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Martes, 13 Noviembre 2018 23:01

HACIA EL PRIMER CONGRESO DE LA TRCI

“El internacionalismo no es un principio abstracto, sino únicamente un reflejo teórico y político del carácter mundial de la economía, del desarrollo mundial de las fuerzas productivas y del alcance mundial de la lucha de clases” [L. Trotsky, La Revolución Permanente]

 

Hace dos años, la COR Chile, la LOI de Brasil y la COR Argentina, realizamos un congreso de fusión dando nacimiento a la Tendencia Revolucionaria por la Cuarta Internacional. Éste fue expresión de un proceso de discusión y acción militante sobre la base de la aproximación teórica y política entre las corrientes, donde priorizamos el debate programático para aproximarnos a una comprensión común de la realidad mundial con el objetivo de recuperar el marxismo revolucionario para actualizarlo como filosa herramienta de la revolución social y batallar por la formación de una nueva generación de cuadros revolucionarios. Un método que, como subrayamos, se opone por el vértice a los acuerdos entre corrientes por dos o tres puntos sobre tal o cual acontecimiento, a los ensayos organizativos como los “comités de enlace”, o a las uniones basadas en abstractas declaraciones de principios, todos experimentos organizativos que tienden a estallar ante los procesos vivos de la lucha de clases.

Desde nuestra fusión, el capitalismo ha continuado su proceso de descomposición de forma acelerada. Nos ha abierto nuevos y complejos desafíos a los revolucionarios ante una realidad dinámica que muestra la caducidad del modo de producción capitalista y la necesidad de preparar la sepultura de este sistema social regresivo.

A cada paso se agudiza la crisis de dirección revolucionaria del proletariado como una crisis de toda la humanidad, una crisis que avanza hacia la barbarie de no mediar la intervención decidida en la política mundial de la clase obrera, la única clase revolucionaria de nuestra época. Y esta intervención no puede sino expresar la preparación, en los distintos países y regiones del planeta, de las etapas de la dictadura del proletariado como necesidad de la revolución mundial. Y es que el capitalismo en su fase imperialista, en su fase de decadencia, no admite la posibilidad de reformas, y si estás se dieran en algún lado sólo tendrían un carácter aislado y transitorio donde las leyes tendenciales de la economía mundial, que expresan a su vez el carácter anárquico del sistema capitalista, pasarían a arrasar de un solo golpe dichas reformas como se expresa en decenas de países sumergidos súbitamente en crisis financieras, políticas y sociales. Es por esto que el proletariado y su vanguardia debe prepararse, en las etapas y proceso vivos de la lucha de clases, para hacerse del poder e imponer a las clases opresoras su dominación política en la arena mundial, única forma de abrir un periodo de transición hacia un régimen socialista donde finalmente se extinguirá, junto con las clases sociales, toda forma de dominación política.

De la asunción de Trump al gobierno norteamericano hemos visto cómo el imperialismo ha desarrollado una ofensiva para recomponer su crisis de hegemonía a nivel mundial, y junto con ello, ha acelerado las contradicciones y desequilibrios en distintos puntos del planeta. Se han recrudecido los conflictos bélicos en Medio Oriente; se ha profundizado las crisis migratorias en Europa y en todo el mundo; el lánguido repunte económico desde la crisis iniciada en el 2008 ya se de Europa o EEUU se han evidenciado más que coyunturales; la crisis social en mayor o menor medida se ha expresado en todos los países destruyendo las coaliciones políticas históricas que fueran parte del equilibrio de post-guerra dando lugar formaciones políticas inestables producto de profundas oscilaciones de las masas; la guerra comercial desatada por EEUU contra China ha desestabilizado todas las relaciones tanto interestatales como entre las distintas fracciones burguesas nacionales; se ha sumido en crisis profundas a semi-Estados como Venezuela, Argentina, Nicaragua, Brasil, etc; se han agudizado las contradicciones del proceso de asimilación de los ex Estados Obreros como Rusia, China y Cuba al capitalismo mundial sin salida posible; y se han abierto distintos procesos de lucha de clases en diferentes países que llaman a los revolucionarios a potenciar la centralidad obrera en los mismos para dinamizar este motor de salto de la historia.

Como TRCI nos hemos propuesto, en este contexto histórico donde prima la descomposición del capitalismo y las contradicciones en la asimilación de los ex Estado Obreros, retomar y desarrollar la teoría marxista sobre el Estado. Creemos que esto es fundamental ya que las distintas corrientes que se reivindican trotskistas han reemplazado las definiciones revolucionarias sobre el Estado, tanto en su carácter de clase como en su caducidad histórica, para adaptarse a las distintas formas de dominación que asumen, renegando con ello de la teoría de la revolución permanente que condensa la síntesis de la experiencia histórica del proletariado y otorga las premisas teóricas que permiten entender el carácter permanente y por ello internacional de la dictadura del proletariado. Al no partir del carácter internacional de la revolución, las corrientes centristas, se quedan atrapadas dentro de los esquemas de transcrecimiento entre la revolución democrática a la socialista, colocan el aparato de Estado burgués como infranqueable y con ello adaptan su programa a la exigencia de reforma dentro de los estrechos marcos de la superestructura del régimen burgués. No se proponen por ello la destrucción del aparato burocrático militar que regimenta la dictadura del capital y por lo mismo se vuelven un obstáculo para que la vanguardia obrera se prepare para la toma del poder, para la destrucción de esta maquinaria en manos de la burguesía, y la instauración de un Estado proletario, cuya injerencia en la sociedad capitalista viole a cada paso la ley del valor en la extensión de su dictadura. Es decir, la revolución se desarrolla, transcrece, desde la revolución proletaria hacia la revolución mundial retomando la etapa abierta por la revolución rusa, el primer Estado Obrero de la historia. El legado revolucionario de la III Internacional, expresado en sus cuatro primeros congresos, continuado y sintetizado en la fundación de la IV Internacional se hace cargo del sistema soviético como la forma transicional que adquirirá el Estado Obrero, en el que la actividad de la clase revolucionaria y la incorporación de las masas a la política le darán su perfeccionamiento; y el desarrollo de las federaciones de Estados obreros, como la forma que puede tomar la extensión de la dictadura proletaria en la arena internacional. Y esto no es otra cosa que pelear por dar continuidad a la era de la dominación política de la clase obrera que generará en un régimen de planificación socialista las condiciones para la extinción de todo Estado. La lucha política contra la adaptación constante de las corrientes centristas a los regímenes burgueses es una tarea de primer orden para influir sobre un sector de vanguardia adopte una estrategia y programa revolucionario.

Los intereses de una clase no se presentan de otro modo que en la forma de programa, y un programa es lo que define a un partido. Es por ello que en la TRCI estamos abocados a la elaboración programática recuperando la mecánica del programa de transición que tiene un carácter internacional. Decimos que la tarea fundamental de la vanguardia obrera es reconstruir la IV Internacional ya que las tareas que le dieron nacimiento aún se encuentran presentes. Y en este esfuerzo pretendemos que la construcción de la Internacional, del partido mundial de la revolución socialista, sea una verdadera escuela de estrategia revolucionaria. En su adaptación, las corrientes del centrismo amalgaman programas y reivindicaciones de corte nacional con menciones abstractas de internacionalismo. Sus llamados a realizar partidos únicos sólo se expresan en la arena nacional y lo hacen para hacer crecer sus propios aparatos partidarios, bregando por partidos con libertad de tendencias, esto es, sin centralismo democrático, impulsando movimientos laxos o directamente renegando de la centralización de una Internacional revolucionaria como es el caso de los mandelistas quienes ya abandonaron la lucha por la dictadura del proletariado. Es en este esfuerzo de poner en pie un núcleo revolucionario por la reconstrucción de la cuarta en el que estamos embarcados quienes conformamos la TRCI. También creemos que es prioritario que las corrientes revolucionarias que reivindicamos la necesidad de la IV Internacional y la lucha por la dictadura proletaria que impulsemos las medidas necesarias para que poner en pie y unificar a la vanguardia obrera internacional detrás de un programa revolucionario. Por esto es que hemos llamado a una Conferencia Latinoamericana para comenzar inicialmente en nuestra región a ayudar a la vanguardia en el arduo proceso de forjar la dirección revolucionaria.

Martes, 06 Noviembre 2018 10:12

Triunfo de Bolsonaro en Brasil

En la segunda vuelta de las elecciones en Brasil ganó Bolsonaro por un amplio margen contra el candidato del PT, Haddad. El voto expresa de forma distorsionada las relaciones de clase, donde la clase obrera interviene de forma diluida en los escenarios electorales que legitiman las instituciones burguesas. Dentro de este cuadro, gran parte de los trabajadores votó por Bolsonaro en contra del PT. Este último, formado en las condiciones históricas de la pos guerra, vio cómo se rompía la relación con su antigua base electoral, dejándolo en crisis luego de varios años de gobierno.

El triunfo de Bolsonaro abrió un amplio debate en las corrientes de izquierda y los movimientos sociales. Muchas corrientes, en un arco que va de la izquierda a la centroderecha, pasando por el reformismo tradicional, proclamaron el carácter “fascista” del gobierno del ex militar.

De parte de las corrientes burguesas reformistas, es común tildar de fascista a la derecha, con el objetivo de separar una “buena” democracia capitalista- a la que ellos representarían- de la “derecha antidemocrática”. Este es el clásico mecanismo de solapamiento de los elementos reaccionarios propios de la democracia burguesa, que, parafraseando a Lenin, no es otra cosa que una “democracia para los ricos”.

Pero lo sorprendente son los análisis de la izquierda, especialmente de algunos grupos que se reivindican trotskistas, que también caen en la misma lógica, con objetivos distintos. Plantear que el régimen de Bolsonaro es fascista les resultó muy conveniente para llamar a votar “críticamente” al “democrático” Hadad. Podríamos reflexionar acerca del retorno del uso de la vieja dicotomía “fascismo vs. democracia” que tanto criticó Trotsky en vida, si llamar a Bolsonaro de semejante manera no fuera una ridiculez.

El fascismo fue una corriente burguesa imperialista –colonialista, una aberración propia de la entreguerra que fue producto tanto de las cuestiones no resueltas en la Primera Guerra Mundial, como de la gran crisis capitalista a principios del ‘30, a la que el keynesianismo intentó dar una respuesta estatista que, como brillantemente analizó Trotsky, no podía sino terminar en una nueva guerra mundial.

El fascismo surgió como respuesta a los procesos revolucionarios del proletariado europeo. Hitler, Mussolini y en menor medida Franco, buscaban expandir el capital monopólico –para el cual las fronteras constituían un límite insalvable- dentro de la misma Europa como parte de la absorción territorial de los otros países imperialistas y sus colonias.

El fascismo, según Trotsky, emerge cuando la burguesía cede completamente su poder, temporalmente, ante el peligro de la revolución. En los Estados capitalistas, aún en las formas de dominación como la democracia burguesa, la burguesías comparte el poder en alianzas con la pequeña burguesía.

¿Que tiene que ver todo eso con Bolsonaro y el Brasil del 2018? Difícil de explicar. ¿Qué territorios se supone que va a colonizar Brasil? ¿Qué revoluciones se supone que va a derrotar? Como se ve, semejante caracterización no resiste el más mínimo análisis.

La otra versión –supuestamente encontrada con la de fascismo- es la que observa a Bolsonaro como un bonapartista. Si bien a simple vista este análisis parece un poco más serio, es necesario realizar algunas precisiones al respecto, ya que no estamos hablando de “cualquier” Bonaparte.

Marx definía que el bonapartismo es una particularidad que identifica a la burguesía en su dominación política, ya que no puede ejercer la misma en forma directa. La existencia del proletariado implica que los capitalistas pierdan su capacidad para conservar su dominación política con exclusividad, lo cual los lleva a buscar aliados con quienes compartir su poder o a quienes cederlo completamente, según las circunstancias, para contener y enfrentar al proletariado. En este equilibrio inestable se inscriben los procesos de lucha de clase en los extremos de la dictadura del capital y la dictadura del proletariado.

El bonapartismo es un elemento estructural del sistema capitalista, como decía Marx: “El bonapartismo es la verdadera religión de la burguesía”. En la época de la decadencia imperialista, las tendencias analizadas por Marx se han exacerbado, y en la misma descomposición y crisis recurrentes el bonapartismo es la forma inevitable que adquieren las democracias de las metrópolis, para sostener a los Estados imperialistas cuyas bases se encuentran perimidas.

Otro tipo de bonapartismo es aquel que domina en los ex Estados obreros hoy en vías de asimilación capitalista. Éste surge como una forma de autopreservación de una especie de “protoburguesía” que utiliza al Estado para consolidarse como clase capitalista y que debe enfrentar las tendencias destructivas del capital imperialista.

Sin embargo, muy lejos están los Estados semicoloniales como Brasil, que son prácticamente “semi-Estados” por su sumisión al imperialismo. Una sub-burguesía como la basilera, que no puede dominar de forma independiente y debe negociar o disciplinarse al imperialismo para poder ejercer su dominación, por su debilidad debe lidiar tanto con las tendencias liquidadoras del capital extranjero, como con un proletariado relativamente fuerte.

Trotsky para esto daba la noción de “bonapartismo sui generis”, un tipo especial de bonapartismo propio de los países oprimidos. Podemos decir que, si el bonapartismo es la tendencia estructural de los países imperialistas, existe un tipo específico de bonapartismo -de carácter pequeñoburgués- característico de la forma de dominación en los países semicoloniales, a veces con una relación más directa con el imperialismo –como el caso de Bolsonaro- y a veces dando ciertas concesiones a las masas -como lo fueron en su momento Lula o Dilma. En su relación con los sindicatos, en su desarrollo histórico muchos gobiernos bonapartistas sui generis de América Latina han logrado estatizarlos, para generar una “semi” aristocracia obrera y una burocracia sindical que se constituya como su base social. Dependiendo de la relación de fuerzas entre las clases y los procesos más generales, otros han buscado limitarlos o disciplinarlos. Pero de una u otra forma, la relación de estos bonapartismos pequeño burgueses con la clase obrera siempre ha sido inestable.

Por ello, todo concepto debe ser analizado en su proceso histórico. En la actualidad, la crisis capitalista y la misma decadencia imperialista han acelerado una cierta descomposición de los bonapartismos sui generis, lo que hace que los semi Estados y sus instituciones entren en conflicto con el desarrollo del capital y la relación con las masas, la crisis de los partidos, y la aparición de fenómenos políticos como Bolsonaro.

La caracterización precisa del gobierno de Bolsonaro no obedece a devaneos teóricos, sino que constituye una necesidad para poder intervenir de forma revolucionaria en los fenómenos de la lucha de clase.

Sin una compresión profunda de lo que sucede en Brasil se puede caer fácilmente en la desastrosa “teoría de los campos” y en un falso debate entre “democracia o fascismo”, cuestión que ya vimos suceder de manera trágica en la historia del marxismo, o en análisis gramscianos descafeinados que ve “crisis orgánicas” en todo tiempo y lugar.

El morenismo, por su parte, dejó la impronta en muchos grupos que prefieren definir el Estado y su régimen según las instituciones que utiliza para su dominación, por eso diseccionan al bonapartismo en bonapartismo judicial, militar, presidencial, de izquierda, de derecha y largos etcéteras.

Bolsonaro busca ser el representante del imperialismo norteamericano en la región, una alianza con el capital extranjero que implica una nueva relación con el proletariado brasilero, es decir, ejercer una dictadura más agresiva del capital. Debe apoyarse en el imperialismo de forma más directa, porque los votos no son garantía de base social para los ataques.

Buscará atacar a los sindicatos y sus direcciones y deberemos defender nuestras organizaciones peleando a la vez para recuperarlas de la burocracia sindical. Defenderemos los derechos de las minorías peleando por una alianza con el proletariado con un programa que enfrente al gran capital y el capital nacional. Buscaremos la alianza de los trabajadores brasileros con los trabajadores de América Latina y Norteamérica. Intentaremos soldar una fuerza revolucionaria en base a un programa transicional que vaya en la necesidad de construir un partido revolucionario en la necesidad de reconstruir la IV internacional.

Desde la TRCI impulsamos una Conferencia Latinoamericana para abordar los aspectos centrales de la situación de nuestros países y debatir un programa revolucionario e internacionalista. Llamamos a desarrollarla a las corrientes que aun defienden la dictadura del proletariado y la necesidad de reconstruir la IV. Los fenómenos por venir en nuestra región nos obligan a discutir un programa para el desarrollo de una vanguardia obrera que enfrente de forma revolucionaria a los gobiernos de turno que defienden al sistema capitalista, ya sea apelando a las botas como Bolsonaro o declamando revoluciones bolivarianas como Maduro, en el camino por poner en pie, sobre las ruinas de los regímenes capitalistas de la región, una Federación Socialista de América Latina.

Domingo, 04 Noviembre 2018 22:02

[COR-CHILE] NO al proyecto J "Aula Segura"

Abajo la represión del Estado Burgués contra la juventud

Más de un mes ha pasado desde que del Gobierno dieran a conocer el proyecto de ley “Aula Segura” para, según palabras de la Ministra Cubillos, “perseguir con toda la fuerza de la ley a aquellos delincuentes y violentistas disfrazados de estudiantes”. Los jóvenes han estado en la mira del gobierno hace rato, primero con el estatuto laboral juvenil que viene a precarizar el trabajo de los jóvenes y ahora con la ley Aula Segura, que resulta un ataque por donde se le mire hacia la organización estudiantil y su lucha de años contra la educación de clases, dividiendo a estudiantes y trabajadores de la educación e imponiendo salidas directamente autoritarias, porque al parecer que se les quedó en la casa el disfraz de “democracia”. La burguesía sabe que la juventud es un sector que no ha podido cooptar, ya que no le ofrece más que un futuro de miseria en esta sociedad de explotación.

El proyecto de ley (original) en la práctica viene a otorgar a los directores de escuelas públicas (designados por los Alcaldes) la facultad de expulsar de forma inmediata y sin un “debido proceso” (porque no son capaces ni de respetar sus propias leyes) a los estudiantes que porten armas, bombas molotov, o que agredan a miembros de la comunidad educativa, con la clara finalidad de perseguir a las organizaciones que los propios estudiantes tengan dentro de su establecimiento. Las razones que nos dan ya las conocemos de sobra, sus medios de comunicación ya se encargaron de difundir el terror y la desaprobación generalizada hacia la organización y movilización estudiantil con la difusión de los videos que muestran un claro acto de defensa parte de grupos de estudiantes hacia los pacos que fueron a reprimir impunemente dentro de los liceos.

Ahora el proyecto modificado por la oposición parlamentaria le agregan el mote de “aula democrática”, un eufemismo usado por estos cínicos para posar de democráticos, aunque en lo fundamental cierran filas, manteniendo la injerencia represiva en las salas de clases; la oposición viendo la seguidilla de cuestionamientos que le llovían al proyecto ha agregado algunos días posteriores a la expulsión para que el estudiante pueda realizar sus descargos al respecto y así vestir de democrática la medida que les dé chance de desarticular el movimiento estudiantil y que no se vea tan descaradamente la represión. El Frente Amplio no se ha quedado atrás, tanto en el congreso como en los medios han manifestado públicamente su condena hacia los actos de “violencia” por parte de los estudiantes en los liceos, instando como cualquier sapo o lacayo de los burgueses a buscar culpables dentro de los establecimientos, haciéndoles como siempre la pega de mejorar los métodos represivos del Estado.

El Colegio de Profesores, por otro lado, si bien en un comienzo manifestó un tibio rechazo hacia la medida, se ha cuadrado también condenando la violencia por parte de los estudiantes y señalando algunas modificaciones que harían posible que el proyecto fuera apoyado por el magisterio. Se le olvida al parecer al “humanista” Aguilar toda represión y violencia de años que llevan encima los estudiantes y trabajadores de la educación, se le olvida la indiferencia que han mostrado todos los gobiernos de turno hacia la crisis de la educación, hacia las propias demandas docentes como los docentes a contrata, la deuda histórica y o la desmunicipalización son sólo una muestra de cómo les han puesto el pie encima durante todos estos años, sin que sus dirigentes hayan respondido de forma contundente. El gobierno señala hipócritamente que esta medida busca proteger y defender a profesores agredidos, mientras desconoce sus demandas históricas, sus reivindicaciones salariales y los mantiene sin una respuesta frente al petitorio que lleva meses discutiendo con el C.d.P. en estos momentos.

La hipocresía es aun mayor si es que hablamos de violencia; la represión constante e indiscriminada hacia estudiantes, trabajadores, sin mencionar lo que sucede con las comunidades mapuches, ha sido siempre parte de la estrategia de gobierno, una estrategia sistemática de represión por parte del Estado en defensa de este sistema de explotación.

Es preciso entonces que la juventud trabajadora y estudiantil se encargue de organizar los comités de seguridad necesarios como respuesta de defensa y organización de nuestras medidas de lucha como las tomas de colegios, las marchas o manifestaciones.

Por la organización revolucionaria de la juventud. Paso a la juventud trabajadora

El proyecto aula segura no se dirige contra unos encapuchados o unos overoles. Se dirige estrictamente para perseguir y criminalizar a los activistas estudiantiles. Pretenden evitar que los colegios y liceos se transformen en centros de organización y discusión en la lucha contra la educación burguesa. Los estudiantes, así como los trabajadores tienen un legítimo derecho a organizarse, accionar y defenderse frente a los ataques del Estado burgués, que busca desarticular cualquier viso de organización y movilización. Es necesario más que nunca fortalecer la organización estudiantil. Imponer asambleas generales en los colegios, exigir que se paren las clases para que podamos deliberar sobre el futuro. Los centros de alumnos deben llamar a votar delegados de curso que sean los verdaderos cuerpos de activistas dirigentes los que luchen contra la represión que hoy quieren imponer en los colegios. Los estudiantes deben discutir y desarrollar planes de lucha que sean votados en asambleas generales. Es prioritario impulsar medidas de acción para unificarse con los trabajadores, se debe pelear por mejores condiciones de infraestructura y condiciones de trabajo, para ello se debe exigir a las organizaciones sindicales docentes y de funcionarios levantar un pliego común por la educación, que parta con un compromiso por apoyar las medidas de lucha de los estudiantes, la defensa de los estudiantes perseguidos y sumariados, incluyendo la defensa de las acciones de lucha como las tomas, por ningún motivo se puede permitir que el Estado divida la lucha contra la educación burguesa. Los revolucionarios defendemos la violencia que ejercen los explotados y oprimidos contra los explotadores, pero buscamos que esta se ejerza de manera organizada y consciente para repeler todo tipo de ataque y persecución contra la movilización y lucha estudiantil. Se debe transformar la lucha educativa en lucha de clases.

Jueves, 01 Noviembre 2018 19:47

Media sanción al presupuesto del FMI

El macrismo logró la media sanción del presupuesto, con la ayuda del peronismo en el recinto y la burocracia sindical en las afueras, que se negó a movilizar y llamar a un paro para impedir la aprobación de la ley.

Ahora se espera que la ley de presupuesto pase por el Senado y sea promulgada a mediados de noviembre, así pueden mostrar que están haciendo los deberes antes de la Cumbre del G 20.

En la sesión de la cámara de diputados quedó muy claro que, con algunos matices, la totalidad de la oposición patronal está de acuerdo con el pacto del FMI y sólo discuten cómo se va a hacer el ajuste. Los K votaron en contra sabiendo que el macrismo ya tenía los votos para aprobarla y aclararon en todas sus intervenciones que de ser gobierno en el 2019 rediscutirían el acuerdo con el FMI, como lo dice el massismo. Los gobernadores del PJ, vía sus diputados, aprobaron la ley con la idea de que el gobierno tuviera su presupuesto y negociaron algunos puntos para que el ajuste fuera más fuerte en la provincia de Buenos Aires. La CGT brilló por su ausencia y se cubre llamando a un paro de 24hs para el 27 de noviembre y las distintas variantes de la CTA movilizaron muy poco. Es decir, la burocracia sindical, en todas sus variantes, dejó pasar el ajuste en nombre de un lejano 2019 y esperando que la iglesia después de haber rezado en Lujan haga el milagro.

El presupuesto fue votado sin conocerse el acuerdo firmado con el FMI, después de que se votó se supieron algunos puntos del mismo. El gobierno se compromete a realizar una reforma previsional, laboral y disciplinar la economía argentina al monitoreo de los técnicos del FMI, obviamente, no para ninguna mejora, sino para garantizar que el país pague las deudas que contrajeron. Después, y como es costumbre en el FMI, anunció que Argentina podría entrar en default ya que el crecimiento de la deuda externa significaría un 81% del PBI, por lo que se torna explosiva la situación de deuda. También los nuevos funcionarios del gobierno advirtieron que es muy probable que se desarrollen conflictos sociales ante el plan de ajuste para conseguir el déficit 0.

El 24/10, la represión a los que movilizamos en las afueras del Congreso mostró que la resistencia a este gobierno y sus cómplices es muy grande y el macrismo sólo puede responder con represión, ya que al estar totalmente disciplinado al FMI debe enfrentar a los procesos de masa con el monopolio de la fuerza.

A diferencia de la batalla del 18 de diciembre, ahora se han recuperado algunas mediaciones con la intención bien clara de contener los procesos de lucha de clases y llevarlas a institucionalización vía una salida electoral. Recordemos que en el 18 de diciembre el peronismo venía de ser derrotado por el macrismo y la burocracia sindical estaba en crisis su triunvirato. Eso permitió la irrupción de un sector importante de trabajadores que fueron protagonistas ese día; en la votación del presupuesto los sectores obreros organizados en sindicatos fueron mucho menores.

 

Debemos prepararnos para enfrentar este pacto del FMI, Macri, los gobernadores del PJ y la burocracia sindical.

Después del triunfo de Bolsonaro en Brasil, respaldado por el imperialismo para llevar adelante un plan económico “competitivo” que implicará disciplinar al movimiento obrero brasilero, todas estas variantes burguesas y pequeño burguesas nos dirán que debemos aceptar las reformas previsionales y laborales para estar en mejores condiciones para competir con Brasil. Los trabajadores no competimos entre nosotros, debemos buscar la cooperación revolucionaria con nuestros hermanos de clase como son los trabajadores brasileros y así poder enfrentar a los gobiernos de turno confiando en nuestras propias fuerzas y pelear por expulsar al imperialismo de América Latina.

Ante la situación actual decimos ¡abajo el macrismo! Con la acción independiente de los trabajadores y nuestros métodos de lucha de clases, como los paros las huelgas, las ocupaciones debemos tirar a este gobierno. Porque cada día que pasa en el poder implica más sufrimiento para nuestra clase. Debemos poner en pie un gobierno obrero, que parta de la destrucción del Estado capitalista, la expropiación y el control obrero de la producción, es decir la dictadura proletaria y su extensión internacional. Estos procesos implican la necesidad de levantar un programa de transición y la construcción del partido revolucionario internacional para el desarrollo y triunfo de la revolución y sus transiciones.

Martes, 30 Octubre 2018 18:11

El Impreso 72

La primera vuelta de elecciones presidenciales en Brasil ha dado un aplastante triunfo de Jair Bolsonaro, sacándole una holgada diferencia al candidato petista y reemplazante de Lula (hoy preso), Fernando Haddad. De cara a la segunda vuelta, en la que los primeros sondeos ya dan un triunfo del candidato derechista del Partido Social Liberal, se abre un debate fundamental en el seno de la izquierda y el movimiento obrero sobre la posición a adoptar frente al escenario que se plantea, siempre teniendo en cuenta que las elecciones expresan de forma distorsionada las relaciones de fuerza entre las clases.

 

Peleas interburguesas

Bolsonaro es expresión de un sector del ejército y representante de la ideología más reaccionaria de la clase dominante; reivindica la dictadura, la tortura, la matanza racial, la violencia de género, etc. Se alza como representante de un sector de los hacendados ganaderos y agrícolas y de la iglesia evangelista, que mueve millones de dólares con el negocio de la fe. Pero también logró atraer a un importante sector descontento de las principales ciudades del país.

De fondo, se encuentra la situación económica, que algunos analistas consideran la recesión más grave de la historia. Unos días antes de la primera vuelta, el diario La Vanguardia planteó que Brasil “está en venta a precio de saldo”. La guerra comercial lanzada por EEUU, que apunta en parte contra China, está haciendo estragos en la configuración de las relaciones de fuerza. La venta de empresas a inversores chinos alcanzó los 10.000 millones de dólares en 2016 y 2017. Por ejemplo, la multinacional china Merchants Ports Holdings compró el puerto de Paranagua y pretende convertirlo en el más importante de la región. Las principales inversiones son en infraestructura, petróleo, gas y energía hidroeléctrica, sectores que se beneficiaron con la devaluación del Real.

Este escenario electoral es un episodio más de las peleas interburguesas, que ya se cargaron con la presidencia de Dilma Rousseff y que buscan definir qué fracción dominará. En este marco se dio la mega causa del Lava Jato, en la que cayeron en desgracia políticos y varios empresarios vinculados al gobierno de Lula y Dilma. No casualmente, los inversores consideran que esto ha creado excelentes oportunidades de negocios. Especialmente la petrolera nacional Petrobras es una de las más codiciadas. Ya ha tenido que vender una parte importante de sus activos, las chinas Shanding Kerui y CNPC se hicieron con parte de una nueva refinería en Río de Janeiro. Odebrecht, por su parte, ha vendido su participación en el aeropuerto Galeão de Río a otra empresa china.

El imperialismo norteamericano apuesta al candidato del PSL. Inmediatamente después de que se oficializó el triunfo de Bolsonaro en primera vuelta, las acciones brasileras empezaron a subir en la bolsa de Nueva York y los mercados se mostraron tranquilos y optimistas. Además, cuentan con que Bolsonaro incline el equilibrio de la región contra Venezuela. El candidato ya prometió deportar a los inmigrantes de ese país que han migrado en masa.

 

Bonapartismo sui generis

Lo que está en juego en estas elecciones será qué fracción de la débil burguesía brasileña se pone al frente del semi Estado para establecer determinado equilibrio entre las clases fundamentales, el imperialismo y el proletariado. Esto es lo que León Trotsky definía como bonapartismo sui generis.

Bolsonaro no es el fascismo, porque no puede haber fascismo en un país semi colonial. Brasil es un semi Estado, por las condiciones especiales de dominación de clase que se dan en una semicolonia. Además, Bolsonaro no ataca al Estado “constitucional” brasileño, es parte de él. Este militar retirado proviene del riñón del aparato burocrático militar que es el Estado y pretende fortalecerlo como tal.

Tanto el PT y los partidos “populares”, como Bolsonaro y los partidos de la derecha apuntan a tomar el mando de este aparato estatal para desarrollar las líneas –hoy inciertas- que garanticen la explotación capitalista del país. Si para hacerlo deban llevar adelante políticas más o menos represivas, más o menos reformistas, dependerá de la relación de fuerzas. Recordemos que una de las últimas medidas de gobierno de Dilma fue un brutal ajuste que sumió a una importante porción de trabajadores en la miseria. Lo que se expresa en estas elecciones polarizadas es una pelea entre dos fracciones bonapartistas, que encararán de manera diferente la relación con el imperialismo y con las masas. Y entre las tareas pendientes del próximo gobierno, del signo que sea, está la reforma previsional y la profundización de las reformas comenzadas por Temer.

 

La lucha de clases no se dirimirá en las urnas

Más allá de quién gane, es seguro que del balotaje surgirá un gobierno débil, aunque coyunturalmente se vea fortalecido por los votos y el apoyo del imperialismo. Los discursos de “mano dura” de Bolsonaro no son una novedad en Brasil, donde el ejército patrulla las calles de Río de Janeiro y tienen licencia para matar jóvenes de las favelas desde hace años.

Lamentablemente, un gran arco de corrientes de izquierda, muchas que se reivindican revolucionarias, llaman a votar por el PT en 2° turno. Algunos, dicen no apoyar al PT, PERO toman el “método del movimiento de mujeres” con la campaña “#ELENÃO” para votar “críticamente” por Haddad. En la misma línea, el PSOL, PSTU, MRT (hermana del PTS argentino), el PO argentino, etc, con argumentos más o menos parecidos de que “las masas” quieren enfrentar a Bolsonaro en las urnas, apoyan al candidato del PT. O bien porque se oponen los campos “fascistas” vs. “democráticos”, o bien porque “el movimiento” piensa que la única alternativa a Bolsonaro es Haddad.

Estas posiciones se oponen por el vértice a una política revolucionaria. La tarea de los revolucionarios es desnudar en cada táctica las calamidades del régimen burgués, a la vez que busca fortalecer al proletariado como futura clase dominante. Todas las líneas de votar al mal menor llevan a sobredimensionar el peso de las instituciones burguesas; llevan al proletariado a creer que el Estado es indestructible. No es así, la tarea de los revolucionarios es romper con toda envoltura democrática de la burguesía con los métodos obreros. No podemos perder ni un segundo para el reagrupamiento de la vanguardia obrera tras un programa de transición que la prepare para el enfrentamiento con la burguesía en todos los terrenos, incluso el militar, y lleve a la toma del poder. No podemos darle un milímetro de ventaja a la burguesía dejándonos llevar hacia los escenarios que ellos dominan, tenemos que fortalecer las organizaciones obreras con el férreo principio de la independencia de clase. Si Bolsonaro viene por nosotros –y detrás de él un amplio sector de patrones nacionales asociados a la burguesía imperialista-, tendremos que estar preparados para darle pelea en el terreno en el que los trabajadores somos fuertes: en la producción. Lo mismo deberíamos hacer si Haddad resultara vencedor, ya que detrás de él también se agrupa un sector de la burguesía nativa asociada al capital extranjero que vendrán por el aumento de la superexplotación del trabajo. El voto al PT lleva a desviar la lucha del proletariado hacia los marcos del régimen burgués, planteando una falsa dicotomía. La democracia tiene un contenido de clase y que, bajo el régimen burgués, es la mejor envoltura del capital. La situación mundial actual, de declinación del imperialismo y de descomposición de los Estados nacionales implica que no hay lugar para las reformas sociales que tanto reclaman las corrientes de conciliación de clase. La lucha de clases que desarrollará este periodo no dejará lugar a vacilaciones, ya que todas las supuestamente sólidas instituciones democráticas están dejando caer sus caretas y comienzan a mostrar su rostro explotador. Los revolucionarios somos intransigentes ante todo atisbo de borrar la independencia del proletariado en pos de frentes de conciliación.

 

Por una salida obrera y socialista

La única salida progresiva para Brasil, y para el conjunto de América Latina, es desarrollar la revolución obrera y socialista. Para ello no sólo el proletariado brasilero, sino el argentino y el de todo el sub-continente debe unir sus fuerzas en la lucha contra la burguesía nativa e imperialista. En este camino los sindicatos tienen enormes tareas que cumplir, para lo cual primero hay recuperarlos de las manos de la burocracia conciliadora. Desde ahora hay que preparar el terreno para que la clase obrera haga una ruptura revolucionaria con el PT. Es necesario preparar un Congreso de Delegados de Base para imponer a la CUT y todas las centrales sindicales un programa obrero ante el escenario que se aproxima. Discutir el control obrero de Petrobras será una de sus primeras tareas, en el camino de imponer un programa de transición que fortalezca la dirección del proletariado.

Desde la COR, en la TRCI, hemos realizado un llamado a una Conferencia Latinoamericana Internacionalista en la que las corrientes que se revindican del marxismo revolucionario discutamos el programa de salida para nuestra región. Insistimos en que este es un primer paso para preparar las tareas que tenemos por delante. Debemos construir las secciones del partido internacional de la revolución, la IV Internacional reconstruida, en toda la región para imponer la Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina.

El pasado 4 de octubre apareció sin vida, colgado de una reja pública, el dirigente sindical de los pescadores y referente de movimientos ambientalistas de la V Región, Alejando Castro. Las circunstancias de su fallecimiento llaman la atención de todo el activismo y ponen en duda con total fundamento la hipótesis de un suicidio, toda vez que las manifestaciones contra la contaminación se han visto duramente reprimidas tanto por carabineros como por la armada.

Las protestas contra la contaminación se sucedieron luego de que más de 300 personas, en su mayoría ancianos y niños, llegaran con síntomas de intoxicación a los hospitales, episodio que desde entonces no ha parado de reiterarse, teniendo todos los días nuevos afectados.

El gobierno respondió con medidas administrativas, sin conocer ni investigar la fuente de la contaminación, con el cierre parcial de las plantas de propiedad estatal como la refinería de ENAP. Con este tipo de medidas se colocó directamente sobre la cabeza de los trabajadores la amenaza de la reducción de personal y desvinculaciones masivas.

Estas zonas industriales fueron definidas por los gobiernos burgueses de todos los colores como “zonas de sacrificio”. Es decir, lugares destinados al desarrollo de la explotación de los recursos naturales sin ningún tipo de obstáculo o regulación industrial como parte de la lógicas anárquicas del capitalismo mundial que concentra en distintos puntos centros productivos, lo que forma parte fundamental del “modelo chileno” ligado y subyugado al capital financiero internacional. Baste como ejemplo de vasallaje y pleitesía de este modelo la imagen de Piñera entregando a Trump una bandera norteamericana que tomaba una minúscula estrella representando la bandera de su “patria”. Algo que no hizo sentir incómodo a ninguno de los parlamentarios burgueses ya que ven como algo completamente natural la sujeción del país y sus destinos al imperialismo.

Esta es la verdadera democracia, la forma acaramelada con la que se cubre la dictadura del capital, la dominación imperialista y el régimen de la explotación del hombre por el hombre. De este modo, la “democracia” del sufragio universal periódico que sirve el juego de la charlatanería parlamentaria, complementa su esencia con sus cárceles, con sus fuerzas represivas, sus servicios de inteligencia, en defensa de la propiedad privada capitalista. Por ello es que no tienen el menor pudor a la hora de perseguir, reprimir y hasta aniquilar al activismo obrero y estudiantil.

El nombre de Alejandro Castro estuvo ausente en los discursos que tanto oficialismo como oposición hicieran con motivo de la conmemoración de los 30 años del plebiscito que iniciara la transición tutelada por el Estado de la dictadura de Pinochet a los gobiernos concertacionistas. Y es que Alejandro Castro es uno más de los tantos trabajadores y activistas populares que fueron ejecutados en la defensa de esta democracia para ricos. Cabe recordar a luchadores de nuestra clase como Rodrigo Cisternas, Juan Pablo Jimenez o Nelson Quichillao o también luchadores sociales como Matías Catrileo, Alex Lemún, Macarena Valdés y un largo etcétera que fueron asesinados en democracia.

No podemos dejar la investigación de estos sucesos en manos de los organismos del Estado. Es necesario levantar una comisión investigadora independiente dirigida e impulsada por los sindicatos de la región. Junto con esta investigación se vuelve primordial luchar por implementar un plan obrero de producción que se apropie de todos los recursos necesarios para eliminar la contaminación, enfrentar los despidos e imponer la escala móvil de horas de trabajo. Para ello será prioritario desarrollar el control obrero de los sindicatos sobre la producción a fin de impedir el boicot capitalista a estas medidas.

La lucha por la verdad y justicia para esclarecer el crimen de Alejando Castro debe estar en manos de la clase trabajadora, en lucha contra la democracia de los explotadores.

Por una salida obrera a la crisis

Después del segundo acuerdo con el FMI, donde se aumentó el préstamo y se adelantaron los desembolsos para asegurar un 2019 supuestamente tranquilo, el ministro Dujovne llamó a “tener paciencia” y a prepararnos por meses duros y de fuerte recesión.

El acuerdo con el FMI terminó de sellar la nula independencia del gobierno y convirtió a Macri en un simple “empleado del mes” del imperialismo. Los empresarios y la oposición patronal del PJ (expresada en los gobernadores) sus variantes K y la burocracia sindical se han ubicado como garantes de la gobernabilidad. Esto quedó demostrado con el debate por el presupuesto, en donde -con matices- todo este arco ha definido apoyar el ajuste.

El ataque al conjunto de los trabajadores es descomunal. La caída del salario real, la inflación, los despidos y suspensiones nos obliga a responder para que no seamos nosotros los que paguemos la crisis.

Mientras, nos bombardean con millones de recetas económicas, unas apostando nuestro destino al capital extranjero y sus inversiones y otras haciendo demagogia sobre el “desarrollo industrial nacional” y el fortalecimiento del rol del estado y sus instituciones. Todas ellas comparten la misma idea, sean gradualismo o shock, sea inversiones extranjeras o desarrollo del mercado interno, todas parten de la idea de que hay que salvar el Estado y proponen a los trabajadores seguir a uno u otro capitalista, asegurando la dominación política sobre la única clase que produce valor, que es la clase obrera. En un “desarrollo de la industria nacional” los explotados vamos a seguir siendo explotados, sólo cambian de apellido los explotadores.

En estos últimos días hemos visto regresar a la arena pública a Massa, los cristinistas, los pejotistas y sus curas aliados, que durante 12 años sostuvieron el capitalismo de amigos del gobierno k y que hoy aprovechan el descontento con el macrismo para armar sus proyectos electorales de cara al 2019. Hablan de fortalecer las pymes “que dan trabajo” cuando fueron justamente los patroncitos nac and pop los que sostuvieron la red de precarización laboral de la “década ganada”. De repente les importan los pobres, cuando durante estos 12 años usufructuaron el precio de la soja con un 30% de pobreza y desocupación. Y ahora nos dicen que tenemos que rezar con Bergoglio para que se vaya Macri y venga….algún peronista con cara de bueno.

Los burócratas sindicales, ya sean los dinosaurios de la CGT, Moyano o la corriente federal, son correa de transmisión de esta ideología patronal entre los trabajadores. Mientras dejan pasar el ajuste sin pelear, nos dicen que hay que esperar al 2019 y “votar bien”. Todo dentro de la institucionalidad.

Los marxistas en cambio, decimos que la lucha de clases es en última instancia la lucha por la plusvalía, la lucha por el excedente que se apropia el sistema capitalista de nuestro trabajo. Eso es lo que timbean en los mercados los cráneos de la city, juega con nuestro sudor y sangre para garantizar su existencia parasitaria como clase. Por eso jamás puede haber una salida nacional a la crisis actual argentina sino unimos nuestros esfuerzos con los trabajadores en una primera instancia latinoamericanos que están sufriendo el ataque del FMI y sus gobiernos de turno.

Ante este escenario debemos intervenir de forma independiente, abriendo una deliberación al interior de nuestra clase en cuanto a la necesidad de mostrar por qué los trabajadores podemos dirigir los resortes de la economía y preparar los requisitos para la lucha por el poder.

Decimos abajo el macrismo, ya que, con la acción independiente de los trabajadores y nuestros métodos de lucha de clases, como los paros las huelgas, las ocupaciones debemos tirar a este gobierno, donde cada día que pasa en el poder implica más sufrimiento para nuestra clase.  Por un gobierno obrero, que parta de la destrucción del estado capitalista, la expropiación y el control obrero de la producción, es decir la dictadura proletaria y su extensión internacional. Estos procesos implican la necesidad de levantar un programa de transición y la construcción del partido revolucionario internacional para el desarrollo y triunfo de la revolución y sus transiciones.

 

El triunvirato de la CGT convocó a un paro general para el 25 de setiembre, ya que las negociaciones con Macri fracasaron. De esta manera salen de la tregua con el gobierno contener la bronca de los trabajadores y buscar canalizar el descontento en una salida dentro de los marcos de las instituciones burguesas. Mientras la CGT estaba en su tregua, se desarrollaron procesos de luchas obreras en distintos puntos del país, en estatales como el Hospital Posadas, tomas de universidades, agroindustria, mineros de Rio Turbio, Luz y Fuerza en Córdoba o el conflicto de astilleros Rio Santiago, con ocupación con los gerentes adentro, por nombrar los más recientes, mostrando que disposición a la lucha no falta.

La corrida del dólar en estos meses y después el acuerdo con el FMI, implicaron una brutal devaluación con las consecuencias conocidas: mayor carestía de la vida, pérdida del salario real, despidos y suspensiones. Quedó más que claro el fracaso del plan Macri, recurriendo al FMI en un intento de salvar a su clase capitalista del desastre económico, y profundizar el ajuste que le reclaman los empresarios, cansados del gradualismo bobo y sus magros resultados.

El ajuste “made in USA” no solucionará la crisis económica. El presupuesto (con el tristemente célebre déficit cero) presentado por el macrismo y escrito por el FMI, ha logrado el apoyo de la oposición burguesa que con un PJ, el massimo y los K (con sus matices), intentará, a pesar de tener una debilidad muy grande como mediación, llevar todo al plano parlamentario y electoral en un lejano 2019.

Por una salida obrera

El Paro de la CGT no sólo no sirve porque es una medida asilada sin continuidad con un plan de lucha. Lo más grave es su programa basado en la defensa de la industria nacional, es decir, en defensa de los patrones “nacionales”. Contra esta trampa necesitamos oponerle un programa revolucionario, transicional, que prepare a los trabajadores para la lucha por el poder.

Ante los acontecimientos no hay atajos. Debemos atacar la base de todo el régimen burgués, es decir, la producción. Somos los trabajadores quienes podemos parar los tarifazos, los despidos y demostrar que, ante el caos capitalista, podemos organizar la economía sobre otras bases.

Por eso es central recuperar los sindicatos para que sean independientes de Estado y ponerlos en función de la lucha y ampliar sus funciones en la necesidad de organizar la economía, peleando por la destrucción del Estado y no para mejorar su maquinaria.

Hay que pelear para tirar abajo el pacto de Macri, los gobernadores y el FMI, y reabrir las paritarias en las ramas en las que ya se firmaron, ante la escalada de la inflación.

Asambleas en los lugares de trabajo para imponer un paro nacional activo, ocupación de las fábricas ante despidos y ocupación de los ministerios. Por delegados paritarios para negociar con las empresas, y convenio único para terminar con la tercerización.

Preparar un Congreso de Delegados de Base con mandato para impulsar un programa de salida a la crisis. Plenarios de la Oposición en las distintas ramas para conformar una oposición sindical revolucionaria.

Una lucha programática

Las concepciones estatistas liquidan el desarrollo de una vanguardia que pueda, con un programa revolucionario, enfrentar al Estado y al imperialismo y preparar las condiciones para el establecimiento de la dictadura proletaria y la edificación internacional del socialismo, a partir de la destrucción del Estado burgués. Salidas institucionales como una Asamblea Constituyente, diluyen el poder del proletariado.

Es necesaria una deliberación en la clase obrera, para que podamos discutir un programa transicional que logre enfrentar a nuestros enemigos de clase y a nuestros enemigos en nuestras propias filas, la burocracia, y desarrollar las condiciones para construir el partido revolucionario.

Lunes, 17 Septiembre 2018 18:57

Periódico 109 de la LOI (Brasil)

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