El pasado 4 de octubre apareció sin vida, colgado de una reja pública, el dirigente sindical de los pescadores y referente de movimientos ambientalistas de la V Región, Alejando Castro. Las circunstancias de su fallecimiento llaman la atención de todo el activismo y ponen en duda con total fundamento la hipótesis de un suicidio, toda vez que las manifestaciones contra la contaminación se han visto duramente reprimidas tanto por carabineros como por la armada.
Las protestas contra la contaminación se sucedieron luego de que más de 300 personas, en su mayoría ancianos y niños, llegaran con síntomas de intoxicación a los hospitales, episodio que desde entonces no ha parado de reiterarse, teniendo todos los días nuevos afectados.
El gobierno respondió con medidas administrativas, sin conocer ni investigar la fuente de la contaminación, con el cierre parcial de las plantas de propiedad estatal como la refinería de ENAP. Con este tipo de medidas se colocó directamente sobre la cabeza de los trabajadores la amenaza de la reducción de personal y desvinculaciones masivas.
Estas zonas industriales fueron definidas por los gobiernos burgueses de todos los colores como “zonas de sacrificio”. Es decir, lugares destinados al desarrollo de la explotación de los recursos naturales sin ningún tipo de obstáculo o regulación industrial como parte de la lógicas anárquicas del capitalismo mundial que concentra en distintos puntos centros productivos, lo que forma parte fundamental del “modelo chileno” ligado y subyugado al capital financiero internacional. Baste como ejemplo de vasallaje y pleitesía de este modelo la imagen de Piñera entregando a Trump una bandera norteamericana que tomaba una minúscula estrella representando la bandera de su “patria”. Algo que no hizo sentir incómodo a ninguno de los parlamentarios burgueses ya que ven como algo completamente natural la sujeción del país y sus destinos al imperialismo.
Esta es la verdadera democracia, la forma acaramelada con la que se cubre la dictadura del capital, la dominación imperialista y el régimen de la explotación del hombre por el hombre. De este modo, la “democracia” del sufragio universal periódico que sirve el juego de la charlatanería parlamentaria, complementa su esencia con sus cárceles, con sus fuerzas represivas, sus servicios de inteligencia, en defensa de la propiedad privada capitalista. Por ello es que no tienen el menor pudor a la hora de perseguir, reprimir y hasta aniquilar al activismo obrero y estudiantil.
El nombre de Alejandro Castro estuvo ausente en los discursos que tanto oficialismo como oposición hicieran con motivo de la conmemoración de los 30 años del plebiscito que iniciara la transición tutelada por el Estado de la dictadura de Pinochet a los gobiernos concertacionistas. Y es que Alejandro Castro es uno más de los tantos trabajadores y activistas populares que fueron ejecutados en la defensa de esta democracia para ricos. Cabe recordar a luchadores de nuestra clase como Rodrigo Cisternas, Juan Pablo Jimenez o Nelson Quichillao o también luchadores sociales como Matías Catrileo, Alex Lemún, Macarena Valdés y un largo etcétera que fueron asesinados en democracia.
No podemos dejar la investigación de estos sucesos en manos de los organismos del Estado. Es necesario levantar una comisión investigadora independiente dirigida e impulsada por los sindicatos de la región. Junto con esta investigación se vuelve primordial luchar por implementar un plan obrero de producción que se apropie de todos los recursos necesarios para eliminar la contaminación, enfrentar los despidos e imponer la escala móvil de horas de trabajo. Para ello será prioritario desarrollar el control obrero de los sindicatos sobre la producción a fin de impedir el boicot capitalista a estas medidas.
La lucha por la verdad y justicia para esclarecer el crimen de Alejando Castro debe estar en manos de la clase trabajadora, en lucha contra la democracia de los explotadores.
Por una salida obrera a la crisis
Después del segundo acuerdo con el FMI, donde se aumentó el préstamo y se adelantaron los desembolsos para asegurar un 2019 supuestamente tranquilo, el ministro Dujovne llamó a “tener paciencia” y a prepararnos por meses duros y de fuerte recesión.
El acuerdo con el FMI terminó de sellar la nula independencia del gobierno y convirtió a Macri en un simple “empleado del mes” del imperialismo. Los empresarios y la oposición patronal del PJ (expresada en los gobernadores) sus variantes K y la burocracia sindical se han ubicado como garantes de la gobernabilidad. Esto quedó demostrado con el debate por el presupuesto, en donde -con matices- todo este arco ha definido apoyar el ajuste.
El ataque al conjunto de los trabajadores es descomunal. La caída del salario real, la inflación, los despidos y suspensiones nos obliga a responder para que no seamos nosotros los que paguemos la crisis.
Mientras, nos bombardean con millones de recetas económicas, unas apostando nuestro destino al capital extranjero y sus inversiones y otras haciendo demagogia sobre el “desarrollo industrial nacional” y el fortalecimiento del rol del estado y sus instituciones. Todas ellas comparten la misma idea, sean gradualismo o shock, sea inversiones extranjeras o desarrollo del mercado interno, todas parten de la idea de que hay que salvar el Estado y proponen a los trabajadores seguir a uno u otro capitalista, asegurando la dominación política sobre la única clase que produce valor, que es la clase obrera. En un “desarrollo de la industria nacional” los explotados vamos a seguir siendo explotados, sólo cambian de apellido los explotadores.
En estos últimos días hemos visto regresar a la arena pública a Massa, los cristinistas, los pejotistas y sus curas aliados, que durante 12 años sostuvieron el capitalismo de amigos del gobierno k y que hoy aprovechan el descontento con el macrismo para armar sus proyectos electorales de cara al 2019. Hablan de fortalecer las pymes “que dan trabajo” cuando fueron justamente los patroncitos nac and pop los que sostuvieron la red de precarización laboral de la “década ganada”. De repente les importan los pobres, cuando durante estos 12 años usufructuaron el precio de la soja con un 30% de pobreza y desocupación. Y ahora nos dicen que tenemos que rezar con Bergoglio para que se vaya Macri y venga….algún peronista con cara de bueno.
Los burócratas sindicales, ya sean los dinosaurios de la CGT, Moyano o la corriente federal, son correa de transmisión de esta ideología patronal entre los trabajadores. Mientras dejan pasar el ajuste sin pelear, nos dicen que hay que esperar al 2019 y “votar bien”. Todo dentro de la institucionalidad.
Los marxistas en cambio, decimos que la lucha de clases es en última instancia la lucha por la plusvalía, la lucha por el excedente que se apropia el sistema capitalista de nuestro trabajo. Eso es lo que timbean en los mercados los cráneos de la city, juega con nuestro sudor y sangre para garantizar su existencia parasitaria como clase. Por eso jamás puede haber una salida nacional a la crisis actual argentina sino unimos nuestros esfuerzos con los trabajadores en una primera instancia latinoamericanos que están sufriendo el ataque del FMI y sus gobiernos de turno.
Ante este escenario debemos intervenir de forma independiente, abriendo una deliberación al interior de nuestra clase en cuanto a la necesidad de mostrar por qué los trabajadores podemos dirigir los resortes de la economía y preparar los requisitos para la lucha por el poder.
Decimos abajo el macrismo, ya que, con la acción independiente de los trabajadores y nuestros métodos de lucha de clases, como los paros las huelgas, las ocupaciones debemos tirar a este gobierno, donde cada día que pasa en el poder implica más sufrimiento para nuestra clase. Por un gobierno obrero, que parta de la destrucción del estado capitalista, la expropiación y el control obrero de la producción, es decir la dictadura proletaria y su extensión internacional. Estos procesos implican la necesidad de levantar un programa de transición y la construcción del partido revolucionario internacional para el desarrollo y triunfo de la revolución y sus transiciones.
El triunvirato de la CGT convocó a un paro general para el 25 de setiembre, ya que las negociaciones con Macri fracasaron. De esta manera salen de la tregua con el gobierno contener la bronca de los trabajadores y buscar canalizar el descontento en una salida dentro de los marcos de las instituciones burguesas. Mientras la CGT estaba en su tregua, se desarrollaron procesos de luchas obreras en distintos puntos del país, en estatales como el Hospital Posadas, tomas de universidades, agroindustria, mineros de Rio Turbio, Luz y Fuerza en Córdoba o el conflicto de astilleros Rio Santiago, con ocupación con los gerentes adentro, por nombrar los más recientes, mostrando que disposición a la lucha no falta.
La corrida del dólar en estos meses y después el acuerdo con el FMI, implicaron una brutal devaluación con las consecuencias conocidas: mayor carestía de la vida, pérdida del salario real, despidos y suspensiones. Quedó más que claro el fracaso del plan Macri, recurriendo al FMI en un intento de salvar a su clase capitalista del desastre económico, y profundizar el ajuste que le reclaman los empresarios, cansados del gradualismo bobo y sus magros resultados.
El ajuste “made in USA” no solucionará la crisis económica. El presupuesto (con el tristemente célebre déficit cero) presentado por el macrismo y escrito por el FMI, ha logrado el apoyo de la oposición burguesa que con un PJ, el massimo y los K (con sus matices), intentará, a pesar de tener una debilidad muy grande como mediación, llevar todo al plano parlamentario y electoral en un lejano 2019.
Por una salida obrera
El Paro de la CGT no sólo no sirve porque es una medida asilada sin continuidad con un plan de lucha. Lo más grave es su programa basado en la defensa de la industria nacional, es decir, en defensa de los patrones “nacionales”. Contra esta trampa necesitamos oponerle un programa revolucionario, transicional, que prepare a los trabajadores para la lucha por el poder.
Ante los acontecimientos no hay atajos. Debemos atacar la base de todo el régimen burgués, es decir, la producción. Somos los trabajadores quienes podemos parar los tarifazos, los despidos y demostrar que, ante el caos capitalista, podemos organizar la economía sobre otras bases.
Por eso es central recuperar los sindicatos para que sean independientes de Estado y ponerlos en función de la lucha y ampliar sus funciones en la necesidad de organizar la economía, peleando por la destrucción del Estado y no para mejorar su maquinaria.
Hay que pelear para tirar abajo el pacto de Macri, los gobernadores y el FMI, y reabrir las paritarias en las ramas en las que ya se firmaron, ante la escalada de la inflación.
Asambleas en los lugares de trabajo para imponer un paro nacional activo, ocupación de las fábricas ante despidos y ocupación de los ministerios. Por delegados paritarios para negociar con las empresas, y convenio único para terminar con la tercerización.
Preparar un Congreso de Delegados de Base con mandato para impulsar un programa de salida a la crisis. Plenarios de la Oposición en las distintas ramas para conformar una oposición sindical revolucionaria.
Una lucha programática
Las concepciones estatistas liquidan el desarrollo de una vanguardia que pueda, con un programa revolucionario, enfrentar al Estado y al imperialismo y preparar las condiciones para el establecimiento de la dictadura proletaria y la edificación internacional del socialismo, a partir de la destrucción del Estado burgués. Salidas institucionales como una Asamblea Constituyente, diluyen el poder del proletariado.
Es necesaria una deliberación en la clase obrera, para que podamos discutir un programa transicional que logre enfrentar a nuestros enemigos de clase y a nuestros enemigos en nuestras propias filas, la burocracia, y desarrollar las condiciones para construir el partido revolucionario.
Em 3 de setembro de 1938, se realizou a conferência de fundação em Paris, na qual 26 delegados representaram 11 seções de 29 afiliadas (segundo informe do Secretariado Internacional). Trotsky não pôde comparecer, já que ele estava exilado no México. Várias delegações não puderam viajar por diversos problemas, como perseguições ou dificuldades econômicas (não se pode esquecer que o stalinismo buscava impedir a formação da Internacional). Um dos organizadores, Rudolph Klement, foi assassinado antes da conferência e muitos documentos importantes foram perdidos. Erwin Wolf e Leon Sedov, filho de Trotsky, também foram mortos pela GPU pouco antes da realização da Conferência.
Trotsky defendia a necessidade da formação da IV Internacional, com o objetivo de regenerar uma direção revolucionária frente ao declínio da Terceira Internacional dirigida pelo stalinismo.
Diante do cenário mundial, que se encaminhava para a Segunda Guerra Mundial depois de inúmeras derrotas em processos revolucionários como o espanhol ou alemão, no qual o stalinismo provou ser uma direção contrarrevolucionária, era necessário recuperar uma continuidade teórica e política do marxismo revolucionário, tão espancado naquele momento.
A formação da IV Internacional tinha a intenção de criar uma nova direção revolucionária, com um Programa de Transição, que foi a expressão dos resultados da revolução russa generalizada para todo um processo. Levantou as tarefas históricas do proletariado para destruir o sistema capitalista.
Oitenta anos após sua formação, essas tarefas históricas permanecem intactas, mas ainda subsiste o problema da liderança revolucionária. Retirar as lições programáticas das várias tendências centristas que dirigiram a IV Internacional até seu desaparecimento virtual, é uma tarefa necessária para recuperar o Programa de Transição da influência estatista, sindicalista e reformistas que levaram a que muitas correntes se degenerassem e se adaptassem ao sistema capitalista.
Reconstruir a IV Internacional é tentar resolver a crise de direção revolucionária e preparar a luta pelo poder, recuperar o Programa de Transição e desdobrar a ação revolucionária frente a uma crise global que segue seu curso.
Os revolucionários nos encontramos diante de processos históricos sem precedentes: um processo de decomposição do imperialismo e um processo de assimilação dos ex-Estados Operários. Porém, temos ferramentas teóricas e políticas deixadas pelo marxismo. A teoria de Marx e Engels, a teoria da Revolução Permanente, a do imperialismo, a teoria do Partido Revolucionário, o programa das Internacionais em sua fase revolucionária, o Programa de Transição e muitas lições programáticas de processos vivos de luta de classes.
Fazemos nossas, a 80 anos da formação da IV Internacional, a definição programática da IV que fazia Trotsky. A Quarta Internacional pode ser definida em três palavras: Pela ditadura do proletariado!
Traduzido por LOI - Brasil
¡Viva la IV Internacional, el partido mundial de la revolución socialista!
El 3 de septiembre de 1938 se realizó la conferencia de fundación en Paris, donde 26 delegados representaron a 11 secciones, sobre 29 afiliadas (según el informe del Secretariado Internacional). Trotsky no pudo concurrir, ya que estaba en el exilio en México. Varias delegaciones no pudieron viajar por diversos problemas, como persecuciones o apremios económicos (hay que recordar que el estalinismo buscaba impedir la formación de la Internacional). Uno de los organizadores, Rudolph Klement, fue asesinado antes de la conferencia y se perdieron muchos documentos importantes. Erwin Wolf y León Sedov, el hijo de Trotsky, también fueron asesinados por la GPU poco antes de la realización de la Conferencia.
Trotsky sostenía la necesidad de la formación de la IV Internacional, con el objetivo de regenerar una dirección revolucionaria ante la debacle de la III Internacional dirigida por el estalinismo.
Ante el escenario mundial, que se encaminaba a la segunda guerra mundial después de un sinfín de derrotas en procesos revolucionarios como el español o el alemán, donde el estalinismo mostró ser una dirección contrarrevolucionaria, era necesario recobrar una continuidad teórica y política del marxismo revolucionario, tan vapuleado en esa época.
La formación de la IV Internacional intentó crear una nueva dirección revolucionaria, con un Programa de Transición, que fue la expresión de las conclusiones de la revolución rusa generalizada para todo un proceso. Planteó las tareas históricas del proletariado para destruir el sistema capitalista.
A 80 años de su formación, esas tareas históricas siguen intactas, pero aún subsiste el problema de la dirección revolucionaria. Sacar las lecciones programáticas de las distintas tendencias centristas que dirigieron la IV Internacional hasta su virtual desaparición es una tarea necesaria para recuperar el Programa de Transición de la influencia estatista, sindicalista y reformistas que llevaron a que muchas corrientes degeneraran y se adaptaran al sistema capitalista.
Reconstruir la IV Internacional es intentar saldar la crisis de dirección revolucionaria y preparar la lucha por el poder, recuperar el Programa de Transición y desplegar la acción revolucionaria ante una crisis mundial que sigue su curso.
Los revolucionarios nos encontramos ante procesos históricos inéditos: un proceso de descomposición del imperialismo y un proceso de asimilación de los ex estados obreros. Pero tenemos herramientas teóricas y políticas legadas del marxismo. La teoría de Marx y Engels, la teoría de la Revolución Permanente, la del imperialismo, la teoría del Partido Revolucionario, el programa de las internacionales en su fase revolucionaria, el Programa de Transición y tantas lecciones programáticas de procesos vivos de lucha de clase.
Hacemos nuestras, a 80 años de la formación de la IV Internacional, la definición programática de la IV que hacía Trotsky. La Cuarta Internacional se puede definir en tres palabras ¡Por la dictadura del proletariado!
¡Fuera el FMI! ¡Derrotemos al gobierno de Macri!
Por una salida obrera y socialista
El macrismo ha fracasado como garante capitalista de los negocios de su clase. Por esto, en los hechos, ha sido reemplazado por el capital extranjero, representado por el FMI, generando una crisis general en la dominación política. Esto tenderá a expresarse por un lado con una exacerbación de la lucha de clases y por el otro con peleas entre las distintas fracciones burguesas y pequeño burguesas.
En este escenario convulsivo que coloca a la Argentina como uno de los eslabones débiles que pueden incidir en el desarrollo más catastrófico de la crisis mundial, debemos abrir una deliberación al conjunto de nuestra clase para no ser los trabajadores quienes paguemos la crisis que los capitalistas generaron.
Gran parte de las corrientes trotskistas han encontrado una fórmula mágica en el llamado a una Asamblea Constituyente libre y soberana con poder. Y de ahí se complementan otras consignas como huelgas, paros, “fuera Macri” y otras medidas democráticas que permitirían salir de la crisis.
Es importante señalar que, a pesar de los matices en cuanto a cómo la formulan las distintas corrientes, todas coinciden en que es una consigna por la lucha por el poder. Es decir, utilizar la propuesta más radical de la democracia burguesa para desenmascarar su carácter reaccionario.
De dónde sale la consigna de AC
En su desarrollo histórico la idea de Asamblea Constituyente (AC) fue estudiada por los revolucionarios en un momento de formación de los Estados capitalistas, en el punto de la relación entre la revolución burguesa y la revolución proletaria. Hoy estamos en un proceso histórico donde los Estados nación están en franca descomposición y en el cual se plantea una relación más compleja entre revolución y contrarrevolución.
Insistir hoy con la AC es una proposición ahistórica que confunde a la vanguardia, colocando al proletariado como una oposición reformista al régimen, educando a las masas en que el Estado burgués es indestructible. Plantear que la AC tomaría el poder político con dirección del proletariado, es decir que puede haber un organismo burgués con dirección proletaria. Si eso no es conciliación de clase, difícil ejemplificarla de otra manera.
Salvo que se sinceren y vuelvan al planteo de que se puede pasar en la época imperialista por una etapa democrática necesaria previa a la socialista, la formulación de AC como elemento de poder no tiene sentido.
Es increíble que luego de tantas experiencias históricas haya que explicarles a corrientes que se dicen trotskistas el ABC de la Teoría de la Revolución Permanente, para la cual en el proceso revolucionario se da una combinación entre la revolución democrática y la revolución socialista, pero no en la superestructura política, ni en el Estado, sino en el proceso histórico de la lucha de clases y su expresión en la dictadura del proletariado.
El “atajo” de la AC significa para la vanguardia obrera, intervenir en la crisis de forma diluida en la superestructura política de un semi estado.
El planteo de AC, de la mano de estas corrientes, está indisolublemente ligado a todo tipo de medidas estatistas y redistribucionistas, en forma de “plan económico” para salir de la crisis que se centran en la nacionalización y control de la banca y las empresas, es decir, más tareas para el Estado burgués..
Si verdaderamente vamos a pelear por el poder, es decir, por la destrucción de Estado, entendiendo que la revolución es una tarea social y no una cuestión nacional, debemos romper la envoltura democrática de las formas de dominación y permitir que el proletariado comience a ejercer su dictadura de clase. ¿Qué quiere decir esto? Que debemos pelear desde un primer momento para que la clase obrera actúe de forma independiente en esta crisis y que pueda acaudillar a otros sectores de clase. La lucha por el poder es preparar las condiciones para derrocar al gobierno de Macri, destruir al semi Estado, en camino del gobierno obrero -como forma popular de llamar a la dictadura del proletariado-.
Hay quienes dicen – como el PO- que la AC sería una tarea “transicional”, sin que podamos dilucidar de “qué a qué” sería esta “transición”. Dentro de las ideas del marxismo, puede haber transiciones de un período burgués a otro, en la actualidad signado por la descomposición imperialista. Pero cuando hablamos un programa de Transición, hablamos de aquellas tareas que preparan a la clase obrera para el poder y para dirigir centralizadamente la transición al socialismo, es decir, a una sociedad sin clases. ¿Pueden llevarse adelante medidas de carácter democrático burgués en esta transición? Tal vez, pero las mismas serán de carácter táctico, se definirán de acuerdo a la relación de fuerzas establecidas en el desarrollo internacional de la dictadura del proletariado, pero jamás podrían ser parte del programa revolucionario.
Pero el problema fundamental de la consigna de AC, es que no mide la relación de fuerzas donde hay que medirla: en la producción. Es por eso que los revolucionarios como Lenin y Trotsky, cuando discutían transiciones y programas, enfatizaban la noción de desorganizar a la burguesía y destruir el régimen capitalista atacando las bases productivas.
Por eso, ante una desorganización de la economía como se ha visto en estos últimos días, la corrida de dólar, la devaluación, el ajuste, los despidos y el aumento de la pobreza, es que debemos intervenir con un programa transicional que imponga la fortaleza de nuestra clase y prepare los pre-requisitos para organizar la economía desde otras bases.
Control obrero
Para nosotros el control obrero plantea elementos de transición del capitalismo al socialismo. En el caso de la situación nacional, planteamos una campaña por el control obrero de las empresas de luz, gas y agua y de varios servicios para luchar contra los tarifazos y las condiciones de los servicios. El control obrero lleva a una lucha de tendencias al interior de los sindicatos, ya que debemos recuperar nuestros sindicatos y comisiones internas para que el control obrero no se convierta en gestión obrera, es decir, en un acuerdo con el Estado por parte de la burocracia sindical. Lamentablemente gran parte de la izquierda, por presión de la opinión pública, ha incorporado a la consigna de control obrero también el control de los usuarios, diluyendo todo contenido de clase a la política. Es otra lucha política que damos con las distintas tendencias de izquierda en cuanto la discusión de programa.
Todos los analistas, después de los cuadernos de Centeno se preguntan qué pasará con las empresas si no están al frente los Rocca, los Pescarmona, etc., naturalizando que la burguesía debe detentar la propiedad de los medios de producción. Es contra esa naturalización de las relaciones sociales contra lo que peleamos los revolucionarios para subvertir nuestra condición de explotados. Para, mediante un programa transicional, debilitar el poder de la burguesía en la producción, peleando por su expropiación.
Pelear por la independencia de los sindicatos del Estado, es una condición principal para recuperar nuestras organizaciones y ampliar sus funciones.
Fuerzas para dar esta pelea hay. Se vienen expresando en las distintas luchas que enfrenta el gobierno de Macri. Pero debemos abrir una deliberación al conjunto de nuestra clase para derrotar todas la tendencias conciliadoras y contrarrevolucionarias, como es el caso del peronismo y la burocracia sindical en nuestras filas.
Al paro de 25/9 llamado por la CGT debemos hacerlo activo y en asambleas en los lugares de trabajo debemos mocionar un programa obrero para salir de la crisis y lanzar un llamado a un Congreso de Delegados de Base con mandato. Hay que conformar minorías activas que permitan fortalecer los futuros núcleos del partido revolucionario que debemos construir. Debemos construir una organización revolucionara que permita a la vanguardia proletaria conquistar el poder con la fuerza de las armas.
Pronunciamiento de la Tendencia Revolucionaria por la reconstrucción de la IV internacional
Liga Obrera Internacionalista (LOI) Brasil, Corriente Obrera Revolucionaria (COR) Chile, Corriente Obrera Revolucionaria (COR) Argentina
Por una conferencia latinoamericana de los trotskistas que siguen reivindicando la dictadura del proletariado para discutir un programa y sentar las bases para la reconstrucción de la IV. En un momento de crisis, es central impulsar los mecanismos para demostrar el poderío del movimiento obrero, su programa y su partido revolucionario.
Partiendo de que los elementos centrales de la crisis que se abrió en el 2008, con epicentro en los países imperialistas, siguen avanzando ante la imposibilidad de la burguesía imperialista de darle una salida, debemos seguir muy de cerca las políticas imperialistas para darle una concreción programática a las tareas del proletariado y su vanguardia revolucionaria.
Nos encontramos ante una nueva orientación del imperialismo para recobrar un equilibrio inestable. Dentro de la etapa imperialista de crisis, guerras y revoluciones, los elencos dirigentes de la burguesía se disponen a una nueva orientación ante el fracaso de las líneas que llevaron adelante a la salida de posguerra, que sólo los llevó a una crisis mayor y sin poder asimilar hasta el final los supuestos triunfos del periodo anterior, que fueron las caídas de los estados obreros.
Se expresa esta caracterización en la política del imperialismo norteamericano, en el gobierno de Trump, que ya ha definido como enemigos a China y Rusia y la idea de recuperar protagonismo en base a su poderío militar y económico. De acá se entiende la guerra comercial lanzada por EEUU, el bombardeo en Siria, el plan de pacificación en las Coreas y el intento de recuperar el patio trasero, como mostró la devaluada Cumbre de las Américas. Esta política se da en medio de una crisis mundial y, quizás lo más importante en cuanto a relaciones de clase, sin una base interna sólida para imponer esta política en su propio país, es decir EEUU. Además de que esta política implica nuevas relaciones interestatales, con un mayor antagonismo económico entre los países imperialistas y antagonismo interestatales.
Es decir, la política imperialista, aun en su debilidad, propone una idea de nuevo pacto entre el capital y el trabajo, dentro del histórico conflicto entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción del capitalismo, romper con los pactos de posguerra y las instituciones creadas y definir un nuevo equilibrio de clases dentro de los Estados, ante el nivel de la crisis mundial.
Por eso estamos viendo una ola de reformas, laborales, previsionales y fiscales, en los distintos países, con mayor o menor resistencia, pero que plantean, como dijo Macron en Francia, “un nuevo pacto”, en este caso para desmantelar lo que queda del Estado de bienestar y en otros lugares en la necesidad de establecer una nueva relación con el imperialismo, como Brasil, Argentina y, de forma más radicalizada, en Nicaragua.
Sostenemos que estamos dentro de un periodo histórico caracterizado por una tendencia a la descomposición del imperialismo y un proceso de asimilación capitalista de los ex Estados obreros.
En Europa, se continua la línea de desmantelar lo poco que queda de los estados de bienestar, lo que genera proceso de lucha de clases importantes, como en Francia los ferroviarios y algunos sectores de estudiantes, en medio del aniversario 50 del Mayo francés. La burguesía europea intentó saldar la crisis de los Estados nación con la conformación de la Unión Europea, pero no pudo con esa línea reaccionaria solucionar un problema estructural del capitalismo. El experimento de la UE generó aún más contradicciones en los Estados nación, nacionalismo, xenofobia, crisis sociales, Brexit, crisis de los partidos políticos, separatismos y procesos de masas contra las reformas, crisis de inmigración.
La nueva configuración de la política imperialista para América Latina, que fue discutida en la devaluada Cumbre de las Américas, en líneas generales ratificó la mayor injerencia del imperialismo norteamericano, una lucha contra la corrupción, que significa modificar una fracción burguesa empresarial por otra fracción más pro imperialista, el ejemplo Odebrecht es el más emblemático. Otro punto importante fue que después de la Cumbre la gran mayoría de los países que integraban la UNASUR se retiraron de dicha organización. Se discutió una política más fuerte de asedio al gobierno de Maduro de Venezuela. También se estableció que las fuerzas armadas, en nombre de la lucha contra el narcotráfico, podrán intervenir como fuerza interna. El caso de la intervención en Rio de Janeiro demuestra esta nueva línea.
Esta transición en la dominación política, modifica las relaciones sociales establecidas en el periodo anterior. La política de reformas impulsadas por el imperialismo, mayor injerencia del FMI como el caso de Argentina, ya ha encontrado resistencia en los distintos países donde se está aplicando. Esta resistencia genera no sólo crisis políticas, sino crisis económicas como la Argentina, donde los procesos de masas irrumpen contra los planes de ajuste, pero aún se desarrollan dentro de la legalidad burguesa y con direcciones reformistas y, en gran parte de estos procesos, el proletariado interviene de forma diluida.
Sostenemos la necesidad de desarrollar una Conferencia latinoamericana, para poder discutir de cara a la vanguardia y poder ayudar a su desarrollo en países como Venezuela y otros países de la región, para impulsar tareas internacionalistas que permitan afianzar núcleos revolucionarios y una lucha política entre las tendencias que nos reivindicamos del trotskismo para aproximarnos a sentar las bases de una dirección revolucionaria.
Llamamos a la LIT-CI, la CRCI, FT-CI y organizaciones que aún reivindiquen la dictadura del proletariado y la reconstrucción de la IV Internacional a tomar en sus manos la realización de dicha Conferencia para discutir un programa transicional.
TRCI
Hace 78 años era asesinado Trotsky por un agente del stalinismo en la ciudad de México. Sus ideas y acción revolucionaria aún perduran porque siguen vivas las tareas históricas de los marxistas contra el capitalismo. Mientras el stalinismo como corriente contrarrevolucionaria ya tiene merecido su lugar en el basurero de la historia.
Hoy cuando en el mundo se desarrolla una crisis económica de características históricas, la burguesía lentamente comienza a volver a ver a sus fantasmas que creía ya bien muertos y enterrados, pero en su decadencia una clase tan parasitaria como la burguesía vuelva a sentir que está en peligro. Y en cierta medida está en lo cierto. Se ha comenzado a romper todo el andamiaje de posguerra y sus instituciones, los pactos con distintos estados, a partir de una mayor descomposición del imperialismo.
Los procesos de lucha de clases se desarrollan en medio oriente, mientras la crisis económica aguda en Europa está destruyendo el estado de bienestar y la Unión Europea. Los países en asimilación como China y Rusia, con sus desigualdades, no han logrado salvar a los triunfalistas burgueses. En el corazón del imperialismo norteamericano, la crisis ha desencadenado procesos políticos y de lucha de clases que ponen en cuestión los fundamentos del capitalismo.
En medio de estos escenarios los marxistas revolucionarios tenemos mucho que decir y hacer, se nos abren grandes tareas históricas, con la imperiosa necesidad de aprender de los fenómenos nuevos e incorporarlos al acervo de la teoría marxista y enriquecerla.
El acervo teórico y político de Trosky nos permite encarar estos desafíos desde una perspectiva revolucionaria, intentando aplicar el marxismo que es un método de análisis de las relaciones sociales y no como lo toma el conjunto de centrismo trotskista, un análisis de texto.
Por eso actualizar la teoría marxista implica avanzar en el recorrido hecho por Trotsky en cuanto a la teoría de la revolución permanente; como decía él, desarrollar el carácter de la revolución, su nexo interno y el método de la revolución internacional en general. Este último punto es el que debemos desarrollar al calor de los elementos de descomposición del capitalismo.
La idea permanentista que Trotsky incorporó y desarrolló, es uno de los aportes más importantes a la teoría marxista. Desarrollo que tan olvidada ha quedado por los distintos grupos que intentaron actualizar la teoría, pero solo actualizaron de forma reformista las tácticas para aggiornarse a la época de posguerra, en la lucha entre dos sistemas para adaptarse a la conciencia vigente en ese periodo. No podemos olvidar la idea permanentista de partido que incorpora Trotsky, ya que no se basa la construcción partidaria en una determinada conciencia actual sino en las tareas históricas del proletariado. Hay que destacar la dimensión permanentista que le da a la dictadura del proletariado, palabra que ha desaparecido del diccionario de izquierda para no asustar a la opinión pública, impidiendo romper la envoltura democrática de la dominación burguesa y permitir al proletariado desarrollar su dictadura de clase trastocando todas las relaciones sociales en la lucha por el poder del estado, es decir, por la destrucción del estado burgués. Al igual que el carácter internacional de la dictadura del proletariado; Trotsky planteaba que la dictadura en Rusia estaba provisoriamente encerrada dentro de límites nacionales, dándole un carácter internacionalista y por lo tanto permanente.
Nuestro grupo intenta avanzar en el plano de la teoría y la practica con la firme convicción de que debemos intervenir como una nueva generación de revolucionarios que rompa con las ideas de los centristas trotskistas de posguerra en la necesidad de regenerar al movimiento obrero y forjar una vanguardia revolucionaria que pelee por la reconstrucción de la IV internacional ya que opinamos que es la única forma que se puede recuperar la estrategia marxista.
Trotsky tuvo que discutir ante la traición de la III internacional stalinizada, la recuperación del método y la mecánica del programa. Es por eso que elaboro el programa de transición que como él decía nos deja en el umbral de la revolución, y hacía mucho hincapié en mostrar que este programa era un sistema de reivindicaciones que se proponía atacar las bases del régimen burgués. O sea, desarrollar una de las premisas estratégicas de la III internacional en su fase revolucionaria que era la de desorganizar a la burguesía; recordemos que las otras premisas eran organizar al proletariado y por ultimo preparar las etapas de la dictadura de proletariado. Los revolucionarios llegaron a esta síntesis de tareas estratégicas después del triunfo de la revolución rusa y su extensión a una situación revolucionaria a nivel mundial. Pero pudieron generalizar las experiencias revolucionarias de la época de crisis, guerras y revoluciones por la construcción de la Internacional, y es acá en donde la estrategia tomó la dimensión internacional y colocó a nuestra clase con tareas que excedían la base nacional de nuestra lucha. Trotsky definió a la internacional como una escuela de estrategia revolucionaria.
Hoy presenciamos la crisis de las corrientes que aun reivindican el legado de Mandel, Moreno, Ted Grant, Lambert y otros que no pueden dar respuesta a los procesos abiertos y cuyas teorías han perimido porque fueron construidas en un periodo que ya está desapareciendo. Por su adaptación, no pueden dar respuesta a la caída del estado de bienestar en Europa, ni a los procesos de asimilación de los ex estados obreros, ni a la descomposición imperialista por haber separado la economía de la política, ni a los desafíos de la lucha de clases por sostener la idea de conciliación de clases como norte, sin entender la dinámica de la revolución permanente donde ya no están las tendencias organizadas del pasado, y donde se plantea el carácter de la revolución, en clave mundial y no nacional.
Somos conscientes de que las nuevas generaciones que están saliendo a la lucha no traen en su mochila las derrotas del proletariado, ni la influencia del stalinismo, pero si una importante confusión de los objetivos. Es tarea de los revolucionarios plantear claramente las tareas a partir de un programa transicional, ya que ningún proceso comienza de cero y la intervención de los revolucionarios parte de elementos del pasado para preparar el porvenir como planteaba Marx, no con el criterio vulgar de los "evolucionistas", que sólo ven los cambios lentos, sino dialécticamente: "En desarrollos de tal magnitud, veinte años son más que un día -- escribía Marx a Engels --, aun cuando en el futuro puedan venir días en que estén corporizados veinte años".
Por eso apoyamos y somos parte de las demandas de los que han salidos a luchar con la firma convicción de ganar programáticamente y desarrollar una vanguardia que se corporice en partido revolucionario que pueda explicar los problemas de raíz para pelear por el poder.
Seguimos sosteniendo, a 78 años del asesinato de León Trotsky, que “Solo haciendo revivir las grandes tradiciones del marxismo revolucionario, rompiendo con la colaboración de clases, el socialpatriotismo y los curas de la sumisión en el movimiento obrero y tomando el camino de una lucha de clases resueltamente ofensiva, lanzando el asalto contra la fortaleza del capitalismo, con las armas invencibles forjadas por nuestros grandes maestros, Marx y Engels, Lenin y Trotsky, los explotados de mundo pueden separarse del marasmo y la derrota, marchando hacia adelante, como la sólida falange del fruto socialista.” (Manifiesto a los trabajadores de mundo entero. Comité ejecutivo internacional de la IV internacional. 1938)
Se encuentra en trámites legislativos el llamado “Estatuto laboral para jóvenes estudiantes”. Este proyecto laboral viene a flexibilizar aún más las condiciones del trabajo asalariado, atacando a su componente juvenil fundamentalmente. Justo se da en un escenario mundial donde los capitalistas preveen un menor crecimiento de la economía, y ya están descargando su crisis con cierres de empresas y fábricas sobre las espaldas de las familias trabajadoras y condenando a la miseria a regiones enteras.
Ahora van por los jóvenes para utilizarlos como mano de obra barata y precarizar las ya precarias condiciones de empleo juvenil.
El proyecto del gobierno, aprobado en el parlamento con votos de la Concerta -gracias a la luz verde que le dieran los diputados de RD-, va en el mismo sentido de la legislación laboral (incluyendo la reaccionaria reforma laboral, aprobada durante el gobierno de la Nueva Mayoría), buscando fragmentar y dividir las fuerzas de la clase obrera, en una infinidad de categorías y reglamentación.
De pasar este ataque no sólo se dirigirá contra las condiciones de trabajo juvenil sino que atacará los puestos de trabajo de los obreros adultos ya que serán reemplazables. El proyecto plantea un régimen de 30 horas laborales, en las cuales no se tendrá derecho a colación ya que la jornada no superará las 5 horas, no tendrá derecho a indemnización por término ya que la mayoría serán de plazo fijo o finalizará si el estudiante abandona, termina los estudios o cumple 25 años, podrá extenderse la jornada a 12 horas excediendo el actual límite legal y aniquilando la lucha obrera por las jornadas de 8 horas de trabajo , 8 de descanso y 8 de recreación, con la reforma laboral de la CUT-Nueva Mayoría, podrán contratar masivamente estudiantes en periodos previos a negociaciones colectiva para oficiar de rompehuelgas, por supuesto con menor salario.
La burocracia de la CUT viene haciendo tibios cuestionamientos porque no la sentaron en una mesa tripartita según habían acordado en el mandato de su presidenta. Su eje principal ha sido denunciar al nuevo director del trabajo como “director de los empleadores”. Un buen reacomodamiento de la burocracia al pasar de actuar personeros del gobierno anterior ahora a ser oposición. Es falso oponer un funcionario del Estado a otro. La dirección del trabajo es una organización del Estado burgués para conciliar los intereses de las clases fundamentales, que en realidad son irreconciliables. La burocracia sindical es y será un estorbo en nuestra lucha contra este tipo ataques.
Hay que organizar a la juventud trabajadora. Los jóvenes que estudian y los que no deben agruparse alrededor de los sindicatos. La lucha por incorporarse a la producción debe estar ligada a la defensa de las condiciones laborales. Deben ingresar a la producción con todos los derechos de los contratos colectivos donde los haya y pelear por un contrato colectivo único por rama de producción. Debe imponerse la escala móvil de horas de trabajo para garantizar el derecho al trabajo. Debe ligarse el aparato educativo a la producción, empezando por la educación técnica, para que las escuelas y universidades abran sus puertas a los trabajadores.