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Viernes, 02 Mayo 2025 22:24

El Impreso #92 edición especial

Descarga El Impreso #92 edición especial 1º de mayo.

 

¡Levantamos la bandera internacionalista de la clase obrera revolucionaria!

Por la unidad internacionalista de los trabajadores en contra del imperialismo y su política guerrerista.

¡Por la derrota del enclave de Israel y el triunfo de la resistencia Palestina!

¡Abajo Milei! ¡Fuera el FMI!

¡Viva la lucha de la clase obrera mundial! ¡Viva la IV Internacional!

 

Vení al acto de nuestra corriente.

 

Ante la crisis capitalista y las políticas guerreristas

En el mundo se sigue desarrollando una etapa que hemos denominado de descomposición del imperialismo y procesos de asimilación de los ex Estados obreros.

Estados Unidos ha lanzado una guerra arancelaria como respuesta decadente de un imperialismo en crisis, que no logró estabilizar su hegemonía con las instituciones creadas en la posguerra, ni pudo asimilar a los ex Estados obreros al sistema de Estados capitalistas (lo cual implicaría la destrucción de sus fuerzas productivas, el desmembramiento territorial y la recomposición del imperio de la ley del valor reemplazando la centralización burocrática estatal por el sistema de monopolios, convirtiéndolos en semicolonias). Esto llevó a que todas las contradicciones del sistema, en crisis, hicieran eclosión en el corazón mismo de los Estados Unidos. Estamos en presencia de una política muy aventurera y delirante de ruptura del equilibrio inestable de posguerra. Es decir, que estamos presenciando una transición a una nueva reconfiguración de los equilibrios en un momento agudo de la crisis capitalista.

La economía mundial se encamina a una recesión con elementos de depresión, con crisis de deuda en las semicolonias y procesos inflacionarios en gran parte del planeta. El sistema capitalista expresa una crisis histórica en su organización de las relaciones sociales de producción y sus formas de dominación. Ha entrado en una contradicción explosiva, ya que no logra que la relación capital-trabajo sea contenida en las instituciones creadas para su dominación y no ha podido encontrar en el proceso histórico su reemplazo por otra forma de dominación estatal burguesa.

En este contexto internacional, los trabajadores de EE. UU. tienen la palabra. Deben enfrentar a Trump y sus aliados, recuperar los sindicatos de manos de la burocracia sindical y la aristocracia obrera históricamente ligada al Partido Demócrata y ganar sectores del proletariado para una política internacionalista y de unidad de ramas productivas en los distintos países donde ha penetrado el capital imperialista.

Ante la debacle del Reino Unido, la Unión Europea y el Estado de bienestar, que sólo tienen para ofrecer preparativos de guerra. La respuesta obrera debe ser abrir procesos revolucionarios que enfrenten a los gobiernos imperialistas que nos pusieron en esta situación.

Tenemos que frenar las políticas guerreristas del imperialismo en todo el mundo: para que en Medio Oriente triunfe la resistencia palestina y destruya al enclave israelí y todas las direcciones contrarrevolucionarias; para que el proletariado ucraniano y ruso enfrenten a sus gobiernos y desarrollen una guerra revolucionaria para derrotar el proceso de asimilación en curso; para que el proletariado chino sea parte de las luchas del proletariado mundial y enfrente el proceso de asimilación del ex Estado obrero.

Los trabajadores de todo el mundo debemos enfrentar esta situación histórica a nivel mundial con la fuerza de nuestra clase para destruir este sistema capitalista que sólo nos garantiza superexplotación y una vida miserable. A su vez, debemos combatir toda noción de conciliación de clases en nombre de “frentes antifascistas” para frenar a una supuesta “ultraderecha” y que llevan a defender la democracia burguesa detrás de variantes “progre” como Bernie Sanders, el Parti de Gauche, en los países imperialistas, o en sus formas semicoloniales al estilo del PT brasilero, el FA chileno, o las coaliciones peronistas en Argentina. Las corrientes trotskistas deben pelear por la independencia de clase y no recrear de forma degradada la táctica de Frente Único con partidos que no tienen ninguna base obrera y sólo llevan a confiar las instituciones burguesas.

Este 1º de mayo reafirmamos nuestra historia como clase y levantamos con firmeza las banderas de la Comuna de París, de la Revolución Rusa, de los mártires de Chicago y de los dirigentes obreros que murieron o fueron asesinados enfrentando a este sistema. Por eso, a 139 años de aquel 1° de mayo en el que la burguesía norteamericana asesinaba a los mártires de Chicago, es central retomar las tareas de los revolucionarios en la pelea contra el capitalismo y sus instituciones, especialmente los Estados nacionales. Luchamos por la destrucción del Estado burgués y nos apoyamos en la experiencia de la Revolución Rusa y su sistema soviético para seguir ese camino de lucha.

Para que se desarrolle el internacionalismo es de primer orden la reconstrucción de la IV Internacional, para dotar de una dirección revolucionario a este proceso histórico, para regenerar una vanguardia obrera que pueda dar una perspectiva marxista al proletariado mundial. Creemos que como primera tarea en esa dirección debemos llamar a una Conferencia internacional de las corrientes trotskistas que aun reivindican la dictadura del proletariado para discutir las tareas ante la situación mundial.

Para los trabajadores argentinos, la tarea es tirar de forma revolucionaria a Milei, romper el pacto con el FMI y el imperialismo norteamericano. Y que esto aporte para comenzar un proceso antimperialista en América Latina que barra con los gobiernos bonapartistas sui generis y abra camino, mediante la revolución obrera y socialista, a la Federación de Repúblicas Socialistas de América.

Por la unidad internacionalista de los trabajadores en contra del imperialismo y su política guerrerista.

¡Por la derrota del enclave de Israel y el triunfo de la resistencia Palestina!

¡Abajo Milei! ¡Fuera el FMI!

¡Viva la lucha de la clase obrera mundial! ¡Viva la IV Internacional!

 

 

Jueves, 17 Abril 2025 19:53

Milei al (des)gobierno, el FMI al poder


El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional vino a salvar la economía argentina de un estallido que hubiera generado una crisis mayor en la región, en medio de la pelea de EE.UU. por los aranceles y la definición del realineamiento de los países latinoamericanos con ellos o China. Pero el salvataje del Fondo es, centralmente, el salvataje de los grandes capitales extranjeros que podían perder ante un inminente default de deuda.
Lo que primero debemos aclarar es que no se acabó el cepo, se flexibilizó, ya que aún existen restricciones para que las grandes empresas saquen los dólares del país, pero también continúa el carry trade. La banda de flotación del dólar es una devaluación y no, como dicen, una flotación. Es decir, intentan contener la devaluación en un rango del 30% y ahí se empieza a ver la puja entre los distintos sectores capitalistas extranjeros y nacionales a ver quién gana más en esta pelea. Hay que agregar que todo el arco opositor sostuvo la misma línea devaluatoria del FMI con el argumento del atraso cambiario, incluso la burocracia sindical lo tomó como programa para bancar al sector exportador contra el importador. Es decir, todos entraron en una pelea burguesa que le hizo el juego al imperialismo y son cómplices de la destrucción del salario. Obviamente, los que siempre perdemos somos nosotros, los trabajadores, y nuestras condiciones de vida. Por eso, ante esta devaluación debemos plantear la reapertura de las paritarias.
El plan económico de Milei fracasó y tuvo que salvarlo el FMI, otra institución que no puede mostrar un plan que haya funcionado en su historia. Aunque hagamos muchos análisis de la coyuntura internacional y nacional para aproximarnos a una caracterización del momento, lo más importante es debatir qué herramientas tenemos para enfrentarlos y cuáles son nuestros aliados y nuestros enemigos.
Es evidente que hay una desorganización de la economía, lo cual es una característica del sistema capitalista, que es anárquico. Ante este escenario se nos plantea la tarea organizar la economía sobre nuevas bases sociales. Es central que retomemos el Programa de Transición para mostrar la potencialidad del poder estatal proletario, que limita de forma consciente y despiadada el derecho de los capitalistas a disponer sus bienes y el afán de lucro capitalista. Es falso que sólo existen dos Estados, uno presente y otro ausente, como pretenden hacernos creer las distintas fracciones burguesas y pequeñoburguesas. Nosotros peleamos por la destrucción del Estado burgués y, en la transición hacia el establecimiento de la dictadura del proletariado, por la injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista. Esta es una lección que dejó la generalización de la experiencia de la Revolución Rusa, que sofisticó la transición a la revolución obrera y socialista y sus tareas programáticas. Es el programa que se contiene en el control obrero de las ramas de la economía contra la desorganización, la escala móvil de horas de trabajo y salarios, como el sistema de trabajo de una futura sociedad socialista, el monopolio del comercio exterior como forma de enfrentar al monopolio capitalista. Estas son herramientas programáticas que nos permiten plantear una salida revolucionaria a la crisis y no las salidas estatistas y redistribucionistas que nos plantean distintas direcciones.
Es muy importante organizarnos en plenarios de delegados opositores con mandato de base, para un gran Congreso de delegados de base de ocupados y desocupados para derrotar a la burocracia sindical, que otra vez nos lleva a “defender la industria nacional” y a la reconstrucción del PJ, detrás de Kicillof y un sector patronal.
Nuestra tarea es pelear por ser la dirección revolucionaria de los procesos de la lucha de clase que se están desarrollando en nuestro país y en el mundo. Esto no pasa por una sumatoria o combinación de movimientos y sujetos, fórmula según la cual “el movimiento lo es todo y el partido pone la táctica”. Nosotros debemos desarrollar una vanguardia consciente organizada en partido revolucionario, es decir, formar la fracción comunista del movimiento obrero.
Hoy, ante la crisis mundial, la descomposición del imperialismo, los procesos de asimilación de los ex Estados obreros, un escenario de guerras y rearme militar de los Estados imperialistas, la respuesta de nuestra clase debe ser internacional, organizada en la IV Internacional reconstruida y sus secciones nacionales.

 

La suba de aranceles por parte de Trump del llamado - por él mismo- “Liberation Day” provocó una estrepitosa caída de las bolsas del mundo y del barril de petróleo, que luego se revirtió con la suspensión de las tasas por 90 días. Sin embargo, el aumento al 125% a China y el contrataque asiático con un 84% de aranceles a las importaciones de origen norteamericano, profundiza la inestabilidad del escenario mundial y da lugar al desarrollo de nuevas y fuertes turbulencias. La intentona de Trump, bautizada por los economistas de "experimento extremo" sacudió la economía mundial antes de poder implementarse, con pérdidas de billones de dólares y abre un escenario de mediano plazo de crisis políticas en las principales potencias.

Porqué esta crisis es diferente a la del 2008

El 2008 estuvo cruzado por el colapso del mercado inmobiliario yanqui y el estallido de las subprime. Lo que caracterizó el período fueron los fabulosos rescates a las burguesías financieras que llevaron adelante los estados imperialistas. Esto, al tiempo después, generó un fuerte proceso de crisis políticas y lucha de clases fundamentalmente en Europa, producto de la aceleración de la destrucción del viejo Estado de bienestar.

La economía mundial nunca se recuperó del todo, y sobre este proceso se añadió la recesión brutal del 2020 con la pandemia.

Ante la crisis bursátil de estos días, economistas cercanos a Trump salieron rápidamente a decir que el desastre bursátil no tiene nada que ver con el 2008 porque no se trata de una crisis sino de “una negociación gigante” (Akshat Shrivastava, 2025). Si bien es correcto, y es la idea de Trump forzar una negociación mundial para reorganizar la producción a escala global en función de una nueva división del trabajo, se produjo una especie de crisis autoinflingida porque a) la descomposición capitalista impide una relocalización ordenada de capitales; b) viene de varias crisis acumuladas una sobre otra como la del 2008 y la del 2020; c) los países en vías de asimilación constituyen un verdadero obstáculo para dicha relocalización. Por ejemplo, Howard Lutnick, el secretario de comercio de Trump justificó la imposición de aranceles masivos (incluso a islas deshabitadas) para evitar triangulaciones. Pero lo que deja en evidencia es que, justamente, son las semicolonias que tienen porcentajes de aranceles menores (10%) las que podrían ser utilizadas por China para hacer todo tipo de triangulaciones, por lo que deberá buscar salidas más políticas que comerciales. El hecho de que Rusia no esté en la lista significa que habrá una negociación aparte.

El 2008 puso en evidencia una crisis de valorización del capital, relacionada a las burbujas sobre ramas poco ligadas a la producción y el rol de los estados imperialistas que buscaron evitar la necesaria destrucción de capitales que debería realmente sentar las bases de las nuevas relaciones entre clases, sectores de clases y estados.  Esto es en definitiva el principal aliciente de las tendencias guerreristas que se vienen desarrollando. El plan aventurero de Trump busca abiertamente enfrentar las crisis del equilibrio de posguerra "organizando" esa destrucción a partir del peso (económico y político-militar) del imperialismo norteamericano. Pretende reconfigurar los monopolios para sus objetivos imperialistas, cuestión que se complica por la transnacionalización del capital

Otro de los problemas más importantes es que a diferencia del 2008, la política de Trump le complica el frente interno ya que afecta a un sector importante de la pequeña burguesía norteamericana, debilitando su base social. En cuanto al proletariado, el gobierno intenta desarrollar una especie de competencia ridícula basada en una clase obrera blanca que es más cara que la china pero “mejor”, cuestión que hasta ahora no ha sido demostrada y que, en realidad, esconde el verdadero interés por atacar sus conquistas.

La burguesía ensambladora

A las lágrimas vertidas por la burguesía norteamericana por un pasado industrial que ya no volverá, se suma una de las actividades favoritas de los yanquis: hallar el enemigo externo para echarle la culpa de todos sus males, en este caso, China. Peter Navarro, uno de los entusiastas cruzados de la epopeya MAGA, acusando burlonamente a Musk de “ensamblador”, oscila del enfrentamiento a la emulación, envidiando la productividad china en base a la superexplotación de los trabajadores, y soñando con el abaratamiento de la mano de obra norteamericana.

Pero China tiene algo de lo cual que EEUU carece: una planificación, aunque burocrática, de la economía que le permite establecer sus propias reglas en cuanto a la productividad del trabajo. Por más que Trump y sus secuaces pretendan endurecer un bonapartismo implacable, y se pongan contentos porque los países “le besan el trasero”,  la ley del valor impera sobre sus aspiraciones y la decadencia imperialista conspira contra cualquier intento de desarrollo sostenido de fuerzas productivas.

Sin embargo, Trump hace el diagnóstico correcto al poner el foco en la esfera de la producción. Es que el 2008 les restregó en la cara las consecuencias de cierto parasitismo norteamericano sobre la especulación financiera y las high tech. Ahora intentan, desesperadamente, sentar las bases para una transformación importante en el escenario mundial, que, dada la enorme descomposición imperialista que viene marcando la etapa, acelerará los procesos de regionalización que ya veían desarrollándose, profundizará las tendencias guerreristas y generará todo tipo de crisis políticas en las cuales hay que ver cómo interviene la clase obrera internacional y sus organizaciones.

Los ex estados obreros en vías de asimilación

Como dijimos, los procesos complejos y catastróficos de asimilación de los ex estados obreros al sistema imperialista implican desequilibrios en la economía mundial y constituyen un gran escollo para las expectativas de propiciar una relocalización de capitales por parte de la administración Trump.

No se puede descartar, por tanto, que el desarrollo de los acontecimientos ponga en perspectiva la agudización de las guerras comerciales hacia tendencias belicistas de mayor envergadura.

Asistimos de esta manera a una ruptura categórica de los equilibrios inestables que fueron establecidos en la posguerra, y se abrirá un proceso turbulento donde se pondrán a prueba las formas de dominación imperialista fundamentalmente en la relación entre el estado y el capital

En líneas generales se abre una etapa de carácter histórico que recién comienza y no sabemos qué alcance puede llegar a tener, por lo que es importante tener en cuenta que no se puede poner un signo igual entre los tiempos económicos y los políticos, así como la capacidad de respuesta y organización de nuestra clase en general y la de los países en vías de asimilación en particular.

 

 

La movilización del 9 de abril en defensa de los jubilados y el paro del 10 demostraron que lo que comenzó como una resistencia en contra de la política del gobierno de sectores de vanguardia a las políticas de ajuste de Milei y sus aliados pasó a una nueva fase, donde se han incorporado grandes franjas de sectores del movimiento obrero industrial, de servicios y logística. Se ha abierto un gran debate en amplios sectores de masas, tanto entre los que pararon como entre algunos que no pudieron parar, sobre qué hacer con Milei. A un año y medio de gobierno, el presidente no puede mostrar ninguna mejora en las condiciones de vida y ahora prepara un nuevo ajuste vía devaluación, acuerdo con el fondo y una aceleración de la inflación. De hecho, el día después del paro se conoció el índice mensual de inflación de 3,7%, sin que se den aún la devaluación y el acuerdo, lo cual anticipa un escenario más agudo. Es sintomático que aun los escenarios de desvío como las elecciones no logran imponerse, como tampoco las opciones de frentes anti Milei que se intentaron en el acto del 24 de marzo, ni logran sacar los conflictos de las calles y los lugares de trabajo para llevarlos a las instituciones del régimen. En este escenario caótico, la situación mundial acelera la crisis económica y política de un gobierno que fracasó en sus políticas económicas y ahora debe recurrir al salvataje externo en un momento convulsionado por la guerra comercial.

Por eso, a pesar de la política de la burocracia sindical, que intentó con el paro dar una respuesta contenedora a los procesos agudos de lucha que se expresaban de forma condensada en la lucha de los jubilados los miércoles enfrentando la represión por el gobierno, no han podido cumplir con el objetivo. El paro aislado no va a poder frenar los ataques que se vienen y a la vez este paro se dio de forma preventiva, por lo tanto quedó demostrado que debe tener continuidad, ante el recrudecimiento de los ataques que se vienen a los salarios y nuestras condiciones de vida. La burocracia se borró de militar el paro y a pesar de eso se paró en las grandes fabricas automotrices, en las metalúrgicas, en los bancos, en los puertos y, centralmente, el paro se hizo en Vaca Muerta.

Esto muestra que las fuerzas para enfrentar y derrotar al gobierno de Milei están. Las relaciones de fuerza se miden en la producción, es ahí donde está la base de dominación de la burguesía y sus instituciones. De ahí el pánico del gobierno de Milei, que tuvo que salir a desmerecer la medida diciendo que el paro fue un fracaso pero después tuvo que reconocer todo lo que perdió el empresariado por el paro. La escuchamos a Bullrich diciendo que ya no hay más paros generales en el mundo, demostrando un temor visceral a los métodos de la clase obrera, que indefectiblemente van a volver a nivel mundial si la salida que pretenden dar el imperialismo y los países en proceso de asimilación como China son guerra y ataque a los trabajadores para pagar la crisis que no generamos.

Tenemos que impulsar un 1 de mayo internacionalista y combativo con actos y concentraciones en todas las provincias, donde se expresen los trabajadores que desde el primer día se enfrentaron al gobierno, los compañeros que se destacaron en la resistencia a este ajuste y los trabajadores que luchan contra la burocracia sindical en sus fábricas y son referentes. Hagamos actos con independencia de clase, en los que se plantee la necesidad de impulsar una dirección revolucionaria que sea una dirección alternativa a los frentes anti Milei y las salidas electoralistas de una dirección contrarrevolucionaria como son el PJ y sus variantes.

Por eso, debemos redoblar la militancia en las estructuras para preparar las condiciones de imponer un nuevo paro general, la reapertura de las paritarias ante el inminente salto devaluatorio y votar delegados en las asambleas de los lugares de trabajo para llamar a un Congreso de delegados de base con mandato de ocupados y desocupados. En el camino de este Congreso impulsar plenarios de oposición sindicales por rama para organizar al activismo, no sólo en el plano sindical, sino apuntando a responder a la necesidad de la construcción de partido revolucionario como sección de la IV Internacional reconstruida.

● Abajo el protocolo de Bullrich. Es necesario discutir y organizar la autodefensa contra la represión del régimen cuando salimos a luchar.

● Por la disolución de la policía y de todo el aparato represivo.

● Abajo el plan motosierra y licuadora de Milei y sus aliados.

● No al pago de la deuda externa. ¡El FMI, afuera!

● ¡Abajo Milei! Derrotemos el ajuste del imperialismo, Milei y los gobernadores. Por un gobierno obrero.

● Por el triunfo de todas las luchas obreras. Impulsemos la solidaridad de clase en todos los lugares de trabajo.

● Por un Congreso de delegados de base con mandato de trabajadores ocupados y desocupados. Impongamos un plan de lucha a la CGT y CTAs con paros generales para preparar la Huelga General.

 

Domingo, 06 Abril 2025 21:03

EIC # 91

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Domingo, 06 Abril 2025 20:58

EIC # 90

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Viernes, 04 Abril 2025 21:07

Trump y el delirio imperialista

El 2 de abril el gobierno de Estados Unidos, con Trump a la cabeza, lanzó una guerra arancelaria que de seguro se convertirá en una guerra comercial a nivel mundial. La gran mayoría de los analistas anuncian que esto traerá más inflación y recesión a la economía mundial, que no logra salir de la crisis abierta desde el 2008.

Esta guerra arancelaria es la respuesta decadente de un imperialismo en crisis, que no logró estabilizar su hegemonía con las instituciones creadas en la posguerra, ni pudo asimilar a los ex Estados obreros al sistema de Estados capitalistas. Esto llevó a que todas las contradicciones del sistema capitalista en crisis hicieran eclosión en el corazón mismo de los EE.UU. Podemos decir que estamos en presencia de una política muy aventurera y delirante de ruptura del equilibrio inestable de posguerra. Es decir, que estamos presenciando una transición a una nueva reconfiguración de los equilibrios en un momento agudo de la crisis capitalista

EE.UU. expresa de forma visible la descomposición más general del sistema capitalista y sus formas de dominación, que entraron en crisis en el 2008 y se agudizaron con la pandemia. El imperialismo yanki no puede resolver su pérdida de liderazgo mundial con su política guerrerista y ahora comercial. Debe recurrir a un nacionalismo económico reaccionario para intentar recrear un crecimiento industrial que le permita eliminar competidores, centralmente europeos, para concentrarse en frenar el avance de China. Para eso debe no sólo rediscutir la exportación de capitales, sino la reindustrialización de su propio país y recuperar una base de aristocracia obrera garante de sus planes imperialistas. Este proyecto de Trump implica también conflictos domésticos, ya que este “barajar y dar de nuevo” también implicará luchas intestinas entre fracciones burguesas (industriales, tecnológicas) y procesos de lucha de clases. En la cabeza de Trump y sus asesores el plan es perfecto, en la realidad es delirante. Los procesos históricos y la lucha de clases no pasaron en vano y esta idea, que se quiso implementar en los orígenes de la creación del imperialismo norteamericano, fracasó y, hoy, en su decadencia es más complicado que triunfe.

Lo que debemos tener en cuenta es que el imperialismo es reacción en toda la línea y es necesario enfrentar este ataque, porque va a significar un rediseño de la relación capital-trabajo. Eso se traduce en mayor explotación de la fuerza de trabajo y caída en las condiciones de vida, con la intención de llevarnos a una guerra y establecer una nueva relación de fuerzas entre las clases a nivel mundial.

Por eso es central recuperar el internacionalismo proletario y no caer en las políticas de los Estados y sus burguesías, que con el verso de que debemos enfrentar al imperialismo norteamericano y su política de aranceles, intentarán bajar aún más nuestras condiciones de vida para, supuestamente, poder competir.

En este contexto internacional, los trabajadores de EE.UU. tienen la palabra. Deben enfrentar al verdugo que está en la Casa Blanca, recuperar los sindicatos de manos de la burocracia sindical y la aristocracia obrera históricamente ligada al Partido Demócrata y ganar sectores del proletariado para una política internacionalista y de unidad de ramas productivas en los distintos países donde ha penetrado el capital imperialista.

Ante la debacle del Reino Unido, la Unión Europea y el Estado de bienestar, los gobiernos de esos Estados están queriendo llevar a los trabajadores a otra guerra. La respuesta obrera debe ser abrir procesos revolucionarios que enfrenten a los gobiernos imperialistas que nos pusieron en esta situación.

Tenemos que frenar las políticas guerreristas del imperialismo en todo el mundo: para que en Medio Oriente triunfe la resistencia palestina y destruya al enclave israelí y todas las direcciones contrarrevolucionarias; para que el proletariado ucraniano y ruso enfrenten a sus gobiernos y desarrollen una guerra revolucionaria para derrotar el proceso de asimilación en curso; para que el proletariado chino sea parte de las luchas del proletariado mundial y enfrente el proceso de asimilación del ex Estado obrero en la perspectiva de ser parte de la vanguardia obrera que prepare los requisitos para la reconstrucción de la IV Internacional y sus secciones nacionales.

Para los trabajadores argentinos, la tarea es tirar de forma revolucionaria a Milei, por eso tenemos que impulsar con todo la movilización con los jubilados el 9/4 y el paro general del 10/4, que la propia burocracia que lo convocó está ahora tratando de boicotear, e impulsar un plan de lucha para, de esa forma, romper el pacto con el FMI y el imperialismo norteamericano. Y que esto aporte para comenzar un proceso antimperialista en América Latina que barra con los gobiernos bonapartistas sui generis y abra camino, mediante la revolución obrera y socialista, a la Federación de Repúblicas Socialistas de América.

 

 

 

 


Desde los sectores que venimos enfrentando al gobierno de Milei desde el primer día en las calles y en los lugares de trabajo, tenemos que impulsar que el paro del 10 de abril sea activo, con asambleas previas para garantizar la medida. Organicemos piquetes de convencimiento y preparemos actos independientes en los parques industriales, donde podamos debatir cómo la seguimos hasta derrotar a este gobierno.


La burocracia tuvo que salir a llamar a paro general debido a que gran parte de los trabajadores comenzaron a enfrentar al gobierno y tomaron el reclamo de los jubilados como propio. La burocracia sindical convoca este paro, pero encorsetando la acción para que todo quede dentro de los marcos legales de un semi Estado en descomposición. Ese es el rol que cumple la burocracia sindical cuando está estatizada, porque debe defender a su Estado y, por lo tanto, sus privilegios. Pero la principal contradicción es que debe hacerlo con métodos obreros y poniendo en estado de movilización a una clase que es antagónica a la burguesía y puede atacar las bases de régimen burgués, que está en la producción. Por eso es central pelear por la independencia de los sindicatos del Estado y por tirar abajo la ley de asociaciones profesionales y toda ley que ate nuestras organizaciones al Estado burgués.


Por eso debemos hacer que el paro sea activo, planteando en cada asamblea la reincorporación de los compañeros despedidos, el aumento salarial para recuperar todo lo perdido con los gobiernos anteriores y la pandemia. Hay que expulsar a los delegados que no hicieron nada ante el ataque. Elijamos delegados entre los compañeros dispuestos a organizar la lucha en cada lugar de trabajo y prepararnos para enfrentar a este gobierno, sus aliados y el FMI, hasta derrotarlo.


Nuestra tarea es reagrupar a la vanguardia en los sindicatos, con plenarios de oposición nacional que preparen las condiciones para un Congreso de delegados de base con mandato. El objetivo es que ese sector se plantee como dirección de una franja significativa de trabajadores ocupados y desocupados para continuar la lucha con un programa transicional y con organización, no sólo ante la situación nacional, sino también ante una situación internacional signada por la crisis y las guerras.


Votemos en las asambleas marchar el miércoles 9 con los jubilados y el 10 hacer piquetes en los accesos a las ciudades y parques industriales para garantizar el paro y mostrarle a la burguesía y a la burocracia sindical que con los trabajadores no se jode y cada vez está quedando más en claro quiénes son nuestros enemigos.


La salida no va a ser electoral, ni con supuestas unidades de acción con conciliadores de clase, como pasó en la marcha del 24 de marzo cuando un sector unificó el acto con el PJ y la burocracia sindical. Va a ser con independencia de clase y luchando por la construcción de un partido revolucionario como expresión de la vanguardia comunista dentro de las filas obreras.


● Abajo el protocolo de Bullrich. Es necesario discutir y organizar la autodefensa contra la represión del régimen cuando salimos a luchar.

● Por la disolución de la policía y de todo el aparato represivo.

● Abajo el plan motosierra y licuadora de Milei y sus aliados.

● No al pago de la deuda externa. ¡El FMI, afuera!

● ¡Abajo Milei! Derrotemos el ajuste del imperialismo, Milei y los gobernadores. Por un gobierno obrero.

● Por el triunfo de todas las luchas obreras. Impulsemos la solidaridad de clase en todos los lugares de trabajo.

● Por un Congreso de delegados de base con mandato de trabajadores ocupados y desocupados. Impongamos un plan de lucha a la CGT y CTAs con paros generales para preparar la Huelga General.

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