pre capitalistas pre existentes. Sino que las subsumió a las relaciones de producción capitalistas, como formaciones sociales semicoloniales en un sistema que comenzaba a descomponerse en su fase imperialista. La opresión y represión a los pueblos originarios es una característica inherente a la conformación de estos Estados, y se manifiesta desde entonces en diferentes procesos de conflicto, más o menos abiertos en toda América Latina, pero que tienen en común la lucha por la tierra, la vivienda y las condiciones de vida. La crisis económica mundial en curso y la sumisión cipaya de los gobiernos latinoamericanos a la voracidad de los capitales imperialistas disputando los recursos de la región, reavivan estos conflictos, tensionando en extremo las relaciones entre las clases y capas de la población. No hay instituto, ley o constitución que resguarde a la población indígena, campesina, obrera urbana o rural, de la explotación capitalista, de la opresión estatal y de las consecuencias de la descomposición social a la que nos arrastran.
Desde la COR Regional Mendoza repudiamos la campaña de estigmatización y persecución que los partidos patronales, las cámaras empresarias y sus intelectuales están llevando a cabo en defensa del derecho a la propiedad privada de los grandes terratenientes y las empresas mineras y petroleras y en contra de las comunidades indígenas y los trabajadores rurales. La histórica reivindicación de los pueblos indígenas sobre su derecho a la tierra y a la autodeterminación, no tendrá respuesta de parte de un gobierno que se autopercibe nacional y popular, y que utiliza sus instituciones y leyes para negociar las condiciones de entrega de los recursos y la tierra a los grandes capitales. Sólo uniendo su lucha a la lucha de la clase trabajadora, con los métodos y centralidad de la clase obrera, se podrá avanzar en superar la realidad de opresión y explotación capitalista.
Debatamos en cada lugar de trabajo, en cada facultad y lugar de estudio, y resolvamos pronunciamientos y planes de acción concretos frente a las medidas de mayor descarga de la crisis sobre la población trabajadora urbana y rural, privada del acceso a la tierra, a la vivienda y a condiciones de vida. La tierra para quien la trabaja. Ningún trabajador debajo de la línea de pobreza. Basta de criminalización a los trabajadores por luchar. Abajo la campaña de persecución a las comunidades indígenas. Por un congreso de delegados de base de cada lugar de trabajo, que resuelva un plan de lucha de la clase trabajadora a la altura de estos ataques.
C.O.R. Regional Mendoza
El martes 10 de enero el gobierno francés anunció un proyecto para retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años y la exigencia de 43 años de aportes a partir de 2027. La bronca ha estallado en las calles, con tres masivas jornadas de protesta, que continuarán.
Emmanuel Macron era consciente de la antipatía que generaría lo que en Francia ha sido llamada como “la madre de todas las reformas” y por eso aplazó el anuncio que estaba preparado para diciembre. Intenta a toda costa mostrar que esta reforma tiene un espíritu de justicia social, al plantear que hay que “equilibrar” el sistema redistributivo, haciendo que los trabajadores activos aporten más años y por más tiempo a lo largo de su vida. Esta no es una idea nueva, en 2014 el “socialista” François Hollande ya había pasado una ley para aumentar los años de aportes a partir de 2030, lo cual ahora Macron propone adelantar a 2027. Ya hemos escuchado al FMI pedir que se bajen las pensiones por “riesgo de que la gente viva más de lo esperado” (GFSR 2012).
El gobierno defiende el proyecto planteando que la edad de jubilación de Francia es una de las más bajas de Europa. Las mentiras capitalistas ya no pueden tapar el sol con la mano. Lo cierto es que el imperialismo francés no escapa a la tendencia generalizada de decadencia capitalista y, sumido en más de una década de crisis económica, social y del andamiaje institucional nacional y supranacional (UE), sumado a las consecuencias económicas de la pandemia y la guerra en Ucrania, desnuda su verdadero carácter reaccionario. Si el Estado de bienestar y la redistribución de la riqueza en pos de la equidad social fueron en los tiempos de posguerra el estandarte de este imperialismo para dominar, sobre la explotación del pueblo trabajador de la metrópolis, semicolonias y colonias, ahora ya no hay forma de sostenerlo. Macron dice defender la redistribución, atacando a los trabajadores y sus condiciones de vida, para sostener a los capitalistas y rescatar sus ganancias de la crisis. La respuesta obrera no se ha hecho esperar y los sindicatos responden con la preparación de “la madre de todas las batallas”.
Macron apuesta a que la reforma previsional se apruebe rápido, pero, para hacerlo por el parlamento, necesita de alianzas por ahora endebles y mínimo seis semanas para que salga. De lo contrario, puede sacar un decreto, lo cual agravaría la crisis política en medio de un proceso de masas, y enfrentando a la clase trabajadora y al proletariado industrial. Estas primeras tres jornadas de movilizaciones han llegado a superar los dos millones de manifestantes en todo el país, en lo que ha sido hasta ahora la jornada pico del 31 de enero. Pero estas no son las primeras movilizaciones masivas que enfrenta el Macron, en su mandato anterior, los chalecos amarillos desataron una marea de protestas callejeras. Lo distintivo en esta ocasión es que el movimiento obrero está nuevamente en el centro de la escena.
De cara a este fenómeno, que se ha llegado a comparar con las históricas luchas de 1995 contra el llamado “Plan Juppé” de las privatizaciones, se está dando un importante proceso de politización y deliberación al interior de la clase obrera. Aun viendo lejana la cuestión de la jubilación, una nueva generación de trabajadores para y se manifiesta porque la carestía de la vida golpea cada vez más fuerte en una potencia imperialista en decadencia. Y no se avizora una mejoría en lo inmediato, sino todo lo contrario. Este mes habrá subas en las tarifas del gas y la electricidad.
Está claro que la burocracia sindical que convoca en “unidad” a las jornadas de protesta y dirige las principales centrales sindicales buscará una salida dentro del orden burgués. Sin embargo, no está descartado que sean desbordadas. Desde el verano (boreal) se vienen dando importantes procesos de luchas, especialmente en la industria petrolera y los servicios de transporte. Pero también ha habido importante adhesión a las recientes movilizaciones en las automotrices, a las que, a su vez, se han sumado docentes y estudiantes de varios niveles educativos, etc. Esto pone a la orden del día la tarea de recuperar los sindicatos y ampliar sus funciones, con un programa de transición que ataque las bases del orden burgués. Esta es una perspectiva a plantear a los cientos de delegados y activistas de vanguardia que están surgiendo al calor de estas luchas. Debemos impulsar Comités de Acción en cada región, con delegados votados en sus unidades de producción, que preparen una verdadera huelga general, llamando a la solidaridad de todos los trabajadores de la UE, las colonias francesas y al proletariado británico, que está protagonizando enormes huelgas. Nuestro objetivo no se debe detener en parar la reforma de Macron, sino en la intervención independiente del proletariado europeo ante la guerra en Ucrania, para frenar la ofensiva imperialista de la OTAN y derrotar la restauración de Putin.
Es en este escenario tan candente en el que se plantea la necesidad urgente de saldar la cuestión de la crisis de dirección revolucionaria del proletariado, no ya para plantear una salida para Francia, sino para abrir una perspectiva mundial de derribar al capitalismo decadente.
La izquierda francesa -y con esto nos referimos a aquellas corrientes que no fueron asimiladas al régimen imperialista, como lo hicieron el PS y el PC- viene atravesando crisis tras crisis y ahora se enfrenta a otra. El NPA, partido “anticapitalista” que se fundó sobre la base de distintas corrientes que provienen del centrismo trotskista de posguerra para armar una organización “amplia” con un programa lo suficientemente laxo como para albergar varias líneas políticas en su interior (recordemos que en su fundación eliminaron del programa la dictadura del proletariado), viene de sufrir una nueva ruptura por parte de un sector que se inclina por entrar a la Francia Insumisa, del ex Partido Socialista y fundador del Partido de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, quien se ha posicionado como figura pública electoral de la izquierda parlamentaria. Aun así, varias tendencias, ya sean internas o externas al NPA, se están planteando la discusión de la necesidad de poner en pie un partido revolucionario.
Sin duda, la cuestión de la dirección es clave para que la situación se desarrolle de manera revolucionaria. Por eso es fundamental abrir una discusión programática de cara al conjunto de la vanguardia obrera para desarrollar esta perspectiva. Entre los debates que están surgiendo en estas jornadas se plantean: “¿cómo seguir? ¿cómo ganar? ¿cómo imponer una estrategia?”
Desde la COR queremos aportar nuestra visión. La clase obrera no puede esperar a que las columnas capitalistas caigan por su propio peso, ni mucho menos sustituirlas por “nuevas” instituciones burguesas “democráticas”. El desafío del proletariado y su vanguardia es poner en pie sus propias instituciones para quebrar la dominación capitalista. Hay que adelantarse a los planes imperialistas -que, ante la imposibilidad de cooptar económicamente, intentará hacerlo políticamente generando nuevas mediaciones- quebrando la voluntad del enemigo y, en base a esto, construir la dirección revolucionaria internacional. Las corrientes de izquierda persisten en tomar el Programa de Transición como un método de presión sobre el Estado o de exigencia al mismo. De este modo, no podrán salir del fetichismo democrático y alejarán a la vanguardia de las tareas de preparación de las etapas de la dictadura del proletariado. Por eso, el Programa de Transición no pretende “desorganizar a la burguesía” en el terreno del régimen político -por más de que incorpore demandas democráticas-, como creen los centristas, sino que la concepción de desorganización es en la producción y, desde allí, se irá formando una nueva dirección obrera que pueda tomar en sus manos la tarea de destruir al Estado burgués y poner en pie un Estado de transición con una economía planificada.
Nuestra corriente acepta el desafío propuesto por Trotsky: completar el programa y ponerlo en marcha. Esto implica colaborar, recuperar y complejizar el método de análisis de las tendencias imperialistas y las tareas de los revolucionarios, en la superación de la crisis de dirección revolucionaria mundial y la reconstrucción de la IV. El Programa de Transición es el programa de acción de la injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista. En esa transición está inscripta la revolución mundial y la dictadura del proletariado mundial.
Desde la COR, y la corriente internacional de la que formamos parte, la TRCI, reiteramos nuestro llamado a todas las corrientes que reivindican la lucha por la dictadura del proletariado y la refundación de la IV Internacional a preparar una Conferencia Internacional para discutir y poner en marcha las tareas que nos impone este periodo.
Publicado en TRCI
La cumbre de la CELAC tuvo lugar el pasado martes 24 de enero en Buenos Aires. Fue una cumbre signada por la crisis de los gobiernos de los países que integran el foro, crisis políticas varias sobre el fondo de la crisis mundial, la sombra del estancamiento económico y del recrudecimiento de las tendencias militaristas a partir de la guerra en el este de Europa.
A destacar en primer lugar, la cumbre tomó una posición de complicidad con la salvaje represión del gobierno de Boluarte en Perú, que ya se ha cobrado más de 60 víctimas fatales. Solo el chileno Boric (luego de haber sido el primero en alinearse con Boluarte y la política de EEUU) ensayó una muy tibia denuncia y la representación mexicana enviada por AMLO, con igual cinismo, propuso una resolución de libertad a Castillo y fin de la represión que sabía de antemano no iba a ser aprobada; mientras, el resto de mandatarios se alineaban sin protesta a la orientación imperialista que intenta cerrar la crisis a través de la derrota de la insurrección espontánea, protagonizada por la población obrera y campesina, a través de los mecanismos de las instituciones establecidas del semiestado peruano. La presencia en la Cumbre de la ministra de relaciones exteriores peruana, Ana María Gervasi, fue repudiada por residentes peruanos autoconvocados y por la izquierda en un acto del que participamos. Pero limitarse a esto hace que el árbol tape el bosque: es solo la expresión más brutal y descarnada de una orientación general hacia los brazos del imperialismo por parte de los gobiernos de la región.
Otro punto notable fue la política activa del gobierno brasilero, con Lula a la cabeza, para ubicarse como líder de un orden regional, que le permita negociar con Europa y EEUU el precio del alineamiento. Para ello, la CELAC en sí es una organización demasiado amplia y difusa, por lo que buscó en primer lugar el apoyo del gobierno argentino en la necesidad de reflotar la UNASUR, a través del rescate del moribundo MERCOSUR. Esto permitiría dejar de lado a los (para estos cipayos) incómodos caribeños, Ortega incluido, centrándose en la “subregión” sudamericana. La divisa de “orden y progreso” tiene un contenido: recostarse en EEUU y apoyar la política exterior militarista de Biden. No por nada, dos de las principales discusiones del foro, la supuesta moneda única SUR y los desplantes de Lacalle Pou, versaron sobre el problema de la influencia China en la región. El otro gran problema, el de los derechos humanos y la democracia, apunta a utilizar a Venezuela como moneda de cambio ahora que Biden y la Casa Blanca se han visto obligados a negociar con Maduro bajo la presión de un mercado internacional de la energía tensionado por la guerra entre Rusia y Ucrania.
Hilando más fino, el ministro de economía brasilero Haddad explicó claramente que por el momento el único acuerdo entre Argentina y Brasil que existe es un financiamiento por 366 días por parte de los bancos oficiales a las empresas de cada uno de los países para las operaciones bilaterales de comercio exterior. Y fue explícito: esto permitirá a las empresas brasileras entrar en el negocio del gasoducto, del cual, de lo contrario, quedarían indefectiblemente afuera por la competencia China. Massa, su par argentino, indicó que este mecanismo permitirá evitar una mayor sangría de reservas del Banco Central, por un año, probablemente pensando en las elecciones. Por supuesto, esto no es una integración de abstractas “naciones”, sino la viabilización de determinados negocios a un puñado de monopolios brasileños y argentinos, asociados a los yanquis y a la UE.
Las bravatas de Lacalle Pou, sustentadas en la defensa de la democracia y los derechos humanos (aunque no para Perú), no terminan de ocultar la defensa del TLC Uruguay-China, que es una piedra en el zapato de la línea lulista. Por eso, Lula cruzó presto el Río de la Plata para intentar negociar el ordenamiento de un acuerdo más amplio entre el MERCOSUR de conjunto y China. Puso la condición de firmar antes el acuerdo con la UE, mostrando no una simpatía “eurocéntrica” sino a los negocios burgueses a los cuáles responde su gobierno.
La invitación a la cumbre al gobierno norteamericano no deja dudas de que este intento (porque por ahora no es más que eso) de Brasil de ubicarse como interlocutor privilegiado en la negociación de las sub burguesías regionales con el amo imperialista tiene el apoyo de Biden. Los yanquis saben lo que quieren, tal como revelaron las escandalosas declaraciones de la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, sobre los recursos estratégicos de la región como el litio, las tierras raras en general, el oro, el petróleo, el gas y los acuíferos. Las negociaciones bilaterales (país por país, no por bloques) que había promovido a su turno Trump no solo abrieron brechas para que China integrara a varios países de la región a la ruta de la seda, sino que además generó una multiplicidad de conflictos y procesos de desorden institucional que impactan también en las putrefactas estructuras institucionales imperialistas. Es cierto que China actualmente está en graves problemas económicos producto de la guerra y del rebrote de la pandemia, pero es evidente que Biden sigue en esto a Trump y pretende hacer retroceder a su “competidor estratégico” (China) lo más posible, y la sub burguesía brasilera se postula como socio principal en esta tarea. No sin contradicciones internas, ya que no debemos olvidar la toma de los edificios federales en Brasilia protagonizada por los bolsonaristas y con la venia de sectores de las fuerzas armadas y de la patronal.
Por los Estados Unidos Socialistas de América Latina y el Caribe
El decadente revival de los años 2000 que escenifican los gobiernos de la región tiene como contenido intentar capear la profunda descomposición de los semi estados latinoamericanos y sus instituciones, parte de una situación mundial signada por la descomposición general del sistema capitalista en su fase imperialista y la asimilación (cada vez más violenta) de los ex estados obreros como Rusia y China. El avance de la penetración imperialista descompone a las instituciones y vuelve aún más farsescos a los bonapartismos sui generis. Sin embargo, el rol más nefasto que tienen estos gobiernos “semidemocráticos” es dar lugar al engaño del proletariado por sus direcciones burocráticas, que lamentablemente tienen el flanco cubierto por el centrismo trotskista que se limita a plantear una línea democrática contra “la derecha”, “antifascista” o a lo sumo de “unidad antiimperialista” sin plantear un programa obrero que permita al proletariado erigirse como caudillo de las naciones oprimidas latinoamericanas. Así, las corrientes de la región como la FT, LIS, UIT, LIT, etc, levantan acríticamente la consigna “asamblea constituyente libre y soberana”, que sostienen los movimientos en lucha en Perú, y plantean el rechazo al gobierno “golpista”… para defender las instituciones supuestamente democráticas del país. Ven golpes oponiendo democracia a dictadura en todos lados, cuando en realidad la burguesía aún no ha tomado ese rumbo porque cuenta con las instituciones, por supuesto que totalmente derruidas y en crisis, de los semiestados para ejecutar sus maniobras contra las masas y apoyar sus ofensivas más sanguinarias, ejerciendo la dictadura del capital. Esto no quiere decir que no debamos levantar el "abajo Boluarte" en Perú, todo lo contrario, pero no para ir hacia una salida dentro de los marcos de la institucionalidad capitalista, sino para imponer un gobierno obrero y campesino basado en las organizaciones de los trabajadores y el pueblo pobre que imponga las medidas para atacar al imperialismo en la región, expropiando a las mineras y a los grandes terratenientes, imponiendo el control obrero de las industrias y los servicios estratégicos, convocando al movimiento obrero de todo el continente, sobre todo de EEUU, a apoyar la lucha contra el imperialismo en toda la región. No existe democracia en Latinoamérica sin la revolución agraria y la expropiación de las industrias y la banca extranjera. Cualquier monopolio del comercio exterior, o acuerdo de monedas, o nacionalización de la banca es una estafa sin estas medidas basadas en desbancar a los enemigos de clase del poder imponiendo la dictadura del proletariado. Es claro que la propia dinámica de la lucha de clases basada en la estructura económico/social de la región llevará a la extensión del proceso revolucionario a todo el continente, pero sin una dirección proletaria consciente, será la contrarrevolución imperialista la que podrá estrangular a nuestra clase. Por ello, luchamos por los Estados Unidos Socialistas de América Latina y el Caribe, preparando una dirección obrera internacionalista. Para ello, es urgente avanzar en la reconstrucción de la IV Internacional. Llamamos de manera urgente a las corrientes que defienden el programa de la Dictadura del Proletariado a una conferencia latinoamericana para discutir el programa y las medidas políticas y organizativas para avanzar en este objetivo.
COR Chile – LOI Brasil – COR Argentina
La crisis política en Perú sigue desarrollándose, aumentando la represión y el número de muertos, pero también sigue en aumento la resistencia de sectores importantes que piden la caída de Boluarte y una asamblea constituyente.
Al momento de escribir la nota se está desarrollando la “marcha de los 4 suyos” con miles de manifestantes del sur, centro, norte y oriente del Perú que viajan a Lima, mientras el gobierno intenta neutralizarlos con la declaración Estado de Emergencia. La idea de la movilización es la toma de Lima para el miércoles 18 de enero.
Esta marcha se realiza después de estar varios días en enfrentamiento en sus regiones con las fuerzas militares del gobierno de Boluarte y de lograr, en algunos territorios, el control total por parte de sectores radicalizados del tránsito de vehículos y personas.
Este proceso de radicalización se da después de que la respuesta a la crisis abierta ante la destitución de Pedro Castillo haya sido solo represión y una promesa de futura elección para 2024.
La persistencia y valentía de sectores de masas a los ataques del gobierno demuestra la potencialidad de sus acciones pueden tomar un cause revolucionario.
Nosotros intentamos dar una definición de estos procesos, tomando del arsenal de los revolucionarios el análisis de los procesos revolucionarios y la tarea de la dirección revolucionaria ante los acontecimientos.
Creemos que debemos rescatar el concepto de insurrección espontánea que formulaba Trotsky para definir la insurrección de fuerzas elementales "a un movimiento de masas que, ligado por su hostilidad al antiguo régimen, no tiene perspectivas claras, ni métodos de lucha elaborados, ni dirección que conduzca conscientemente a la victoria, la insurrección de las fuerzas elementales no puede salir de los límites del régimen burgués" (Historia de la revolución rusa).
No obstante, no son exclusivamente fuerzas elementales las que actúan, ya que en los procesos insurreccionales actúan sectores de clase con intereses y objetivos distintos, que salen a la lucha ante la situación catastrófica de sus vidas. En el caso de Perú, plantean la destitución de Boluarte y asamblea constituyente o nueva constitución. Pero, si bien pueden desestabilizar al régimen, no pueden llevar al poder a la clase obrera y al campesinado. Ésta es la diferencia entre insurrección espontánea e insurrección como arte, en esta última entra en juego la dirección revolucionaria del proceso por parte de un partido revolucionario. Es la combinación entre revolución e insurrección. La insurrección es un acto en el proceso de la revolución.
La necesidad de intervenir activamente en estos procesos vivos con las herramientas del marxismo nos va a permitir desarrollar una vanguardia que recupere el programa transicional, que luche por la instauración de un gobierno obrero como forma de la dictadura del proletariado, que es la alianza revolucionaria de la clase obrera y el campesinado. Esto implica convencer a los trabajadores rurales, a los campesinos e indígenas del error de levantar la consigna de asamblea constituyente creyendo que ahí pueden ser representados sus intereses, como creyeron los movimiento indígenas y feministas en Chile ante el desvío que fue la constituyente de los últimos años. Solo serán representados sus intereses en un gobierno obrero que derroque y tome el poder y extienda el proceso revolucionario a la región. Debemos sacar lecciones de lo que fueron formas superiores en los procesos de lucha de clase, como sucedió en la revolución rusa y la forma de federación que expresaba la forma estatal de la dictadura del proletariado internacional.
Es partir de más atrás el tratar de analizar los fenómenos de lucha de clase actuales en la disyuntiva entre revuelta o revolución. Estamos en la época de revolución o contrarrevolución, el capitalismo ya pasó del periodo orgánico al periodo crítico, ya no hay márgenes para las reformas.
Llamamos a una Conferencia Latinoamericana con las corrientes que aún defienden la dictadura del proletariado y aspiran a la reconstrucción de la IV Internacional a discutir las tareas para la región y principalmente en donde los fenómenos de clase son más agudos como Perú, Bolivia y Brasil, para nombrar los más importantes.
Fotos de Aldair Mejía
Publicado el 18 de dicimebre de 2022 en TRCI
La situación en Perú sigue convulsionada, donde, por la represión, ya hay más de 20 muertos a manos de las fuerzas represivas que intentan derrotar los levantamientos en distintos puntos del interior del país. Los manifestantes piden elecciones anticipadas y algunos sectores la liberación de Castillo.
El gobierno actual mandó un proyecto de ley para llamar a elecciones anticipadas para fines del 2023, fecha muy lejana por el nivel de crisis del país. El Congreso rechazó el proyecto, ya que planean mantener sus mandatos hasta el 2026.
Ante este escenario, con la aceleración de la crisis y del deterioro de su relación con las masas, la presidenta decretó un toque de queda en las zonas más convulsionadas y realizó un discurso para que los legisladores voten la anticipación de elecciones.
Sectores importantes de trabajadores y campesinos del interior de Perú intervinieron en la crisis abierta, bloqueando caminos, destruyendo comisarías, organizando comités para defender el territorio, ocupando fábricas y otras medidas, demostrando que no van aceptar de forma pasiva el avance de las fracciones burguesas y pequeño burguesas aliadas del imperialismo sobre sus condiciones de vida.
La burguesía peruana cometió un error muy grande al eliminar una contención, como lo era Castillo, pensando que no iba a pasar nada. Las consecuencias están a la vista. Gran parte de los sectores que están en lucha están cuestionando los pilares de la democracia pequeño burguesa del semi Estado peruano, lo que le da a la situación en desarrollo características insurreccionales.
La burocracia sindical ha debido llamar a un paro ante la radicalización reinante. Los gobiernos de la región han comenzado a dar un tibio apoyo al ex presidente, modificando la posición que tuvieron cuando comenzó el conflicto de no apoyo a Castillo. Los gobiernos de México, Argentina, Bolivia, Colombia, para nombrar algunos, se pronunciaron a favor de Catillo. Los de Brasil, de Lula, y Chile, de Boric, mantuvieron su posición de que Castillo no respetó las instituciones.
La situación en Perú plantea la necesidad de que, al calor de los enfrentamientos y el desarrollo del proceso, se abra un gran debate en los sectores de lucha de que debemos echar al Boluarte y preparar las condiciones para instaurar un gobierno obrero y campesino, lo que va permitir comprimir y acelerar la combinación entre las tareas democráticas de la revolución agraria, la independencia nacional y lucha socialista para derrotar al semiestado burgués y al imperialismo. Por un Congreso de delegados de base obrero y campesino, con delegados mandatados de las unidades de producción, como las grandes mineras, y delegados por regiones, donde se vote un plan de lucha, se organice la autodefensa y una huelga general para derrocar al gobierno de turno y todos sus aliados.
Es menester que la vanguardia obrera y juvenil intervenga activamente en este proceso semiinsurreccional para fortalecer la organización de la clase obrera de las minas, las fábricas, los puertos, los hospitales, tomando su control, imponiendo la centralidad del proletariado como caudillo del conjunto de la nación explotada y oprimida.
También deberemos combatir las políticas de la burocracia sindical que pretenderá desviar la lucha hacia los cauces de la descompuesta democracia burguesa semicolonial. El impulso de reformas del aparato de estado en crisis, como las de asambleas o convenciones constituyentes, sólo retrasarán o desviarán la necesaria perspectiva de lucha de la clase obrera por el poder, como se evidenció en el proceso abierto en Chile por la semiinsurrección chilena de octubre del 19.
Para eso necesitamos crear un partido revolucionario que tome la dirección de la vanguardia obrera y las tareas históricas que se plantean como sección nacional por la reconstrucción de la IV Internacional.
La clase obrera latinoamericana y del continente puede comenzar a discutir acciones de solidaridad activa con los trabajadores y el pueblo peruano.
Llamamos a los grupos trotskistas de la región que aun levantan la dictadura del proletariado a una Conferencia latinoamericana para discutir las tareas para Latinoamérica y ayudar a un desarrollo revolucionario en Perú.
COR Chile - LOI Brasil - COR Argentina