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En medio del desarrollo de la crisis mundial, la guerra comercial de EEUU y China complica aún más la crisis estructural de la economía argentina. En esta situación internacional convulsiva, la única salida que le ha encontrado la burguesía argentina, sumida en una crisis fenomenal, es aferrarse a los designios del FMI y dirimir sus diferencias en el escenario electoral, apelando al voto para salvar al régimen de conjunto.

Los candidatos del imperialismo contra los trabajadores

Es evidente que este escenario electoral es de crisis, todas las variantes burguesas y pequeño burguesas que se presentan y piden desesperadamente el voto sólo intentan mostrarse como los garantes de los planes del FMI para las reformas imperialistas, como lo son la reforma laboral, la previsional y la tributaria. Sólo difieren en la forma de hacerlo. Para Macri hay que hacerlas lo más pronto posible; mientras que para los FF se pueden contemplar distintas velocidades, es decir, implementar las reformas y medidas exigidas por el imperialismo y los grandes capitales con la velocidad que sea, según los tiempos que a ellos les convengan para desarticular toda eventual resistencia, pero al fin serán los trabajadores y el pueblo los que paguen la crisis.

Todas las fracciones, tanto el macrismo, como los FF, como los Lavagnas, acuerdan en atacar el salario de los trabajadores vía devaluación del peso. Los candidatos han dicho claramente que el dólar está atrasado, eso se traduce en devaluación.

Por una salida obrera y revolucionaria

En un escenario electoral con las características que estamos planteando es necesario abrir un gran debate al interior de nuestra clase para propagandizar un programa obrero para salir de la crisis. Debemos mostrar el potencial de los trabajadores en la producción ante la desorganización de la economía, que se puede organizar sobre otras bases. En las elecciones el voto de los trabajadores se da de forma diluida, pero en los lugares de trabajo nuestras decisiones y acciones hacen temblar a la burguesía.

Por la independencia de clase

Peleamos por la independencia de clase, por eso para nosotros no es lo mismo que un trabajador vote a sus verdugos. Nosotros utilizamos las elecciones para organizar a los trabajadores detrás de un programa, no en clave parlamentaria, sino mostrando la necesidad de reorganizar una vanguardia que enfrente de forma revolucionaria la situación.

Tanto el FIT, con su alianza con el MST, como el NMAS se han alejado de la independencia de clase, desesperados por abrir un diálogo con una opinión pública y diversos movimientos y juntar votos en las elecciones, en los marcos de las instituciones del régimen. En sus campañas han descartado el programa de transición para reemplazarlo por un sinfín de reivindicaciones de carácter estatistas. En cambio, para nosotros es fundamental que las campañas electorales se subordinen al objetivo de fortalecer la conciencia de la clase obrera sobre sus verdaderos intereses y esto implica denunciar el carácter de clase del Estado y todas las instituciones burguesas. La prueba más evidente de que estas fuerzas han abandonado este camino es que sus grupos en Brasil llamaron a votar a Haddad del PT, liquidando toda idea de independencia de clases. Por este motivo no los llamamos a votar.

Llamamos a votar en blanco en estas elecciones, por la independencia de clase y la construcción de una dirección revolucionaria.

 

El próximo 7 de agosto se llevarán adelante elecciones de ATE en todo el país. Se darán en el marco de una profunda crisis del sindicato, expresada la división del aparato entre los verdes del Cachorro Godoy y los verde-blancos del Tano Catalano. A su vez cada una de estas facciones se encuentran resquebrajadas por los innumerables enfrentamientos entre caudillos y burócratas de las seccionales. La rosca entre ellos, que ha incluido amenazas, traiciones y carpetazos, ha dejado al gremio prácticamente paralizado estos meses.

Sin embargo, a la hora de rapiñar puestitos para las PASO se olvidan rápido de las diferencias, como demuestra el Colorado Isasi y su alineamiento con los Fe-Fe.  La Verde y verde-blanca que se han encargado de dividir cuanta lucha hubo en estos años contra los despidos, no tienen problema en compartir las listas de Cristina. Eso demuestra que ambas fracciones tienen acuerdo en todo lo fundamental, especialmente si se trata de ir tras variantes patronales. En realidad, su pelea es por la caja del gremio, y por ser los burócratas interlocutores del gobierno de turno.

Ante eso, era importante en estas elecciones mostrar una alternativa de clase y un programa que apuntara a la unidad del gremio echando a los burócratas. Hubiera sido un buen momento para que la izquierda que se reclama antiburocrática y “clasista” hubiera presentado una lista que sirviera no solo para votar, sino para organizar a los estatales hartos del ajuste y de la complicidad de los burócratas,

Pero no. Como siempre al Partido obrero le encantan hacer acuerdos electorales lo más oportunistas posibles y prefirió ir con el MST histórico riñón de la Verde, antes que formar un agrupamiento de independencia de clase. Por su parte el PTS y el IS no dudaron en hacer lo mismo, con la idea de reflejar el oportunismo lamentable del FIT-U en el plano sindical.

Por su parte ATE Desde Abajo han decidido no participar de la Multicolor presentando una lista separada en la seccional Capital, pero sin romper sus acuerdos políticos con la verde blanca en algunos lugares,

Con los compañeros de la lista Gris Carlos Fuentealba del NMAS, la lista Roja del Garrahan y activistas y delegados independientes, y junto a organizaciones como Trabajadores Trotskistas y Tribuna Proletaria hemos conformado el Frente Clasista Gris – Roja. El mismo está encabezado para CDN por la compañera Marina Hidalgo Robles de Promoción Social, y para ATE capital encabeza el compañero Gustavo Lerer del Htal. Garrahan.

Nos impulsa la necesidad de organizar a los trabajadores en la lucha contra el ajuste y los despidos, contra la burocracia sindical que dice que la única salida a este gobierno antiobrero y súbdito del FMI es “votar bien”. Sabemos que, más allá de sus discursos, un gobierno de los Fernández será incapaz de ofrecer una salida a la crisis económica que no sea en favor de los capitalistas, es decir, con más ajuste sobre el conjunto de los trabajadores y de los estatales en particular. Detalles más detalles menos, para pagar la deuda el futuro gobierno deberá ajustar y seguir devaluando. Por tanto, no se acabará con la precarización laboral que sufrimos los estatales y con la degradación de nuestro salario.

Ante esto, la recuperación de nuestro gremio para la lucha no vendrá de la mano de alianzas con “burócratas arrepentidos” como la Multicolor, sino de la organización independiente del Estado y las patronales, el enfrentamiento antiburocrático contra las cúpulas de ATE y CTAs, y un programa que organice a los trabajadores estatales para unificarse al conjunto de la clase obrera en su lucha contra el ajuste.

 

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Introducción

La ruptura del PO ha dado mucho que hablar en los últimos días. Sabemos que, de conjunto, las rupturas en los grupos trotskistas siempre son tortuosas, en general arrastran “vicios” del estalinismo y el populismo, donde se mezclan acusaciones, problemas de régimen interno, incidentes, etc., que suelen enmascarar las cuestiones de fondo. Es necesario despejar todas esas distorsiones para ubicar al PO en una dimensión más amplia, en un proceso general de la lucha de clases y los problemas del trotskismo, el único programa y la única teoría capaz de llevar al proletariado a su destino histórico.

En este análisis es inevitable que caigamos en algún error, dado que no conocemos en profundidad los mecanismos internos de esta organización hoy en franco derrumbe, ni venimos de su tradición teórico-política. A pesar de ello intentaremos aportar al debate con la intención de ser parte de una reflexión necesaria en el seno de la vanguardia obrera. Creemos que la actual crisis de este grupo tiene un origen en sus concepciones teóricas y en su posicionamiento ante la crisis mundial, dentro de un proceso más general que recorre al trotskismo a nivel mundial.

La crisis mundial y el fin de las condiciones de la posguerra

La crisis mundial que ha venido sacudiendo al mundo desde el 2008 puso de manifiesto la profunda descomposición del capitalismo en su etapa decadente.

Visto como un proceso histórico complejo, esa crisis mundial que hace 11 años que el imperialismo intenta sanear sin éxito – más allá de algunas coyunturas más benignas- trajo consigo todo tipo de fenómenos políticos, desde procesos de lucha obreras en el corazón de Europa, como caídas de gobiernos y regímenes y acciones radicalizadas de masas como en Medio Oriente y norte de África, procesos agudos en Centroamérica y recambios en los bonapartismos sui generis en Latinoamérica. Impactó fuertemente en los ex estados obreros hoy en vías de asimilación capitalista, especialmente en la relación entre Ucrania y Rusia.

De hecho, cuestiones como el derrumbe de la UE y el Brexit, incluso el surgimiento de Donald Trump, la guerra comercial con China y las tendencias proteccionistas, son el resultado de un proceso caótico cuyas contradicciones se fueron acumulando durante dos décadas y que finalmente estallaron allá por el 2008.

Pero lo más importante es que la crisis económica derrumbó todo el andamiaje institucional de la posguerra: la OTAN, la ONU, la OMC, y la “geopolítica” diplomática imperialista de toda una etapa quedó convertida en un sinsentido. Tal es así que Trump, como el bonaparte que hoy dirige el mundo, ha decidido desconocer todas las instituciones que se habían establecido como baluartes de la “multilateralidad”.  Dado que ya no existe más la guerra fría- reflexiona Trump, ya no tiene sentido seguir sosteniendo los viejos pactos imperialistas y seguir bancando las crisis de otros.

El fin de la utopía reaccionaria de la posguerra de los “Estados de Bienestar”, inspirada en la lucha entre dos sistemas que hoy ya no existe, ha marcado el desbarranque de los aparatos socialdemócratas, cuya base social era la aristocracia obrera de los países imperialistas y la burocracia sindical, hoy a la deriva y tratando de preservar alguno de los viejos privilegios. Su lugar ha sido ocupado por corrientes tan efímeras como pequeñoburguesas como Syriza y Podemos, que rápidamente fueron incorporadas a los regímenes imperialistas. Los chalecos amarillos son la expresión de sectores medios que quedaron huérfanos en representación política, confusos ante el golpe de la crisis.

Las corrientes trotskistas, que elaboraron sus programas y delinearon su práctica política en las condiciones específicas de la posguerra, no han podido acompañar el giro en la situación y se han quedado repitiendo sus viejas recetas: programas nacionales en forma de “medidas” anticrisis expresados como “exigencias” a los Estados. Luego de años de ser alas izquierdas de coaliciones reformistas formadas al calor del Estado de bienestar hoy se han quedado sin política. Lo que queda del NPA es la expresión más acabada de este desastre.

Las teorías campistas, los famosos “entrismos”, las participaciones en coaliciones electorales reformistas, la adaptación a los regímenes democráticos imperialistas, la dilución en cuanto movimiento policlasista hubiera, las consignas mínimas, todo ese sólido bagaje del trotskismo de la posguerra se desvanece en el aire, porque la historia no es misericordiosa con los centristas.

El desafío de una nueva generación de obreros revolucionarios, internacionalista, será sacar lecciones de las experiencias fallidas de la posguerra y recuperar el programa del marxismo ortodoxo, del trotskismo revolucionario, para reconstruir la IV Internacional. Para que esto no quede en una simple expresión de deseos, es necesario primero abordar y desentrañar las causas profundas de la crisis brutal por la que están atravesando las corrientes trotskistas.

En esta nota nos centraremos en la crisis del PO, como expresión a nivel nacional de la situación más generalizada en las corrientes del trotskismo. Para conocer nuestras elaboraciones con respecto al mandelismo y el morenismo, remitimos a nuestras otras publicaciones.

El PO y su visión de la crisis mundial

En el 2008, a la luz de los acontecimientos en la economía mundial, la CRCI sostenía:

Cualquier intervención estatal es totalmente inadecuada para enfrentar la magnitud del problema generado por la sobre-acumulación de capital ficticio (…) El estado-nación no es el custodio del último resorte económico que salvará al sistema capitalista. Por el contrario, debido a la crisis del sistema capitalista global, sucumbe ante el peso del sobreendeudamiento, la ruina de las finanzas públicas y la incapacidad de pagar la deuda, que lo lleva al default.

La relación entre la crisis económica y la movilización revolucionaria de las masas, por supuesto, no es lineal sino dialéctica, a través de contradicciones. Sin embargo, Marx y el marxismo han demostrado cómo las contradicciones internas del capital estallan en crisis recurrentes y cada vez más catastróficas, creando las condiciones para su derrocamiento (…)

La "aniquilación de una gran porción del capital" continúa, con una tremenda destrucción de montañas de deudas y bancarrotas de bancos, empresas y Estados; "la suspensión del trabajo" ya genera nuevas legiones de desocupados en la medida en que se desarrolla una violenta contracción de la economía mundial y, finalmente -pero en absoluto por último-, el fantasma de un "violento derrocamiento" del capitalismo está acechando todas las ciudadelas del capital. (Resolución del secretariado de la coordinadora por la refundación de la IV internacional, Milán, noviembre 2008)

Nuestra joven corriente, que hacía sólo un par de años se había formado luego de nuestra abrupta expulsión de la corriente gramsciana-morenista del PTS, intentaba analizar el estallido de la crisis capitalista recuperando las nociones de la teoría marxista –no sin cierta dificultad- para dar respuesta a un fenómeno novedoso y establecer las directrices para la militancia revolucionaria.

Batallamos por un lado contra la matriz centrista que habíamos heredado del morenismo, y por el otro contra algunos teóricos como Chesnais que sostenían que las crisis financieras no eran directamente crisis de sobreacumulación, sino crisis por la “financierización”, o las falacias de la economía burguesa que reducían el problema al subconsumo y que se habían puesto en boga entre los intelectuales e ideólogos pequeñoburgueses y que, por supuesto, ya habían contaminado a varias corrientes del trotskismo .

 Entonces decíamos

La ley tendencial de la baja de la tasa de ganancia debida al aumento acumulativo de la composición orgánica del capital, es decir, la gran acumulación a través de los años de capital fijo  disminuye la proporción de capital variable en la reproducción del capital (…) El problema de la sobreacumulación de capitales es la expresión concreta de esta tendencia y tiene diversas manifestaciones, en diversos tipos y subtipos de crisis capitalistas, que ocurren dentro de cierto comportamiento cíclico pero no repetitivo, ya que cada crisis profundiza la tendencia en el desarrollo del capitalismo (diferencia entre las crisis del período ascendente y las crisis del período de decadencia, en la etapa imperialista). Las crisis de sobreproducción, en sus variantes analizadas por algunos autores como crisis de subconsumo o de desproporción entre los sectores I y II de la economía (que se ven en la superficie como crisis financieras, recesiones, etc); son diversas manifestaciones concretas de la tendencia general del capitalismo (aplazadas y/o incrementadas por las fuerzas contratendenciales y sus contradicciones).(…) La dinámica de las crisis capitalistas debe ser buscada en el problema de la reproducción ampliada, en el funcionamiento concreto del sistema de conjunto (…)(Tesis internacionales II congreso COR, junio 2008)

Esta no era una discusión menor. La mayoría de las corrientes llamadas trotskistas oscilaban entre el evolucionismo y la negación sistemática de los efectos de la crisis en un plano meramente geopolítico (al PTS y sus satélites de la FT) o caían en las teorías monetaristas o subconsumistas en boga para explicar los fenómenos (como el mandelismo y afines)

En cuanto a la CRCI y al Partido Obrero en particular, y el desarrollo de su particular visión del llamado “catastrofismo”, advertíamos:

Esta corriente critica correctamente el evolucionismo morenista con respecto a la salud del capitalismo, sus crisis y manifestaciones. Sin embargo, su catastrofismo es la otra cara de la moneda. Su caracterización de que el capitalismo atraviesa una crisis mundial eterna impide comprender las fuerzas contrarrestantes a las que recurre el sistema, las intervenciones estatales, el accionar de la lucha de clases. De esta manera explica de forma muy general que las crisis se producen por la sobreproducción y la disminución de la tasa de ganancia sin explicar sus mecanismos. Esto lo lleva a establecer una relación casi directa entre su pronóstico de derrumbe y la revolución social sin detenerse a reflexionar sobre la mecánica y dinámica de ésta. 

(…) Tanto el catastrofismo estancacionista como el evolucionismo coinciden en devaluar las tareas preparatorias para la dictadura del proletariado de su programa y la construcción de partido cayendo en una primacía de la coyuntura y de los eventos de la lucha de clases”.

Y decíamos que un grave problema en los análisis del PO era “absolutizar los elementos constitutivos de fenómenos como el del capital ficticio y su funcionamiento en la reproducción, ya que no aplican la dialéctica que describe su movimiento (…) Sorprendidos por las nuevas tecnologías, parecen olvidar que desde Lenin el marxismo constata el dominio del capital financiero por sobre todas las ramas de la economía (…) Al parecer el PO toma al pie de la letra, cierta visión de Rosdolsky respecto de Lenin, que se habría quedado en el funcionamiento “ideal” de la circulación definido por Marx en el tomo II de El capital. Lejos de ser así, el desarrollo teórico-político de Lenin alrededor del problema del imperialismo contradice tal caracterización, ya que se basa principalmente en el estudio de la dinámica contradictoria de las tendencias a la crisis del capitalismo esbozadas, pero no culminadas, por Marx en el tomo III de su obra.” (Tesis internacionales II congreso COR, junio 2008)

Altamira elaboró en profundidad, y llevó hasta las últimas consecuencias, la visión unilateral del lambertismo alrededor del estancamiento de las fuerzas productivas. Este estancamiento es inevitable en la decadencia imperialista y está dada por la naturaleza misma del capital, que es la contradicción entre el carácter social de las fuerzas productivas y el carácter privado de su apropiación. Sin embargo, el capital se sobrevive a si mismo mediante sus contratendencias, entre ellas el papel de los estados imperialistas, los aparatos contrarrevolucionarios y las mediaciones. 

Si bien es verdad que el estado- nación “no es el custodio del último resorte económico que salvará al sistema capitalista” lo es en un sentido histórico, pero no coyuntural.

El “Estado-nación” está superado, como “marco” para el desarrollo de las fuerzas productivas, en cuanto “base” para la lucha de clases, y, por consiguiente, en cuanto a “forma estatal” de la dictadura del proletariado (Trotsky “War or Revolution, Bolshevist Socialism versus Capitalistic Imperialism”) Pero que esté superado, e incluso perimido, no significa que no pueda actuar aún como concentrador de las contradicciones del capital, y aunque a la larga no sea sino un catalizador de esas contradicciones, puede, coyunturalmente, imponer mecanismos (reaccionarios) para atenuarlas.

La visión mecánica, heredada del lambertismo entre crisis económica y crisis política, es decir, entre los mecanismos de la crisis que socavan la estructura del capital sin resquebrajarla del todo, y su repercusión en el plano de la superestructura con crisis políticas de estados y regímenes, desarmó al PO y a la CRCI para toda una etapa.

Confusión y crisis

Al no tener la crisis económica un correlato directo en crisis políticas, menos aún en el plano nacional, su concepción llevó al PO a una escisión tal entre la caracterización de la etapa y la práctica política inmediata, que mientras caracterizaban una nueva etapa de alzamientos revolucionarios en todo el mundo y una situación prerrevolucionaria en América Latina en sus proclamas internacionales, en la práctica sostenían en el país una actividad política dentro de la normalidad burguesa.

Es claro que la dicotomía entre el catastrofismo en el plano internacional y la intervención política limitada a las reglas del régimen burgués en el plano nacional expresa una tendencia nacional trotskista y tarde o temprano llevará una organización a la crisis.

De caracterizar una crisis de poder y el “golpe” durante el conflicto del campo en el 2008 pasaron al “vote y luche” en las elecciones del 2009, el 82% móvil en el 2010, y finalmente al FIT en el 2011, una coalición plenamente electoral, para evitar la proscripción establecida por las PASO con la ley electoral promulgada por el Kirchnerismo en el 2009. Sin embargo, esta alianza técnico-electoral no se expresó en un solo proceso de lucha de clases, donde en los conflictos el PTS, IS y PO intervenían con programas distintos y posiciones enfrentadas.

Y mientras, seguían planteando el inminente derrumbe capitalista y la situación prerrevolucionaria en América latina. 

¿Dónde estaban las tareas preparatorias para la dictadura del proletariado para el PO ante el derrumbe capitalista? ¿Si desde el 2011 en adelante los tiempos, militancia y construcción estuvieron centrados en la actividad electoral del FIT? Esto se exacerbó luego de las elecciones legislativas del 2013 y el “fenómeno Del Caño” donde el FIT tuvo un salto en la cantidad de votos y pudo meter varios legisladores provinciales y a tres diputados nacionales. Caracterizaron de “salteñazo”, no por acciones de masas en las calles de Salta sino por un resultado electoral, que metió a López como diputado.

Confundir una acción de masas de tipo insurreccional (que en el imaginario de la clase obrera quedó como Cordobazo, Rosariazo, Viborazo, etc) con una elección burguesa, escenario distorsionado y confuso para las masas y hostil para los revolucionarios, es un grave error político. Instauró la idea en los cuadros de que la respuesta de las masas ante el “derrumbe capitalista” podía ser en clave electoral, ante la falta de acciones revolucionarias por parte del movimiento obrero

La crisis que la mayoría de la dirección del PO achaca a Altamira con el resultado de las PASO en el 2015 fue de toda la organización. Los cuadros del PO quedaron desmoralizados y en total estado de confusión. No es de extrañar, teniendo en cuenta que el FIT inauguró un método ajeno al trotskismo, resolviendo sus disputas por candidatos en la PASO, es decir, mediante un mecanismo burgués. Pero además de ello, al establecer una relación directa entre la consciencia de las masas y los votos a la izquierda, dejaron a los cuadros totalmente desubicados ante la situación política.

Que toda la lucha fraccional entre la fracción de Altamira y la mayoría alineada con Solano y cía haya girado casi exclusivamente en balances electorales es una clara muestra de esta crisis.

Claramente la dispersión de la estructura del PO, el surgimiento de una dirección “Fubista” compuesta por ex militantes universitarios y dirigentes más jóvenes, es consecuencia directa del desarrollo y fortalecimiento de un ala parlamentarista dentro de su partido.

Es similar al desarrollo que ha tenido el PTS, que ya no es más un partido (no tiene periódico, ni cuadros, ni estructura leninista) sino un movimiento difuso político-cultural incapaz de llevar adelante cualquier acción radicalizada en el movimiento obrero. Sin embargo, el PTS preparó a sus militantes previamente, elaborando una “teoría” para sostener dicho giro, donde abandonaron el trotskismo para desarrollar una “teoría” gramsciana millenial. ¿Cuál será la teoría-programa que elaborará el nuevo PO de Solano?

Solano acusa de fatalista a Altamira, pero no plantea ninguna caracterización de la crisis mundial y todo su análisis se restringe a la capacidad de la economía argentina. Acusa a Altamira de electoralista, pero sólo hace análisis electorales del régimen. 

Solano y su elenco dirigente buscan presentarse como una nueva generación que renueva el partido, sacándose de encima a los viejos que serían un obstáculo para el desarrollo de su corriente. Si bien implementaron un hecho novedoso – desplazar a su máximo dirigente, al fundador de su grupo, mediante una votación en un congreso- lamentamos decirles que estos “jóvenes” no expresan nada nuevo.  El electoralismo, las consignas mínimas nacional trotskistas, la adaptación a los movimientos pequeñoburgueses, la naturalización de la democracia burguesa, la licuación de los organismos partidarios y la apertura de la organización a cualquiera viene siendo patrimonio de las corrientes mandelistas, pablistas y sus desprendimientos hace ya más de 40 años.

Los métodos burocráticos y el aplastamiento de los opositores internos mediante acusaciones morales ya tienen copyright: Pierre Lambert, Stéphane Just, Michel Pablo o Tony Cliff fueron grandes exponentes de estos métodos.

La fracción de Altamira ha intentado ser un ala resistente al giro de la mayoría del PO. Pero poco podrá hacer si mantiene las viejas recetas de la posguerra para oponerlas al posmodernismo twitero. La razón histórica de todo grupo que se reivindique trotskista es tomar en sus manos la enorme tarea de establecer las bases teóricas para la ruptura con las concepciones heredadas de las principales corrientes centristas del trotskismo, que en estos años han sido golpeadas por la crisis capitalista, pero de las cuales no ha habido rupturas por izquierda, sino más bien que tienden a la descomposición.

 

 

 

Martes, 25 Junio 2019 19:21

FIT-Unidad: cuando la suma da cero

En estas elecciones el FIT amplió su frente electoral aliándose con el MST. Con la idea de la unidad de la izquierda para tratar de revertir los magros resultados electorales del FIT en las elecciones provinciales, lanzaron la táctica de llamar a otras corrientes como AyL, de Zamora, el MST y al Nuevo MAS a integrar candidatos a las listas. Zamora se negó, el NMAS lo consideró como un ultimátum -con las candidaturas más importantes ya definidas- y el MST aceptó.

Si ya el FIT era un frente electoral donde los partidos que lo conforman -el PO, PTS e IS- lo demuestran en cada acción de la lucha de clase, la alianza con el MST consolida un giro centrista que los aleja más y más de la independencia de clase.

Todos los grupos que nombramos en esta nota llamaron a votar en el balotaje en Brasil a Haddad, el candidato del PT. Es la demostración en el plano internacional de la nula independencia de clase.

Porque insistimos en la necesidad de la independencia de clase, porque sostenemos que para desarrollar una vanguardia obrera es condición central reorganizar un sector de nuestra clase que rompa con la burguesía y pelee por la construcción de un partido revolucionario que prepare la toma del poder para destruir al Estado burgués.

Para el FIT-Unidad la independencia de clase debe ser una independencia política y la idea de política es que no vote a los partidos patronales. Esto puede ser un aspecto, pero la política para los revolucionarios es economía concentrada y, aunque suene pianta votos, la política de la dictadura del proletariado es la más concentrada de todas las políticas concebibles.

Y en donde más se expresa la negación de la independencia de clase es en el programa que acordó esta nueva coalición para disputar el voto en las elecciones.

El programa del FIT-Unidad es un programa estatista y redistribucionista. En su programa plantea una relación con el Estado burgués, que no lleva a su destrucción sino a que mejore su funcionamiento incorporando el control obrero y de usuarios. Es una concesión programática a un proceso histórico como fueron los Estados de bienestar, incorporan una indefinida categoría social de usuarios y sin tener en cuenta que el Estado es una firma burguesa. Eso llevado al programa es de conciliación de clase. El control obrero nada tiene que ver con estas visiones estatistas. En otra parte del programa desarrollan un sinfín de medidas con impuestos a los grandes capitales y otros impuestos. Acá nuevamente vuelven a caer en una incomprensión del concepto de Estado para los marxistas. Los impuestos son para mantener al Estado burgués. Y de forma increíble plantean que con el cobro de esos impuestos se podría distribuir para mejorar las condiciones de vida de la gente. Esa es la concepción redistribucionista, que nos dice que ataquemos las ganancias de los capitalistas en la distribución y no en la producción. La lucha de clases es la lucha por la plusvalía, si llevamos a los trabajadores a pelear por cómo se distribuye mejor nuestra explotación y no atacamos de raíz el sistema de explotación no hay ninguna posibilidad de independencia de clase.

El Programa de Transición que defendemos los revolucionarios es un sistema de reivindicaciones transitorias que es la expresión de las lecciones del proceso de transición que dio la Revolución Rusa. Lo que los marxistas denominamos la injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista o, como definía a las medidas transicionales la III internacional, son medidas que aun operan formalmente en el marco del régimen burgués. Pero en realidad, son ya intervenciones del poder estatal proletario. Esta mecánica del programa de transición nada tiene que ver con el programa del FIT-Unidad, cuyo programa expresa su adaptación a los fenómenos políticos que se desarrollaron en los últimos años donde la crisis de dirección revolucionaria ha impedido dar una respuesta revolucionaria a nuestra clase para enfrentar la descomposición del imperialismo y los procesos de asimilación de los ex Estados obreros.

Recuperar la dinámica del Programa de Transición es una tarea de primer orden para no caer en consignas vacías y mecánicas de sistemas de consignas que buscan dialogar con la opinión publica y no apuntan a desarrollar una vanguardia obrera. La crisis del PO expresa en gran parte esta incomprensión del Programa de Transición, de ese partido y del conjunto de sus aliados en el FIT-Unidad.

 

Viernes, 14 Junio 2019 19:06

Argentina, tierra de FMI y elecciones

En medio del desarrollo de la crisis mundial y de una crisis aguda en la Argentina se ha instalado un escenario electoral para saber quién va a presidir los destinos del país en medio de una importante debacle de la economía nacional y sus consecuencias en las condiciones de vida.

El 12 de junio cerraron los plazos para presentar alianzas para las elecciones de octubre, previo el mecanismo de las PASO. Dicho cierre mostró el nivel de crisis de los partidos patronales y la necesidad de buscar la mejor fórmula burguesa para combatir la crisis, pagar la deuda al FMI y preparar las condiciones de las reformas estructurales que el gobierno de Macri no pudo hacer. La crisis de los partidos burgueses llevó a sus direcciones a buscar coaliciones electorales ante la nula base social de sus partidos y la necesidad de mostrar al gran capital y al capital nacional su subordinación a los intereses del imperialismo y sus socios locales.

A modo esquemático se podrían dividir las distintas alianzas patronales y a las tendencias que expresan en el plano nacional e internacional de la siguiente manera. La fórmula Macri-Pichetto es expresión de la línea del imperialismo norteamericano, el FMI y de la burguesía monopolista. Los Fernández-Fernández expresan a los sectores de la burguesía no monopolista, centralmente a las PyMEs y, si bien buscan ser buenos alumnos del FMI, intentan aprovechar la guerra comercial entre EEUU y China para tener una mayor independencia en las decisiones en el futuro gobierno. Lavagna-Urtubey expresan al gran capital nacional industrial aliado al imperialismo.

La burocracia sindical se ubica en estas fórmulas según a qué empresarios representa, o enfrenta. Es evidente que, en este escenario de fórmulas, los trabajadores y nuestras luchas no están reflejadas y no podrían estarlo. Ellos son representantes del capital y sus distintas fracciones.

Hay algo que debemos dejar bien claro: por el nivel de crisis internacional y nacional, las fórmulas expresan la crisis, pero intentan dar una idea de unidad burguesa para descargarla sobre los trabajadores y ser fieles pagadores del FMI, eso los une a todos. Deben dirimir sus diferencias en las elecciones ante el fracaso del macrismo como recambio burgués.

Hay que agregar un elemento más al análisis de carácter estructural y es que la descomposición del imperialismo a nivel histórico -y sumido en una crisis mundial que aún no ha logrado dar solución- lleva a que en las semicolonias los gobiernos sean aún más débiles para garantizar las reformas. El caso más emblemático es el gobierno de Bolsonaro en Brasil que, a pesar de que gran parte de la izquierda le atribuyó superpoderes, hoy está enfrentando grandes movilizaciones con una enorme huelga general el 14/06 en contra de su política. La izquierda en Brasil llegó al/ colmo de llamar votar a Haddad, el candidato del PT.

En un escenario electoral con las características que hemos esbozado más arriba, es necesario abrir un gran debate al interior de nuestra clase para propagandizar un programa obrero para salir de la crisis. Mostrar el potencial de los trabajadores en la producción ante la desorganización de la economía, que se puede organizar sobre otras bases. En las elecciones el voto de los trabajadores se da de forma diluida, pero en los lugares de trabajo nuestras decisiones y acciones hacen temblar a la burguesía.

Peleamos por la independencia de clase, por eso para nosotros no es lo mismo que un trabajador vote a sus verdugos, por eso utilizamos las elecciones para organizar a los trabajadores detrás de un programa, no en clave electoral, sino mostrando la necesidad de reorganizar una vanguardia que enfrente de forma revolucionaria la situación.

Nosotros llamamos a votar en blanco en estas elecciones, en una pelea, quizás en solitario, por la independencia de clases. El FIT en su alianza con el MST, y el NMAS, se han alejado de la independencia de clase en la necesidad de abrir un diálogo con la opinión pública y diversos movimientos, descartando el programa de transición para reemplazarlo por un sinfín de reivindicaciones de carácter estatista. Pero el fundamento más importante para llamar a votar en blanco es que tanto el grupo del FIT, del MST como del NMAS en Brasil llamaron a votar a Haddad, del PT, liquidando toda idea de independencia de clases.

 

Jueves, 06 Junio 2019 09:54

Las PASO en Mendoza

Este domingo 9/6 serán las elecciones primarias abiertas y obligatorias provinciales y en 14 municipios de los 18 departamentos de Mendoza.

Fracasado su intento de reformar la Constitución Provincial, el gobernador Alfredo Cornejo no tiene chance de reelección, por lo que designó como su delfín al actual intendente de la ciudad de Mendoza, Rodolfo Suárez. Cornejo, como presidente de la UCR, impulsó en la convención de su partido la continuidad de la alianza con el PRO, pero antes se ocupó de desdoblar las elecciones para intentar despegar los resultados del lastre de Macri.

El oficialismo provincial, “Cambia Mendoza”, es un frente que ganó la provincia en 2015 y le arrebató varios municipios al peronismo, mediante un acuerdo entre la UCR, el PRO, el Frente Renovador y el PD. Con la abierta colaboración del golpeado peronismo provincial y el kirchnerismo, la gestión de Cornejo impuso un plan claramente antiobrero y de ajuste.

El plan de modernización de Ibarra tuvo un aplicador ejemplar en Mendoza. El Ítem Aula, como medida de productividad docente y disciplinamiento estatal, fue una dura derrota a los trabajadores de la educación, que pesó sobre el conjunto de los estatales. Esta medida, elogiada por los voceros del imperialismo, tuvo su complemento en el ataque a los convenios colectivos y las paritarias, los despidos y desguace de organismos. Los trabajadores de la industria y los servicios también fueron objeto de ataque, con la reforma de la Justicia Laboral, en perjuicio de los trabajadores y a tono de los intereses de las ART y las patronales. Mendoza fue pionera en la legalización de plataformas precarizantes como Uber. El cambio en el sistema de transporte, Mendotran, implicó un doble ataque. El aumento del boleto y, de hecho, un aumento generalizado de la jornada laboral, aumentando el tiempo requerido para llegar al lugar de trabajo.

El plan antiobrero incluyó un fuerte ataque a las organizaciones obreras y la juventud. El nuevo código contravencional provincial y de convivencia urbana en la ciudad de Mendoza, así como el andamiaje de medidas contra las tomas de establecimientos, de persecución y represión a estudiantes y trabajadores en lucha, se tradujeron en cientos de miles de pesos en multas a organizaciones sindicales, sociales y políticas, el procesamiento de luchadores, y la represión abierta a trabajadores y la juventud empobrecida.

La burocracia sindical de la CGT y la CTA fue un sostén importante del peronismo provincial, tras la crisis y dispersión que implicaron las derrotas electorales en 2015 y 2017. Así como fueron y son garantes de la tregua a Cornejo y a Macri, ahora pululan en las listas de Bermejo, candidato de los intendentes del PJ, y junto la candidata de Cristina en Mendoza, Anabel Fernández Sagasti. Cristina saluda su lista mendocina como expresión de la renovación política de la mano de la juventud, maquillaje de una lista copada por lo más rancio del peronismo con figuras impresentables como el ex gobernador Celso Jaque, Amstutz, Abraham, etc.

Tras 4 años de gestión de Cambia Mendoza, los estatales provinciales están entre los 4 sueldos más bajos del país. Mendoza tiene los niveles de inflación más altos a nivel nacional. El porcentaje de trabajadores en la informalidad laboral está el podio nacional. El peso económico de Mendoza, cayó al 6to lugar. El endeudamiento del estado provincial aumentó. Sin embargo, el conjunto de los pre-candidatos patronales, no se plantean retrotraer ninguna de las “reformas” impuestas por Cornejo. Al contrario, se disputan el favor de los empresarios, postulándose como los gestores de los planes de impulso estatal a la reconversión capitalista de la agotada estructura productiva provincial.

 

Entre proyectos estatistas, la independencia de clase está ausente en el debate

La crisis económica nacional agravó la decadente agroindustria regional, históricamente subsidiada y sostenida desde el Estado, que innumerables veces socializó las deudas privadas para sostener una clase parásita de empresarios bodegueros y pymeteros de todo tipo. Ante la concentración y relocalización productiva (La Campagnola), las quiebras y cierres de plantas (La Colina, Alco, etc), una vez más se ensayan recetas estatistas. El FIT, abandonando ya cualquier atisbo de programa revolucionario, despliega una campaña que agita la idea de que la anarquía capitalista y sus efectos más nefastos sobre la población asalariada y pauperizada pueden canalizarse a través del Estado capitalista capaz de planificar y armonizar las contradicciones. Si esta idea es errónea y perniciosa para la clase obrera respecto del semi Estado argentino, se vuelve absurda respecto de un estado provincial. “Empresa estatal de alimentos”, “mercado único provincial”, son consignas que dan cuenta de la presión de la conciliación de clases sobre el programa del FIT. Una vez más, en su participación en el régimen burgués alientan ilusiones en las posibilidades de reforma del semi Estado mediante sus propias instituciones. Por más que declamen que la crisis la tienen que pagar los capitalistas, está totalmente ausente cualquier idea que cuestione la propiedad privada.

Tampoco se guían por el principio de independencia de clase en las organizaciones de trabajadores donde tienen responsabilidad de dirección. Tanto en SUTE como en ATE, las fuerzas del FIT, establecen acuerdos y postulan como representación de los trabajadores a tendencias burocráticas y de conciliación de clases, que ahora pretenden enfrentar en las urnas de las PASO. Las multicolores, integrando a los aliados del PJ (PCR), los acuerdos con viejos burócratas que hoy pueblan las listas de Bermejo y Sagasti, expresan el abandono de la tarea de combatir los programas conciliadores en las organizaciones obreras. De tendencias como el MST, basta decir que hace tiempo cruzaron la barrera de clase.

No es una decisión “táctica” del FIT en Mendoza. Los partidos que integran el FIT ya sucumbieron a la polarización planteada en Brasil, y llamaron a votar por Haddad y el PT como el mal menor frente a la variante “bonapartista de derecha” y “fascista” de Bolsonaro. Así, la independencia de clase que proclaman que la clase obrera exprese mediante el voto, terminó sacrificada en las urnas en pos de una variante frente popular en forma de partido. En base a estos fundamentos es que la Corriente Obrera Revolucionaria llama a votar nulo o en blanco.

Instamos a los trabajadores y la juventud a no depositar ninguna confianza en que el resultado de las urnas hará la diferencia respecto a las tareas que plantea enfrentar los planes patronales para hacernos pagar la crisis en curso. La burocracia nos hace perder un tiempo valioso en este impase de tregua, mientras los capitalistas definen la junta de administración de sus negocios para los próximos años. Preparemos la ruptura de la tregua. Impulsemos el debate en cada lugar de trabajo y de estudio sobre cuáles son las medidas y el programa para afrontar la crisis desde nuestros intereses como trabajadores. No será en la legislatura del código contravencional y el ítem aula, donde los mismos personeros del capital rotan de asiento, el lugar donde nuestra voz e intereses se impongan. Necesitamos poner en pie nuestras propias instancias de deliberación y resolución, un congreso de delegados de base mandatados, que prepare un plan de acción orientado a tirar abajo los planes del FMI. Que unifique a los trabajadores estatales, de la industria y los servicios en un paro general, con ocupación de plantas y reparticiones, que despliegue nuestra fuerza como clase para barrer con el conjunto de medidas antiobreras de Cornejo y Macri.

Los acuerdos de cúpulas, como el frente de unidad estatal, no duraron ni dos meses. Divididos en distintas listas, ni siquiera los reunió el ataque con el nuevo procesamiento de trabajadores por luchar, ésta vez a 3 dirigentes de SUTE. La recuperación de los sindicatos está ligada a la lucha por una Central Única de Trabajadores, independiente del Estado. Sólo un programa de independencia de clase puede orientar al activismo y los trabajadores antiburocráticos en estas tareas.

 

Corriente Obrera Revolucionaria – Regional Mendoza

La burocracia sindical de la CGT llama a parar el 29, y dicen que es en homenaje al Cordobazo y en contra de la política económica de Macri. La burocracia sindical jamás puede ser heredera del Cordobazo, donde el movimiento obrero organizado en alianza con sectores estudiantiles y el pueblo enfrentaron a los grandes capitales imperialistas y sus socios locales, a la dictadura militar y mostró la fuerza de la clase obrera como caudillo de una nación. Ninguna de estas características le es propia a los enemigos en nuestras filas que son los burócratas. Tampoco su convocatoria al paro es en contra de Macri, porque fueron los garantes del ajuste, la caída del salario, los despidos y los cierres de fábrica.

La CGT hace un paro sin movilización y sin continuidad con un plan de lucha, porque el objetivo es descomprimir, contener la bronca, y canalizarlo a un escenario electoral donde la burocracia aspira a cumplir un rol en el rearmado del PJ.

Son claros los objetivos de la CGT, pero para llevarlos a cabo debe apelar a métodos obreros como el paro, y es ahí donde debemos intervenir con todas nuestras fuerzas para tomar el paro en nuestras manos y hacerlo activo con piquetes, ocupación de fábrica, cortes de parques industriales y un sinfín de medidas que muestren la fortaleza de nuestra clase.

Es imperioso abrir un gran proceso de deliberación al interior de nuestra clase, para echar a la burocracia de nuestros sindicatos. Abrir una discusión programática de cómo debemos actuar ante el desorden económico y cómo enfrentar al Macrismo y todos sus socios de clase.

Debemos impulsar asambleas en los lugares de trabajo donde discutamos un programa para enfrentar al FMI, al gobierno de Macri y los empresarios, y a la burocracia sindical. Es en las asambleas obreras donde nuestro voto tiene un rol central, donde podemos mostrar la centralidad de los trabajadores y porque debemos atacar las bases de régimen burgués que están en la producción. Debemos echar a los delegados vendidos y poner nuevos delegados e impulsar un congreso de delegados de base para preparar el enfrentamiento al gobierno de Macri.

Hoy, ante el nivel de crisis política y económica, las distintas variantes burguesas y pequeño burguesas nos llaman a un gran acuerdo nacional, con distintos nombres, pero todos tiene la intención de buscar una gran unidad burguesa dirigida por el FMI para llevar a cabo todas las reformas como laboral previsional y fiscal que el macrismo no pudo terminar de hacer.

Ahí está la fórmula de Fernández Fernández llamando a un pacto social, Lavagna a la unidad nacional, Massa con un planteo similar, la iglesia a un gran acuerdo nacional es decir unidad de los arriba para destruir a los de abajo. Esa unidad reaccionaria que quieren legalizar vía elecciones es lo que debemos enfrentar con la centralidad de la clase obrera y un programa de salida a la crisis.

En estos días se siguen desarrollando conflictos en distintas fabricas por despidos o cierres. Este paro debe ser contundente para frenar este ajuste y dar los pasos para organizarnos contra nuestros verdugos. Mostrar la fuerza de nuestra clase es -en un sentido histórico- un pequeño homenaje a 50 años del Cordobazo.

Lunes, 29 Abril 2019 21:21

POR UN PARO ACTIVO EL 30 DE ABRIL

El paro que ha llamado un sector de la CGT ligada a Moyano y las dos CTA no puede considerarse un paro general ya que lo llama una fracción sindical expresando las internas en la CGT e impidiendo mostrar el poderío del movimiento obrero en una acción conjunta.
Es evidente que el objetivo del llamado al paro es contener la bronca por la situación que están pasando los trabajadores ante el descalabro de la economía y el fracaso del gobierno de Macri y darle a esa bronca un cauce electoral. Pero también es cierto que el paro es una acción obrera que más allá del objetivo que se plantea la burocracia debemos intervenir para que sea una verdadera acción proletaria que muestre la fuerza de nuestra clase.
Ante el ataque del conjunto de la burguesía nativa dirigida por el FMI a nuestras condiciones de vida, para tratar de que seamos nosotros los que paguemos la crisis debemos abrir una gran deliberación al interior de nuestra clase para preparar la resistencia y pasar a la ofensiva.
En este 30 de abril, un día antes de nuestro día, en aquellos sectores cuyas direcciones no adhirieron al paro debemos impulsar asambleas  en nuestros puestos de trabajo y discutir un programa de salida a la crisis que ponga como tarea de primer orden la derrota del gobierno de Macri y la ruptura con el FMI.
En este escenario de crisis, donde el gobierno de Macri ha fracasado y se ven signos de implosión de la coalición de cambiemos, sumado al descalabro de la economía en todas sus variantes, hace que entremos a un escenario electoral donde el macrismo que detenta el poder está muy debilitado y sostenido sólo por el FMI que es una mediación muy fuerte, pero puede soltarle la mano en un segundo.
Tenemos que atacar la base de todo régimen burgués, es decir, la producción. Somos los trabajadores quienes podemos parar los tarifazos, los despidos y demostrar que, ante el caos capitalista, podemos organizar la economía sobre otras bases. En este sentido la importancia del control obrero y la escala móvil de horas y salario.
Debemos recuperar los sindicatos para ponerlos en función de la lucha y ampliar sus funciones en la necesidad de organizar la economía. Para organizar la economía sobre otras bases, debemos desorganizar a la burguesía en la producción, tarea central del movimiento obrero industrial; y los estatales deben desorganizar el aparato burocrático que es el estado. Peleamos por la destrucción del estado y no para mejorar su maquinaria.  Por eso es central pelear por la independencia de los sindicatos del estado. Hay que pelear para tirar abajo el pacto de Macri, los gobernadores y el FMI, y reabrir las paritarias en las ramas en las que ya se firmaron, ante la escalada de la inflación. Con asambleas en los lugares de trabajo para imponer un paro nacional activo, ocupación de las fábricas ante despidos y ocupación de los ministerios. Por delegados paritarios mandatados y revocables para negociar con las empresas, y convenio único para terminar con la tercerización. Preparar un Congreso de Delegados de Base con mandato para impulsar un programa de salida a la crisis. Plenarios de la Oposición en las distintas ramas para conformar una oposición sindical revolucionaria.
Debemos intervenir con todas las fuerzas en esta coyuntura, para abrir una deliberación en la clase obrera, para que podamos discutir un programa transicional que logre enfrentar a nuestros enemigos de clase y a nuestros enemigos en nuestras propias filas, la burocracia. Para desarrollar las condiciones para construir el partido revolucionario.
 
   

El capitalismo avanza hacia otro capítulo más de la crisis iniciada en el 2008. Los pronósticos de los principales representantes del capital financiero como el BM o el FMI, pronostican a la baja el crecimiento mundial con posibilidades de una situación recesiva a en EEUU que arrastrará o afectará en distinta grado, al igual que en el 2008 a todas las regiones del planeta. Y es que esa crisis, no fue una más del ciclo económico sino que expresa la profunda crisis estructural de la economía capitalista y que llevó a todos los gobiernos de la burguesía a impulsar distintas recetas para paliar la crisis o patearla para adelante. Dichas recetas tienen como principal ingrediente el descargar sobre los trabajadores y el pueblo los costos de esta. Así se han sucedido los recortes de presupuesto fiscal, los cierres de empresas, los ataques a la seguridad social, reformas laborales para precarizar el trabajo y aniquilar conquistas obreras, exenciones impositivas para mitigar la alicaída tasa de ganancia capitalista, etc. Como parte de esto el capitalismo ha tensado las disputas interimperialistas profundizando las guerras comerciales, la lucha de aranceles, ha incentivado el desarrollo de guerras regionales, la disputa por el control de mercados, recursos y el dominio sobre determinadas ramas económicas. Justamente por esto ha colocado en crisis el inestable equilibrio capitalista conseguido a la salida de la 2a Guerra Mundial profundizando los conflictos interestatales, la anarquía capitalista de la producción y la crisis de los regímenes políticos burgueses en cientos de países.

En latinoamérica recrudece la crisis el carácter semicolonial de los países de la región. Una mayoría de gobiernos se encuentran aplicando las recetas del Fondo Monetario, incrementando sideralmente las deudas nacionales y la dependencia imperialista, atacando la salud, la educación, el salario y las condiciones de trabajo. La crisis social es gigantesca llegando, según cifras de la CEPAL, a más de 184 millones de pobres en la zona a lo que hay que sumarle más de 62 millones en la extrema pobreza a fines del 2017, siendo las mujeres y la juventud su principal componente. Cifras que aún no dan cuenta de la profundidad de la crisis que ha seguido su curso, donde países como Venezuela, Argentina o Brasil, exponen un panorama sombrío que planta un futuro de miseria para las nuevas generaciones.

Es en este contexto de crisis capitalista que el imperialismo norteamericano de la mano del gobierno de Trump, ha redoblado la ofensiva sobre lo que considera su "patio trasero" presionando a gobiernos y fracciones burguesas a posicionarse ante el amo del norte. Y es que la misma crisis lleva a las débiles burguesías latinoamericanas a tomar posición para alinearse ante el capital financiero y maniobrar en medio de las contradicciones de la economía mundial como es la dependencia de las importaciones de Chinas, de las inversiones imperialistas, y los vaivenes de la guerra comercial desatada por los EEUU, o las oscilaciones en las medidas monetaristas del Tesoro yanqui, que aniquilan las capacidades de maniobra de los gobiernos dependientes. En este contexto es que las sub-burguesías latinoamericanas ensayan alineamientos políticos pro-imperialistas como es el grupo de Lima (encabezado por los gobiernos de Chile, Colombia, Perú y Argentina) con la expectativa de que, mostrándose serviles al amo del norte, los flujos de capital vengan a dinamizar los negocios capitalistas, mientras endurecen aún más el carácter represivo de sus regímenes burgueses, y hasta restringen las escasas "libertades" democráticas de la sociedad de clases. Del mismo modo, las fracciones burguesas armadas con programas políticos estatistas, como en México o Venezuela, o que se encuentran en la oposición en otros países (como las que representa el PT Brasilero o el Kirchnerismo argentino) pretenden negociar mejores condiciones con el imperialismo para el pago de las deudas externas o de la gradualidad del ajuste, aplicando una que otra dádiva para amortiguar la crisis social, pero se proyectan de todas maneras como los continuadores del saqueo generalizado de la rapiña imperialista a los trabajadores y el pueblo.

La clase trabajadora es la única clase con el potencial para derrotar al imperialismo, sus planes y sus gobiernos serviles. Justamente es la que mueve todo el aparato productivo que controla el mando capitalista y que es la base de la dominación social imperialista. La única clase que genera valor al poner en acción sus músculos, su inteligencia, su creatividad. Los recursos disputados por las potencias imperialistas, el anárquico debilitamiento o el desarrollo de fuerzas productivas, no son nada sin la fuerza social que pone en movimiento la creación diaria de riqueza que es expropiada y despilfarrada por la parasitaria clase capitalista. No han faltado demostraciones de importantes luchas de los trabajadores en diferentes países contra los planes del gobierno y el imperialismo. Sin embargo, estas han sido aisladas, contenidas o directamente derrotadas por la política de las direcciones oficiales del movimiento obrero. Direcciones burocráticas que llevan a los trabajadores a la vía muerta de la presión a las instituciones estatales como el parlamento o los ministerios, y de paso coquetean o directamente se alinean con diversas fracciones de capitalistas "nacionales". Como ejemplo podemos tomar a Venezuela y al chavismo del PSUV como el caso extremo en el que se mantiene maniatados a importantes sectores de trabajadores al aparato del Estado Burgués regenteado por la "boliburguesía" y su aparato militar. Y esta dirección dice llamarse socialista y antiimperialista, para mejor engañar a las masas obreras y coartarle cualquier salida independiente. Ante la extrema presión del imperialismo yanqui en la región, no es el antiimperialismo de corte nacional y burgués el que dará una salida a la crisis en la que está sumida la población. Ese falso "antiimperialismo" que pregona un desarrollo nacional de la mano del Estado capitalista y para el beneficio de la gran y pequeña burguesía autóctona. Esto sólo seguirá profundizando la dependencia nacional y la explotación obrera.

Es necesario que los trabajadores recuperen los sindicatos expulsando a la burocracia de los mismos. Es necesario que empecemos a trabajar arduamente por impulsar la unidad de las filas de nuestra clase al mismo tiempo que levantar un programa de acción y revolucionario que se dirija a enfrentar a los patrones, los gobiernos y los planes imperialistas. Hay que luchar a cada paso por la independencia política de la clase trabajadora de la influencia de la clase dominante. Esta lucha no empieza y acaba en una que otra declaración de principios, se trata de medidas políticas, organizativas y de acción de nuestra clase que se dirijan principalmente contra el principal instrumento de opresión de los explotadores que es el Estado. Parte de este programa deberá ser el imponer mediante el control obrero de las principales ramas económicas, la apertura de libros contables, la escala móvil de salarios y de horas de trabajo, para detener la degradación de las condiciones sociales de las masas obreras, y al mismo tiempo incorporar masivamente a los desocupados a la producción. Estos primeros pasos pueden educar a la vanguardia obrera en las tareas de la planificación de la economía preparando las bases para la expropiación de los expropiadores.

Los trabajadores en los países semicoloniales deben luchar por expulsar al imperialismo, hermanando sus luchas con los trabajadores de los países imperialistas. Es el carácter internacionalista inalterable de la clase trabajadora la que debe colocarse en primer plano. La lucha de los trabajadores latinoamericanos será por arrebatar el poder a la burguesía poniendo en pie una Federación de Estados Obreros Socialistas de Latinoamérica como la forma en extensión internacional de la dictadura del proletariado.

Esta perspectiva de lucha no puede sino estar ligada a la lucha de los trabajadores por el poder, por el derrocamiento de la burguesía y su régimen de explotación. Para esta perspectiva es que tenemos que levantar una organización internacional de la vanguardia obrera, que prepare paciente y persistentemente el triunfo sobre los capitalistas. Un partido mundial de la revolución socialista que no será otro que la IV Internacional reconstruida.

A fines del siglo XIX la clase trabajadora con sus luchas generalizadas contra la explotación y por la jornada de 8 horas, dejó instituido el primero de mayo como el día internacional de nuestra clase. No podemos menos que aprovechar esta conmemoración para retomar las lecciones de las luchas revolucionarias del proletariado y enarbolar la consigna que han recorrido las mismas:

"Trabajadores del mundo Uníos"

Sobre el filo del inicio del ciclo lectivo 2019, CTERA resolvió llamar a paro nacional docente el 6 y 7 de marzo, y la adhesión al paro de mujeres del 8. El acatamiento a la medida fue dispar en todo el país, pese a que sólo 6 provincias (Mendoza, Misiones, Tucumán, Santiago del Estero, Neuquén y Chubut) habían acordado en paritarias previamente. La movilización a Plaza de Mayo, y en las capitales provinciales tampoco tuvo la contundencia de otros años. Sin embargo, el malestar en las escuelas es evidente.

A nivel nacional, el sector educativo tuvo un 2018 de gran movilización contra el ajuste. La dura huelga universitaria catalizó el conflicto en las provincias, y confluyeron en las calles, docentes y estudiantes de todos los niveles, y se extendieron las tomas de escuelas y terciarios. La explosión en una escuela de Moreno (Bs.As.) causando la muerte de Sandra y Rubén, expuso la dimensión del deterioro edilicio del sistema educativo y levantó a la docencia del distrito, así como el repudio nacional ante estos asesinatos laborales. En CABA, la lucha contra el cierre de escuelas nocturnas no se tomó vacaciones, y lograron hacer retroceder a Rodríguez Larreta. En febrero, las secundarias mendocinas dieron vuelta las jornadas institucionales, rechazando la implementación de la reforma educativa Secundaria 2030 y concentraron en Casa de Gobierno.

Este repaso breve, da cuenta que desde las bases hubo disposición a la lucha. Tanto en la segunda mitad del 2018, como en el verano caliente de 2019. Lo que está pesando son los desaciertos y fracasos de la burocracia celeste nacional y provinciales, para encabezar la lucha contra el ajuste de Cambiemos y los gobernadores. No sólo fue la ausencia de cualquier preparación del conflicto. El congreso de CTERA del día 28/2, no tuvo debate previo alguno en la base. Ni siquiera de parte de las seccionales y sindicatos dirigidos por la oposición multicolor. Tampoco hubo una perspectiva clara de continuidad del plan de lucha, y mucho menos de un pliego de reivindicaciones que dé cuenta de las demandas más sentidas en las escuelas.

Las direcciones sindicales ya se embarcaron hacia octubre, apostando a que un frente burgués opositor derrote a Cambiemos en las urnas.

LAS MULTICOLORES SE DESTIÑEN 

La crisis de dirección que atraviesa a los sindicatos de base de CTERA, se agudiza al ritmo de la interna del peronismo, y la enorme presión que genera la lógica anti-macri en las direcciones multicolores. El debate nacional de la oposición antiburocrática está ausente. Cada seccional y sindicato recuperado, está replegado en su propia interna. Las agrupaciones ligadas al PCR, que gracias a los frentones multicolores tuvieron una sobrevida al frente de seccionales y sindicatos recuperados, volvieron a su vieja sociedad con la Celeste, expresando en los sindicatos, el acuerdo electoral del PTP con el peronismo y el kirchnerismo en varios distritos.

El PCR es consecuente con su concepción conciliadora. Lo inconsistente es el programa de las multicolores, carente de toda delimitación de clase. Tempraneros en su electoralismo, las tendencias del FIT vuelven a hablar de la importancia de la movilización independiente frente a las convocatorias contra el tarifazo. En la carrera electoral 2019, les preocupa que el kirchnerismo les dispute el voto docente descontento. Pero, hace pocos meses no tuvieron ningún problema en postular a la celeste como representante de los docentes en las juntas calificadores y de disciplina en Mendoza. Así vimos al FURS, frente multicolor que recuperó el SUTE, hacer un acuerdo con Maure y la celeste provincial para copar las juntas, públicamente militado por el PTS y el PO. Parece que para el FIT, en los sindicatos, la independencia de clase es un principio negociable.

El SUTE de Mendoza es el sindicato de base más grande dirigido por un frente multicolor cuyo único punto de acuerdo, era ser oposición a la celeste. Un año y medio después terminaron haciendo un acuerdo con la vieja burocracia, y militando la aceptación de la propuesta salarial miserable del gobierno del ítem aula. Se niegan a convencer en la base, y la suplantan con acuerdos de cúpula en el Frente de Unidad Estatal, un refrito de la fracasada intersindical.

UNA OPOSICIÓN A LA OFENSIVA

Creemos que la experiencia de las multicolores está agotada, y es necesario sacar lecciones urgentes para intervenir en la crisis de dirección de los estatales, con una perspectiva clara y superadora. Instamos a activistas, delegados y tendencias antiburocráticas que están al frente de seccionales y sindicatos recuperados, a debatir la necesidad de poner en pie una Oposición Sindical Revolucionaria, que dé lugar a la libertad de tendencias en base a un programa de independencia de clase y del Estado.

Una OSR puede reagrupar las fuerzas dispersas del activismo, y centralizarlas en una campaña que instale en las escuelas y reparticiones públicas la lucha por la reapertura inmediata de paritarias, y por salario igual a la canasta familiar indexado a la inflación. Que prepare la lucha contra el ítem aula y el presentismo, con métodos obreros de lucha. Que instale la necesidad de imponer una paritaria estatal única, con paritarios electos en plenario y revocables. Que rodee de solidaridad activa a los delegados y docentes sumariados por luchar. Una oposición sindical revolucionaria que de la pelea en la base de CTERA y las CTA por imponer un congreso de delegados de base mandatados, y la convocatoria a un paro nacional y un plan de lucha que derrote el ajuste y la reforma educativa y laboral.

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