El 2 de abril el gobierno de Estados Unidos, con Trump a la cabeza, lanzó una guerra arancelaria que de seguro se convertirá en una guerra comercial a nivel mundial. La gran mayoría de los analistas anuncian que esto traerá más inflación y recesión a la economía mundial, que no logra salir de la crisis abierta desde el 2008.
Esta guerra arancelaria es la respuesta decadente de un imperialismo en crisis, que no logró estabilizar su hegemonía con las instituciones creadas en la posguerra, ni pudo asimilar a los ex Estados obreros al sistema de Estados capitalistas. Esto llevó a que todas las contradicciones del sistema capitalista en crisis hicieran eclosión en el corazón mismo de los EE.UU. Podemos decir que estamos en presencia de una política muy aventurera y delirante de ruptura del equilibrio inestable de posguerra. Es decir, que estamos presenciando una transición a una nueva reconfiguración de los equilibrios en un momento agudo de la crisis capitalista
EE.UU. expresa de forma visible la descomposición más general del sistema capitalista y sus formas de dominación, que entraron en crisis en el 2008 y se agudizaron con la pandemia. El imperialismo yanki no puede resolver su pérdida de liderazgo mundial con su política guerrerista y ahora comercial. Debe recurrir a un nacionalismo económico reaccionario para intentar recrear un crecimiento industrial que le permita eliminar competidores, centralmente europeos, para concentrarse en frenar el avance de China. Para eso debe no sólo rediscutir la exportación de capitales, sino la reindustrialización de su propio país y recuperar una base de aristocracia obrera garante de sus planes imperialistas. Este proyecto de Trump implica también conflictos domésticos, ya que este “barajar y dar de nuevo” también implicará luchas intestinas entre fracciones burguesas (industriales, tecnológicas) y procesos de lucha de clases. En la cabeza de Trump y sus asesores el plan es perfecto, en la realidad es delirante. Los procesos históricos y la lucha de clases no pasaron en vano y esta idea, que se quiso implementar en los orígenes de la creación del imperialismo norteamericano, fracasó y, hoy, en su decadencia es más complicado que triunfe.
Lo que debemos tener en cuenta es que el imperialismo es reacción en toda la línea y es necesario enfrentar este ataque, porque va a significar un rediseño de la relación capital-trabajo. Eso se traduce en mayor explotación de la fuerza de trabajo y caída en las condiciones de vida, con la intención de llevarnos a una guerra y establecer una nueva relación de fuerzas entre las clases a nivel mundial.
Por eso es central recuperar el internacionalismo proletario y no caer en las políticas de los Estados y sus burguesías, que con el verso de que debemos enfrentar al imperialismo norteamericano y su política de aranceles, intentarán bajar aún más nuestras condiciones de vida para, supuestamente, poder competir.
En este contexto internacional, los trabajadores de EE.UU. tienen la palabra. Deben enfrentar al verdugo que está en la Casa Blanca, recuperar los sindicatos de manos de la burocracia sindical y la aristocracia obrera históricamente ligada al Partido Demócrata y ganar sectores del proletariado para una política internacionalista y de unidad de ramas productivas en los distintos países donde ha penetrado el capital imperialista.
Ante la debacle del Reino Unido, la Unión Europea y el Estado de bienestar, los gobiernos de esos Estados están queriendo llevar a los trabajadores a otra guerra. La respuesta obrera debe ser abrir procesos revolucionarios que enfrenten a los gobiernos imperialistas que nos pusieron en esta situación.
Tenemos que frenar las políticas guerreristas del imperialismo en todo el mundo: para que en Medio Oriente triunfe la resistencia palestina y destruya al enclave israelí y todas las direcciones contrarrevolucionarias; para que el proletariado ucraniano y ruso enfrenten a sus gobiernos y desarrollen una guerra revolucionaria para derrotar el proceso de asimilación en curso; para que el proletariado chino sea parte de las luchas del proletariado mundial y enfrente el proceso de asimilación del ex Estado obrero en la perspectiva de ser parte de la vanguardia obrera que prepare los requisitos para la reconstrucción de la IV Internacional y sus secciones nacionales.
Para los trabajadores argentinos, la tarea es tirar de forma revolucionaria a Milei, por eso tenemos que impulsar con todo la movilización con los jubilados el 9/4 y el paro general del 10/4, que la propia burocracia que lo convocó está ahora tratando de boicotear, e impulsar un plan de lucha para, de esa forma, romper el pacto con el FMI y el imperialismo norteamericano. Y que esto aporte para comenzar un proceso antimperialista en América Latina que barra con los gobiernos bonapartistas sui generis y abra camino, mediante la revolución obrera y socialista, a la Federación de Repúblicas Socialistas de América.
Este 14 y 15 de mayo, en la UNC habrá elecciones para renovar bancas de consiliarios (consejo superior) y consejeros (consejo directivo) estudiantiles. En filo también se renovará autoridades decanales y los consejeros de las escuelas y departamentos de cada carrera. Una vez más se hace coincidir la fecha con la elección de comisión directiva de nuestro centro de estudiantes (CEFFyH), dejándolo subordinado al régimen.
Estas elecciones se dan en medio de una agudización de la crisis donde Milei-Caputo se arrastran frente al FMI y el imperialismo yanqui para conseguir una sobrevida ante un escenario de recesión que está dejando cientos de trabajadores en la calle (neumático, estatales, automotrices, entre otras ramas), salarios de hambre, precarización laboral a mansalva y con una devaluación en el horizonte que amenaza con destruir aún más nuestras condiciones de vida. El gobierno no escatima esfuerzos para pasar el ajuste con los métodos de una dictadura policial como vimos en la represión a los jubilados del 12/03.
En la UNC, el cronograma electoral pretende ocultar que el conflicto universitario sigue abierto porque no se ha resuelto ni uno solo de los problemas: el presupuesto sigue siendo el mismo que el del 2023 y en línea con el ajuste, los trabajadores de la universidad siguen por debajo de la línea de la pobreza. Vimos como Boretto, que viene del riñón de la UCR y es aliado de Llaryora, junto al resto de decanos del PJ, UCR o sus variantes posaron de combativos, para obtener alguna migaja presupuestaria a cambio de votar la ley bases. Ahora se vuelcan de lleno a usar todos los mecanismos que le otorga la menemista Ley de Educación Superior para aplicar la motosierra puertas adentro, financiándose mediante acuerdos con las empresas, avanzando con el arancelamiento, la venta de bienes y servicios y profundizando la precarización laboral. La principal conclusión es que si queremos triunfar debemos luchar con total independencia de las autoridades universitarias, poniendo en cuestionamiento su podrido régimen.
El principal escollo para enfrentar estas políticas son las burocracias sindicales de docentes y no docentes y las conducciones pro patronales de nuestros centros de estudiantes y la FUC que vienen actuando como voceras del régimen universitario. En filo, EAF (Estudiantes al Frente) no ha llamado a una sola asamblea para preparar el paro del 10/04, y van a utilizar nuestro centro de estudiante para hacerle campaña a la candidata de Flavia Dezutto (actual decana), Guadalupe Molina. Los vimos el año pasado sumarse a las tomas cuando ya eran un hecho consumado para intentar controlarlas y mantener el orden y la continuidad de las clases al servicio del decanato.
La gran lección de la lucha universitaria del 2024 es que necesitamos recuperar nuestras organizaciones, partiendo de lo más avanzado que hicimos el año pasado como los paros y las tomas de las facultades, enfrentando las tendencias de conciliación que buscan separar a los estudiantes de los trabajadores sembrando confianza en que participando de los órganos de co-gobierno podemos cambiar algo y subordinan toda la lucha a esas instituciones, un ejemplo de estas tendencias ha demostrado ser el FA (Frente Asambleario). Por su parte, corrientes de izquierda como la juventud del PTS y el Ya Basta no son claros en relación a la política a tener hacia los consejos, vacilando entre los llamados a “ganar espacios” en estos cuerpos colegiados amañados de la universidad burguesa y tener una política independiente; pero en ningún caso llaman a enfrentarlos para destruirlos y poner en pie un gobierno universitario de los sindicatos y las organizaciones estudiantiles, que meta la lucha de clases en el aparato educativo y se ponga al servicio de la revolución.
En estas elecciones, desde la COR llamamos a las corrientes de izquierda y a los compañeros/as que fuimos parte de la lucha a conformar una lista que exprese la necesidad de construir una oposición revolucionaria para recuperar las organizaciones estudiantiles en la UNC. Dicha lista debe conformarse con libertad de todas las tendencias que se planteen independientes de las autoridades y los partidos patronales, a partir de reuniones y plenarios abiertos para discutir el programa y elegir los candidatos.
Desde la COR, proponemos algunos puntos centrales para incorporar al programa:
Ante el escenario mundial de guerras y de crisis económica que las medidas salvajes del imperialista Trump profundiza, es un desafío del movimiento estudiantil y de la juventud salir a la lucha junto al movimiento obrero. Sobre todo en un país como el nuestro, donde el gobierno de Milei se ha convertido en títere de los yanquis y cómplice del genocidio israelí contra el pueblo palestino. Llamamos a las corrientes de izquierda y a los luchadores consecuentes a poner en pie una Corriente Revolucionaria docente-nodocente-estudiantil en la universidad, con libertad de tendencias, para dotarnos de una dirección capaz de llevar adelante este desafío.
Ante el llamado tímido al paro nacional de la burocracia de las Centrales Sindicales para intentar contener la bronca generada por la represión del 12 de marzo y en general por el ataque del gobierno y las patronales, debemos tomar en nuestras manos la medida de fuerza para asestar un golpe a Milei y su aliados. Impulsemos asambleas interclaustros para deliberar cómo garantizar un paro contundente este 10/04. Un paro contundente significa sin clases virtuales ni guardias mínimas del sector no docente, con piquetes en los accesos a la ciudad. El movimiento estudiantil puede jugar un rol importante con las tomas, garantizando así la paralización total de las actividades en la universidad. Es necesario además desarrollar un plan de lucha para dar continuidad a nuestra pelea contra un gobierno que va por todo. Nuestros aliados son los trabajadores que están saliendo a resistir las consecuencias del ajuste y la recesión, como los trabajadores del SUTNA (neumático) que están enfrentando los despidos, los docentes que están enfrentando la paritaria a la baja que firmó la burocracia celeste de la UEPC, los Jubilados, etc. Los estudiantes debemos convertirnos en un batallón auxiliar poniéndonos a disposición de estas luchas para que triunfen.
Desde los sectores que venimos enfrentando al gobierno de Milei desde el primer día en las calles y en los lugares de trabajo, tenemos que impulsar que el paro del 10 de abril sea activo, con asambleas previas para garantizar la medida. Organicemos piquetes de convencimiento y preparemos actos independientes en los parques industriales, donde podamos debatir cómo la seguimos hasta derrotar a este gobierno.
La burocracia tuvo que salir a llamar a paro general debido a que gran parte de los trabajadores comenzaron a enfrentar al gobierno y tomaron el reclamo de los jubilados como propio. La burocracia sindical convoca este paro, pero encorsetando la acción para que todo quede dentro de los marcos legales de un semi Estado en descomposición. Ese es el rol que cumple la burocracia sindical cuando está estatizada, porque debe defender a su Estado y, por lo tanto, sus privilegios. Pero la principal contradicción es que debe hacerlo con métodos obreros y poniendo en estado de movilización a una clase que es antagónica a la burguesía y puede atacar las bases de régimen burgués, que está en la producción. Por eso es central pelear por la independencia de los sindicatos del Estado y por tirar abajo la ley de asociaciones profesionales y toda ley que ate nuestras organizaciones al Estado burgués.
Por eso debemos hacer que el paro sea activo, planteando en cada asamblea la reincorporación de los compañeros despedidos, el aumento salarial para recuperar todo lo perdido con los gobiernos anteriores y la pandemia. Hay que expulsar a los delegados que no hicieron nada ante el ataque. Elijamos delegados entre los compañeros dispuestos a organizar la lucha en cada lugar de trabajo y prepararnos para enfrentar a este gobierno, sus aliados y el FMI, hasta derrotarlo.
Nuestra tarea es reagrupar a la vanguardia en los sindicatos, con plenarios de oposición nacional que preparen las condiciones para un Congreso de delegados de base con mandato. El objetivo es que ese sector se plantee como dirección de una franja significativa de trabajadores ocupados y desocupados para continuar la lucha con un programa transicional y con organización, no sólo ante la situación nacional, sino también ante una situación internacional signada por la crisis y las guerras.
Votemos en las asambleas marchar el miércoles 9 con los jubilados y el 10 hacer piquetes en los accesos a las ciudades y parques industriales para garantizar el paro y mostrarle a la burguesía y a la burocracia sindical que con los trabajadores no se jode y cada vez está quedando más en claro quiénes son nuestros enemigos.
La salida no va a ser electoral, ni con supuestas unidades de acción con conciliadores de clase, como pasó en la marcha del 24 de marzo cuando un sector unificó el acto con el PJ y la burocracia sindical. Va a ser con independencia de clase y luchando por la construcción de un partido revolucionario como expresión de la vanguardia comunista dentro de las filas obreras.
● Abajo el protocolo de Bullrich. Es necesario discutir y organizar la autodefensa contra la represión del régimen cuando salimos a luchar.
● Por la disolución de la policía y de todo el aparato represivo.
● Abajo el plan motosierra y licuadora de Milei y sus aliados.
● No al pago de la deuda externa. ¡El FMI, afuera!
● ¡Abajo Milei! Derrotemos el ajuste del imperialismo, Milei y los gobernadores. Por un gobierno obrero.
● Por el triunfo de todas las luchas obreras. Impulsemos la solidaridad de clase en todos los lugares de trabajo.
● Por un Congreso de delegados de base con mandato de trabajadores ocupados y desocupados. Impongamos un plan de lucha a la CGT y CTAs con paros generales para preparar la Huelga General.
Por Mercantiles de la COR.
La Federación de Empleados de Comercio, con Armando Cavalieri a la cabeza, cerró con las cámaras empresariales un aumento paritario de 5,1%, luego de un largo letargo, donde desde el mes de diciembre los trabajadores de comercio vienen exigiendo y reclamando la reapertura de paritarias. La paritaria firmada a fines de enero implicaba un miserable aumento del 1,7% en 3 cuotas cada una, mientras que la acumulación de la inflación viene superando ampliamente lo acordado por la burocracia: 2,2 en enero y se espera un 2,3 en febrero ( tomando los datos del INDEC). La pérdida salarial es enorme. En tanto que Cavalieri, firmaba y se subordinada a las patronales, el gobierno de Milei usó al gremio más grande del país ( 1.2 millones de afiliados ) cómo paritaria testigo. La careta de que los salarios " le ganarían a la inflación" se caía antes de cerrar la paritaria. Nada más lejos de eso, este gobierno conjuntamente con los pulpos supermercadistas son los responsables, en gran parte, de la remarcación de precios donde día a día la masa trabajadora ve licuados sus salarios por la inflación.
Sin embargo , además del retraso salarial, en comercio existe una realidad que cada día se hace más palpable. Comercio es el globo de ensayo de todas las reformas antiobreras que desea ejecutar el gobierno libertario. Las patronales supermercadistas avanzan con despidos en aquellos lugares donde existe mayor antigüedad. En los primeros meses del 2025 realizaron despidos en Cencosud S.A. ( Easy, Jumbo, Vea , Disco, Unicenter, etc. ),en diferentes mayoristas ( Vital , Jaguar) y en la cadena Carrefour. Las personas con antigüedad comienzan a ser reemplazadas por jóvenes trabajadores totalmente precarizados, que ingresan con la nueva legislación laboral: multifunción, contratos ultra-reducidos, período de prueba extendido, etc. Es necesario entablar puentes con estás masas de jóvenes trabajadores que ingresan a los mercados, debemos unir la brecha generacional, exigir al sindicato que no permita la ultra-explotación a la que se ven sometidas las bases de jóvenes trabajadores.
Las reacciones han sido dispar, delegados de zonas, mandatados por las bases, salieron a dar pelea a los despidos. Sin embargo, la burocracia de comercio boicotea toda lucha que intenta prosperar.
Las luchas por la reincorporación, que se llevaron adelante en Mayoristas, Easy, Jumbo ,etc. Son una tendencia que debemos profundizar, Aquellos que ingresan con pésimas condiciones laborales y aquellos compañeros con antigüedad, con ciertas conquistas son el blanco de ataques permanentes. Debemos unirnos y dar la pelea a las patronales que apuestan por el “recambio” de sus planteles de trabajadores, con el objetivo de cristalizar la nueva legislación laboral burguesa.
Pero no debemos confundirnos, la burocracia de Comercio se siente a sus anchas, está cómoda con el Gobierno de Milei, fundamenta su inmovilismo y pasividad, con la excusa de que ahora “ no se puede hacer nada” , “la ley está de su lado” . Ninguna ley burguesa estuvo del lado de los trabajadores, ni con los libertarios ni los peronistas. La burocracia cumple su rol, meter al Estado en nuestras luchas, en nuestras paritarias, en las negociaciones.
Es necesario confíar en nuestras propias fuerzas, somos nosotros , los trabajadores, los que generamos sus ganancias, debemos ser nosotros los que controlemos y planifiquemos el trabajo mercantil , desorganizarlos en nuestra estructura, realizar asambleas, quites de colaboración, medidas de fuerzas, pero hay que construir urgente una oposición que pelee por la dirección de los SEC. Ninguna conquista puede defenderse si no le arrebatamos a la burocracia nuestra organización.
Es necesario profundizar las experiencias de lucha que se vienen dando (Vital, Easy, Jumbo etc.), consolidar estas expresiones genuinas en una oposición consciente, y con un programa obrero, hacia adentro del sindicato que le dispute la dirección del gremio a la burocracia. Ante está nueva avanzada patronal precarizadora, debemos ser nosotros, los trabajadores y delegados combativos organizados quienes impongamos nuestras condiciones. Es necesario llamar a asamblea en cada lugar de trabajo, sacar mandatos y llevarlos a un gran plenario de delegados y activistas dónde votemos un plan de lucha y que tipo de aumento queremos. Debemos imponer la figura de DELEGADO PARITARIO con mandato para conquistar nuestras reivindicaciones y así ampliar nuestras funciones , se deben poner un límite a los contratos part Time , a los contratos por agencia, debemos exigir la reincorporación de los despedidos cómo también que se garantice la fuente laboral de los trabajadores de Comercio.
ASAMBLEAS EN CADA MERCADO!!
PLENARIOS DE DELEGADOS!!
DELEGADOS PARITARIOS CON MANDATO DE ASAMBLEA!!
POR UN PLAN DE LUCHA MERCANTIL NACIONAL!!
PONGAMOS EN PIE UNA OPOSICIÓN REVOLUCIONARIA DENTRO DE LA FEDERACIÓN!!
El Frente Sindical Universitario convocó a un paro de 48 hs. para el 17 y 18 de marzo. Esto, luego de que el gobierno nacional impusiera un aumento por debajo de la inflación para enero y febrero, de 1,5% y 1,2% respectivamente, en línea con el ajuste que implica el presupuesto reconducido de 2023. Esto, partiendo de la pérdida histórica del salario que venimos sufriendo desde aquel año. El alineamiento automático con EEUU e Israel, como se ha constatado en las votaciones en la ONU, y los avances del acuerdo con el FMI, presagian aún mayor ajuste para el resto del año. La salvaje represión del miércoles 12/3 a la marcha de los jubilados y otros sectores que los apoyaban confirma que este gobierno no dudará en implementar los métodos de una dictadura policial para llevar adelante su plan. El calendario electoral, por otra parte, pone a los rectores y decanos y a la burocracia sindical a apostar todo a la vía electoral-parlamentaria, es decir, a intentar encausar la lucha urgente por el salario y las condiciones de trabajo a un lejanísimo “hay 2027”.
Las conducciones de las federaciones CONADU, CONADU H, FATUN, FEDUN y sus socias menores, han comenzado el año como si la lucha partiera de cero, volviendo a las medidas “iniciales” de “concientización” y las “visibilizaciones” impotentes, a los paros sin deliberación de los trabajadores ni preparación en las facultades. Pretenden así borrar de un plumazo toda la experiencia de lucha y organización que fue adquiriendo un sector del activismo durante el año pasado. Por el contrario, más allá del receso por el calendario académico, existe una continuidad en nuestra pelea: hay que retomar las experiencias más avanzadas como los paros totales y las tomas de facultades, y a partir de ahí profundizar las medidas y avanzar en lo que quedó pendiente, como la recuperación de los sindicatos y las organizaciones estudiantiles de manos de la burocracia sindical y de las agrupaciones afines a la UCR, el PJ y demás partidos patronales y la consolidación de un paro educativo nacional de todos los niveles. Esto último es importante, porque no sólo Milei ataca a estudiantes y trabajadores de la educación, sino también los gobernadores de todos los colores políticos, incluyendo a Kicillof, el favorito de la burocracia sindical y los progres venidos a menos.
Las autoridades universitarias agrupadas en el CIN ya han mostrado de sobra su rol en la lucha. Son parte del elenco político patronal (la casta vieja), ya sea de la UCR, el PJ o alguna de sus variantes o desprendimientos. Sólo posaron de combativos para entrar en algún negocio parlamentario con Milei (la nueva casta), obteniendo alguna migaja presupuestaria a cambio de votar la ley bases o alguna otra medida antiobrera del gobierno. Este año, con el calendario electoral en el horizonte, probablemente jueguen el mismo rol: sumarse a la lucha, por invitación de las burocracias sindicales, sólo para presionar y “desgastar” al gobierno para favorecer a sus candidatos, pero al mismo tiempo intentar controlarla o directamente frenarla como sucedió el año pasado con las tomas y la continuidad de los paros escalonados.
Lo que queda claro es que, ante el recorte presupuestario salvaje, las autoridades vienen adaptándose a la miseria y metiendo el ajuste puertas adentro de cada Universidad y Facultad a través de la aplicación de todo el arsenal de medidas que habilita la menemista Ley de Educación Superior (LES), buscando fondos propios con todo tipo de acuerdos con empresas y entidades, incluso avanzando con más arancelamiento, venta de bienes y servicios, y profundizando la precarización laboral con contratos, monotributos, becas, interinatos, etc.. Ni hablar del deterioro de la infraestructura y los equipos de investigación. Para que nuestra lucha triunfe, es necesario desarrollarla con total independencia de las autoridades del régimen universitario.
Los trabajadores docentes y nodocentes así como los estudiantes de las Universidades Nacionales tenemos planteada la tarea de enfrentar a este gobierno estafador y felpudo del imperialismo yanqui paralizando las universidades y cuestionando el carácter de clase de la educación. Por supuesto, para derrotar a Milei y tirarlo abajo es imprescindible la intervención del conjunto del movimiento obrero, especialmente del proletariado industrial más concentrado, con quienes debemos buscar unificar la lucha. Para eso, es necesario romper con las direcciones burocráticas de las federaciones de trabajadores universitarios y sus sindicatos de base, que vienen haciendo de correa de transmisión del CIN y por esa vía, transigiendo con Milei y su motosierra. También es necesario enfrentar a las direcciones estudiantiles ligadas a los partidos del régimen. Organicemos asambleas en cada facultad, por comisión, curso y/o carrera, elijamos delegados con mandato e impulsemos asambleas interclaustros para deliberar cómo garantizar un paro contundente este 17 y 18 de marzo. Un paro contundente significa sin clases virtuales ni guardias mínimas del sector nodocente. El movimiento estudiantil puede jugar un rol importante con las tomas, garantizando así la paralización total de las actividades. Es necesario además desarrollar un plan de lucha para dar continuidad a nuestra pelea contra un gobierno que va por todo.
Recuperemos nuestras organizaciones, superemos las divisiones que nos quiere imponer la burocracia sindical y avancemos hacia un sindicato único de trabajadores de la educación, ciencia y tecnología. Por organizaciones de base y cuerpos de delegados votados en asamblea para barrer con la burocracia estudiantil de los centros y federaciones. Construyamos una corriente revolucionaria docente-nodocente-estudiantil en la universidad, con libertad de tendencias, para dotarnos de una dirección capaz llevar la lucha a la victoria.
La tormenta que atravesó el país el 7 y 8 de marzo dejó a varias localidades inundadas, siendo la ciudad de Bahía Blanca en la Provincia de Buenos Aires la más afectada. Al momento de escribir esta declaración, se contabilizan 16 fallecidos y un número creciente de personas con paradero desconocido. También la ciudad de San Miguel de Tucumán sufrió una grave inundación.
Los sindicatos docentes y nodocentes, al igual que los centros de estudiantes y federaciones universitarias de todo el país deben ponerse a la cabeza de la solidaridad de clase con los trabajadores y estudiantes afectados. Organicemos la recepción y acopio de productos necesarios para los afectados y viajes a los lugares para hacer entrega de la mercadería a las organizaciones docentes, nodocentes y estudiantiles de esas localidades.
Ayer la lucha de los jubilados catalizó toda la bronca y resistencia de un sector de los trabajadores que no va a dejar pasar el ajuste sin pelear contra el gobierno, los partidos patronales y la burocracia sindical que se borró de la cita. Y más ahora que se anuncia un nuevo acuerdo con el FMI que va a significar más ajuste a los trabajadores para seguir pagando una deuda que no es nuestra.
El ataque histórico a los jubilados por parte de todos los gobiernos que pasaron muestra el verdadero rostro del sistema capitalista que superexplota nuestra fuerza de trabajo y, cuando ya no puede sacarnos más rédito, nos condena a vivir en la miseria.
Parte de ese hartazgo histórico se expresa en el apoyo de distintos sectores a la lucha de los jubilados, enfrentando la represión y mostrando que la calle es nuestra y que vamos a enfrentar el saqueo a nuestros salarios y las condiciones de vida. La solidaridad que se vio con el pueblo de Bahía Blanca, también se manifestó de forma activa con los jubilados y su lucha. Mientras, en el Congreso se peleaban las distintas facciones que responden a diferentes poderes económicos, mostrando la descomposición de un régimen político que ya no saben cómo mantener.
Se combinó el enfrentamiento con las fuerzas represivas, que dejaron varios heridos y un compañero fotógrafo en grave estado, con cacerolazos que llegaron a Plaza de Mayo, al grito de “que se vayan todos”. De forma distorsionada esto expresa elementos de resistencia y combatividad en las calles que debilitan al gobierno y su autoridad.
Por eso se torna central organizarnos en los lugares de trabajo, en asambleas, reuniones informativas, para echar a los delegados que responden a la burocracia cómplice de la patronal y el gobierno y votar nuevos delegados. Mocionar en cada asamblea un paro general que se imponga desde las bases y lo garanticemos con piquetes de convencimiento, con ocupaciones de fábricas y lugares de trabajo, hasta derrotar a este gobierno sus aliados y el FMI.
Organizarnos desde nuestros lugares de trabajo para volver a copar la calle es muy diferente que organizarnos en la calle, aunque suene a un juego de palabras no lo es. El paro general sólo se puede gestar desde las bases de los trabajadores enfrentando a la burocracia sindical cómplice. Hay que derrotar a la burguesía y desorganizar al Estado golpeando en la producción y a su burocracia estatal, para desmoronar su régimen burgués, que se asienta en la expropiación de nuestro plustrabajo.
Es tarea de los revolucionarios hacer conscientes los procesos que aún se expresan de forma inconsciente y la única manera de lograrlo es avanzar en la construcción de un partido revolucionario como sección de la IV Internacional reconstruida. Es necesario entablar un diálogo con los activistas y luchadores que están sacando lecciones de los procesos de lucha de clase a nivel nacional e internacional para avanzar en desarrollar una vanguardia revolucionaria como embrión del partido revolucionario.
Por un congreso de delegados de base con mandato.
Paro general activo votado desde las bases.
Disolución de la policía y de todo el aparato represivo.
Abajo Milei. Por un gobierno Obrero. Por la revolución obrera y socialista
A 49 años del golpe cívico-militar
El 24 de marzo conmemora un episodio histórico de lucha de clases en el que el imperialismo y la burguesía intentaron un cambio brutal del régimen para darle otro rumbo a la economía semicolonial argentina, en el escenario mundial convulsionado de la década de 1970. El objetivo principal fue asestar una derrota física a la clase obrera, que venía de importantes ascensos de lucha y organización e imponer el dominio del capital financiero sobre otros sectores burgueses. Las Fuerzas Armadas fueron los encargados de llevar adelante la tarea, con un nivel de crueldad que demuestra hasta dónde puede llegar esta clase para defender sus intereses. Hoy reivindicamos a esos más de 30.000 compañeros detenidos y desaparecidos por las fuerzas represivas del Estado y planteamos que debemos poner en pie una nueva generación obrera que retome las tareas de lucha y organización para avanzar en la destrucción del régimen burgués.
Este año estaremos nuevamente en las calles levantando bien en alto las banderas de la revolución obrera y socialista, porque luchamos por la destrucción del Estado y no nos comemos el verso del “Estado presente o el Estado ausente”. Ambas fórmulas procuran de igual manera garantizar, mediante el monopolio de la fuerza, los negocios de los grandes capitalistas. Milei y sus aliados niegan el genocidio y los otros sectores, como el PJ, UCR y Coalición Cívica, buscan reconciliar al ejército con las masas para garantizar el aparato burocrático militar que es el Estado burgués. Los trabajadores debemos organizarnos de forma revolucionaria para enfrentar el pacto que preparan junto al FMI y su subordinación a Trump.
Enfrentar al estafador Milei y sus cómplices es luchar por el poder de la clase obrera como caudillo de la nación oprimida. La política de marcha unitaria con los organismos de DDHH cooptados y el PJ que intentan llevar adelante desde el EMVyJ, el FIT-U (salvo el PO y otras organizaciones) es un gravísimo error. Para justificarse apelan a que estamos en un gobierno de características fascistas. Mezclar las banderas con un sector de la burocracia sindical y corrientes pequeñoburguesas que hace apenas unos años dirigían el Estado al servicio del FMI sólo contribuye a fortalecer la expectativa de que es posible derrotar la ofensiva de la clase dominante sin pelear la dirección a estos sectores. Esta línea significa liquidar la independencia de clase, que es una necesidad imperiosa de la clase trabajadora.
Por eso llamamos a participar de actos independientes en todo el país. Los revolucionarios marchamos, no para defender esta podrida democracia pequeñoburguesa, ni para organizarnos en “frentes anti Milei”, sino para reivindicar la lucha de la clase obrera, que fue bañada en sangre por la dictadura cívico-militar, retomando las banderas de la revolución.
Nuestros aliados son los trabajadores de América Latina y el mundo; la resistencia palestina; los que luchan para derrotar las políticas guerreristas de los países imperialistas y sus intentos de convertir todo territorio en su plaza comercial (como lo muestra la Guerra entre Ucrania y Rusia y todos los conflictos bélicos que hoy se desarrollan).
El temporal del 7 de marzo provocó una catástrofe sin precedentes en el partido de Bahía Blanca, al sur de la provincia de Buenos Aires. Este es otro episodio trágico que se suma a una triste historia de destrucción y muerte, con el antecedente reciente de La Plata en 2013.
Como siempre ocurre en estos casos, las muestras de solidaridad no se han hecho esperar y los sindicatos, clubes deportivos y distintas organizaciones comenzaron a enviar ayuda de inmediato. Mientras las grandes empresas de bienes de consumo brillan por su ausencia y siguen facturando las mercancías que compran para ser donadas. Este cinismo de las empresas tiene que ser respondida con la expropiación de las mercancías que se necesiten para Bahía Blanca por parte del sindicato de comercio y Camioneros que garanticen su distribución.
Tampoco tardan los gobiernos en desligarse de las responsabilidades y culparse entre sí, el municipio contra la gobernación provincial, el gobernador contra el gobierno nacional y viceversa. La visita de Bullrich y funcionarios nacionales a la zona de catástrofe no fue más que un acto cínico de campaña y contó con el recibimiento que se merecía: el repudio de los afectados. Es que mientras el gobierno desembolsa ingentes sumas en pagarle al FMI y rifar los recursos naturales del país en las mesas de los buitres imperialistas, mientras ajusta a los trabajadores y monta enormes operativos para reprimir a los jubilados, declara que la plata para reconstruir las zonas destrozadas son responsabilidad de las jurisdicciones. Por su parte, las empresas defienden sus intereses y buscan sacar un buen negocio donde pueda, aunque sea a costa de la desesperación de la gente.
Las décadas de falta de planificación urbana, de anarquía capitalista, de desprecio por las necesidades sociales reales en función de la búsqueda del interés capitalista sólo se pueden combatir con organización obrera. El saldo de víctimas y pérdidas materiales es una muestra más de que no es la naturaleza, sino el capitalismo el que nos somete a estas calamidades sociales.
Redoblemos la organización y la deliberación en los lugares de trabajo no sólo para seguir desarrollando la solidaridad con los afectados, sino para ir más allá y arrebatar a los capitalistas el mando de la producción social. Peleemos por recuperar los sindicatos de manos de las burocracias cómplices. Es urgente que sean los sindicatos recuperados los que se pongan a la cabeza de la reconstrucción de Bahía Blanca mostrando que nuestras organizaciones pueden ampliar sus funciones y demostrar que pueden desarrollar tareas de dirección. Preparemos el control obrero de la producción como injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista hasta que logremos derribar este sistema e instaurar el gobierno de los trabajadores. ¡Abajo Milei! Los K y la burocracia sindical son cómplices. ¡Fuera el FMI y el imperialismo!
Por Tendencia Trabajadores Trotskistas dentro de la COR
Este no es un día festivo, es un día de lucha. Hace más de un siglo que este día pasó a la historia, a propuesta de las revolucionarias rusas, conmemorando la memoria de las obreras textiles de la fábrica Cotton que fueron asesinadas por hacer una huelga por mejores condiciones de trabajo. La fecha fue tomada en todo el mundo como símbolo de la lucha por la liberación de las mujeres, transformándose en el día en que se vuelve a poner sobre la mesa la desigualdad y la doble opresión que el capitalismo ejerce sobre las mujeres, y que tiene su origen material en la explotación capitalista, pero se remonta a los orígenes de la propiedad privada, y se basa fundamentalmente en el rol asignado a las mujeres en general y a las trabajadoras en particular.
Hace más de 100 años que las mujeres en el mundo luchan por la igualdad, pero hubo un lugar y un momento histórico en el que se concretaron muchas de sus reivindicaciones acercándose como nunca en la historia reciente a esa igualdad: la Revolución Rusa en sus primeros años. Y esto no fue casualidad, porque esa revolución fue una revolución obrera que cambió de raíz lo fundamental, la propiedad privada de los medios de producción, para empezar el camino de dar fin a la explotación y a todo tipo de opresión. Ese camino fue truncado por la burocracia estalinista, traidora y contrarrevolucionaria.
Si bien es cierto que las mujeres, como mayoría oprimida de la sociedad capitalista, desde hace más de un siglo dan importantes muestras de fuerza cuando se disponen a pelear contra la opresión y en defensa de lo conquistado, también lo es que toda conquista que se le arranca al yugo del Capital siempre está amenazada y en riesgo debido a las necesidades cambiantes del sistema y de los gobiernos que lo administran, más en estos momentos de crisis y descomposición.
Este 8M será la segunda vez que se conmemore el día de la mujer trabajadora bajo el gobierno reaccionario de Milei, que desde que asumió aplica una política de ajuste brutal y ataque a las conquistas contra toda la clase trabajadora, justificándose en un supuesto combate a “la casta” y a lo “woke” para intentar dividir a los trabajadores.
Así tenemos a los despidos en el Ministerio de la Mujer, los ataques a la comunidad LGBT (que legitiman las agresiones físicas a ese colectivo), la destrucción de la salud y la educación pública (cuya mayoría trabajadora son mujeres), vía recortes de presupuestos y despidos, la informalidad laboral femenina que trepó al 38,7% (lo que significa otra generación que no podrá jubilarse), el incremento de la brecha salarial entre hombres y mujeres (que pasó del 25,3% en 2023 al 27,7% para este año), la caída de la moratoria que hizo que cerca del 90% de las mujeres no puedan jubilarse, etc.
Pero no hacemos este raconto para desanimar. A pesar de los atropellos, el gobierno no pudo evitar la respuesta de la clase trabajadora en las calles –muchas veces debilitada por sus direcciones–: las marchas universitarias, el 8M del año pasado, la marcha antifascista y antirracista de febrero, la toma del Hospital Bonaparte contra los despidos, fueron todas acciones contra las que el gobierno no pudo aplicar el protocolo antipiquetes. Y allí donde lo aplica (como contra los jubilados) no logra derrotar la movilización. En las provincias hay motosierras de todo tipo, y todas apuntan su filo hacia el mismo lado, replicando la ofensiva general contra la clase obrera y los sectores más empobrecidos de la sociedad.
No hay que caer en la falsa dicotomía que plantea el peronismo, de “democracia o fascismo”: por más reaccionario que sea su discurso no estamos frente a un gobierno fascista. Se trata del bonapartismo al que tiende la democracia burguesa para perpetuar la defensa de sus intereses de clase. Si se ha llegado a esta situación se debe a que al peronismo, que es el que controla casi todos los sindicatos y que ha cooptado buena parte del movimiento de mujeres, le viene bien que Milei haga el trabajo sucio de ajustar a los trabajadores, de atacar las concesiones arrancadas con la lucha y la movilización de las mujeres, de una manera que ellos no podían hacer sin entrar en crisis con su base política (de paso aprovechan para hacer negociados, como Kueider por plata, o Sáenz para presupuesto para obras). Mientras tanto, contra lo que denominan fascismo, llaman a prepararse para las elecciones, desviando todo proceso de lucha y reivindicación a la salida electoral.
En ese sentido para poder luchar por las reivindicaciones de las mujeres y las disidencias sexuales no se puede poner ninguna confianza en las corrientes burguesas, porque las reivindicaciones sociales que se conquistan no perduran si el capitalismo continúa. El hecho de que Cristina Fernández de Kirchner que es presidenta del PJ, se dedique a chicanear por X mientras los organismos del PJ y toda la burocracia obtura y dilata el enfrentamiento abierto contra las políticas de Milei, sirve para ilustrar que siempre los intereses de clase van a pesar más, sin importar cuántas mujeres ocupen cargos de dirección o cuántas mediaciones del estado burgués surjan.
Por eso mismo defendemos cualquier concesión que se le pueda arrancar al estado burgués con la lucha y sea una legítima conquista del movimiento de mujeres. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es generar expectativas en que las reformas de un estado burgués en decadencia puedan terminar con los padecimientos y la opresión de las mujeres y de la comunidad LGBT.
La marcha de febrero convocada bajo la consigna “antifascista y antiracista” demostró que el gobierno puede recular frente a una acción de masas (pues desistieron, por ejemplo, de eliminar la figura del femicidio) pero no es suficiente.
Las mujeres, como parte considerable de la clase trabajadora, tenemos un puesto en este combate para terminar no sólo con la explotación sino también contra todo vestigio de opresión.
En todos los ámbitos de debate y organización de lucha de las mujeres, es necesario pelear por un programa que rompa con la conciliación de clases. La burguesía en tanto clase explotadora, junto a todas sus corrientes políticas, aun las que se reivindiquen feministas, es enemiga de las mujeres y su liberación. Este es el principal escollo que aparece por ejemplo en el ENM, cuya composición policlasista determina los límites de sus definiciones políticas, aunque muchas veces la fuerza de las mujeres que se organizan en él dan impulso a la movilización.
Es un desafío de las organizaciones políticas que se reivindican revolucionarias, pelear por el programa de la revolución socialista en toda lucha de las mujeres –sin por eso dejar de impulsar aquellas reivindicaciones que tengan fuerza, como la defensa del derecho al aborto, y signifiquen un alivio o mejora en las condiciones de vida de la mujer trabajadora en esta sociedad–. Luchar contra la utopía reaccionaria de la vía reformista, explicar pacientemente que el machismo no terminara si no terminamos primero con el capitalismo en el que se apoya. La lucha contra la opresión a la mujer trabajadora debe ser tomada por toda la clase obrera, por eso hay que llevarla a nuestra intervención cotidiana: la recuperación de los sindicatos para desorganizar a la burguesía y construir el partido revolucionario, tomar el poder y comenzar la construcción del socialismo.
Por último, este 8 de Marzo no podemos olvidar que la lucha por la liberación de la mujer trabajadora también es parte de la pelea por derrotar al capitalismo en todo el mundo. En ese sentido, y como parte del homenaje a las obreras y mujeres revolucionarias que dedicaron su vida a esta pelea, levantamos las banderas de los pueblos oprimidos del Mundo, desde las mujeres de Gaza resistiendo el genocidio de Israel y el imperialismo, las mujeres latinas expulsadas por Trump, el “amigo” de Milei, hasta cada uno de los procesos de lucha en los que siempre las mujeres de nuestra clase cumplen un rol fundamental.
¡VIVA LA LUCHA DE LA MUJER TRABAJADORA!
¡VIVA LA CLASE OBRERA!
¡POR LA DERROTA DEL CAPITALISMO EN TODO EL MUNDO!
¡POR EL FIN DE LA EXPLOTACIÓN Y TODO TIPO DE OPRESIÓN!
Por COR Chile
Preparemos a nuestra clase en la lucha contra el capitalismo imperialista
El 8 de marzo es el día internacional de la mujer trabajadora. Conmemoración forjada con la lucha valerosa de cientos de miles de mujeres activistas y revolucionarias desde los inicios de la actual etapa de descomposición del capitalismo, el imperialismo. Ora por los derechos políticos, por los derechos reproductivos, por la igualdad social y contra la explotación del capital, fuente de esa doble opresión. Fue la revolución de febrero en Rusia (el 8 de marzo para el calendario gregoriano) la que coincidió con la conmemoración del día Internacional dela mujer trabajadora, que tuvo como protagonista indiscutible a las obreras rusas, cuyo impulso puso en marcha el derrocamiento del zar que inició el proceso que llevara a la victoria al proletariado, inaugurando la era de la revolución proletaria.
Durante decenios el capitalismo ha intentado cooptar, absorber, domesticar esta conmemoración, con el fin de confundir a la mujer trabajadora en las filas de la mujer burguesa. Los feminismos de conjunto, como una expresión pequeñoburguesa, han diluido el carácter de clase de la luchas de la mujer, levantando reivindicaciones propias del arribismo burgués (participación de la mujer en directorios de empresas o en instituciones burguesas) o con expresiones separatistas para fragmentar las filas obreras.
Cientos de organizaciones autodenominadas revolucionarias, abandonaron sus larvados programas para levantar la bandera “feminista”, provocando la disgregación de los programas y las luchas políticas, para sumarse a las agendas identitarias quitando el filo revolucionario a la lucha por la liberación de la mujer de toda forma de opresión.
El regreso de Trump a la presidencia de EEUU, con su línea de imponer un reordenamiento mundial, deja al descubierto el carácter del imperialismo que es reacción en toda línea. Una reacción que se juega a asestar duros golpes sobre el proletariado internacional, pauperizando a la clase de conjunto y empeorando las condiciones sociales de la mujer obrera.
Ante esto se levantan voces de que la lucha es “contra el fascismo” o contra una supuesta “restauración conservadora”. Estas consignas encubren el carácter reformista de su orientación, pretendiendo una vez más diluir la lucha contra la descomposición capitalista y la ofensiva imperialista en una lucha por maquillar el régimen burgués.
En Chile, luego de más de 3 años de un gobierno “feminista”, el carácter reaccionario de este bonapartismo pequeñoburgués, nos recuerda el apoyo dado de amplios sectores a esta farsa de “lucha contra el fascismo”. El balance vuelve a ser que se perdió la oportunidad de “conquistar derechos” con la derrota del proceso constituyente. Preparan un escenario preelectoral donde los actuales administradores, y parásitos menores, de los negocios capitalistas, posen de abanderados de los derechos democráticos. Los mismos que blindaron con impunidad a represores y asesinos, que encarcelaron a luchadores, que despojan a pobladores de sus viviendas, que militarizan el país ante cada oportunidad, que criminalizan la protesta y la pobreza, que encubre desapariciones como Julia Chuñil, volverán a mostrarse como la alternativa o “mal menor” ante el fortalecimiento electoral de tendencias ultrareaccionarias. Tendencias que, como la de Milei en Argentina, se van debilitando al calor de su propia decadencia y de las luchas obreras.
Es necesario recuperar el 8 de marzo como un día de lucha de la mujer trabajadora, un día de nuestra clase en su lucha por la emancipación.
Paso a la Mujer trabajadora
Recuperemos nuestras organizaciones para la lucha
Por un Congreso de delegados de base de la clase trabajadora
Luchemos por la aparición con vida de Julia Chuñil
Las calles de las grandes capitales del mundo se inundaron de manifestantes en solidaridad con las mujeres palestinas, uno de los sectores de la clase obrera mundial más oprimido y vulnerado de los últimos tiempos, con quienes expresamos nuestra solidaridad y levantamos como bandera del proletariado revolucionario internacional por el fin de la explotación y la opresión en todo el mundo. ¡Por los Estados Unidos Socialistas de Medio Oriente!
Estos actos progresivos, sin embargo, también se encuentran atravesados de múltiples contradicciones. La decadencia imperialista y los elencos dirigentes de sus Estados a nivel mundial están intentando desarrollar una nueva polarización ideológica entre los “woke” y la “ultraderecha”. Sin duda, los ataques de personajes como Trump o Milei a los colectivos que se identifican con las minorías son aberrantes y los repudiamos, pero entre sus “enemigos” se encuentran otros opresores disfrazados como amigos de las luchas contra la opresión: los imperialistas del PD norteamericano, las burocracias sindicales adictas a los Estados imperialistas y semicoloniales y todo tipo de variantes de conciliación de clases. Estas pantomimas de enfrentamientos de la “batalla cultural” ocultan sistemáticamente el carácter de clase de la opresión y la explotación y buscan confundir al proletariado en cuanto a quiénes son sus verdaderos enemigos: las burguesías y sus Estados. Quedan muy atrás las demandas de reformas para “conquistar derechos” de los márgenes de una democracia burguesa cada vez más podrida y represiva. Los movimientos estatistas en los que pretenden encorsetar a las minorías identitarias no pueden ofrecer concesiones estables dentro de esta situación. Mientras tanto, las consecuencias de la crisis económica y el recrudecimiento de las tendencias guerreristas de la situación mundial son siempre descargadas sobre las espaldas de la clase obrera.
El único programa capaz de llevar hasta el final la liberación de la opresión contra la mujer y las minorías es el de la revolución socialista. De lo que se trata no es de “fortalecer los Estados” burgueses, sino de destruirlos en forma revolucionaria. Es necesario recuperar el 8M como un día de lucha, organización y combate de nuestra clase, con la mujer trabajadora en la primera fila, por la liberación de la mujer de toda forma de opresión que inscribirá la clase obrera en la tumba del capitalismo. ¡Paso a la Mujer Trabajadora! ¡Por la revolución socialista mundial!
El presidente Milei dio su discurso de apertura de sesiones ordinarias en el Congreso con la mitad de la sala vacía por la ausencia de los legisladores de Unión por la patria, la izquierda y varios gobernadores. De la UCR el único que se presentó fue Manes, quien tuvo un escandaloso cruce con Santiago Caputo.
La llegada al Congreso fue acompañada por cacerolazos en las inmediaciones de la plaza dos Congresos y una casi nula concurrencia de simpatizantes para saludar el paso de la comitiva presidencial. En la transmisión de cadena nacional se llegó al ridículo de decir que los ruidos de cacerola eran las fanfarrias de la banda de los granaderos del alto Perú.
Lo que demostró el discurso del presidente es que aun no logra salir del escándalo de la estafa de la criptomoneda, lo que le ha hecho perder autoridad y poder ante un régimen político decadente. Se ha vuelto a poner en cuestión la relación del régimen con las masas y este escenario debilita aún más las posibilidades de negociar con el imperialismo como garante del orden institucional y pagador de deudas. Su discurso se centró en llevar a la Argentina a una mayor sumisión al imperialismo norteamericano, vía acuerdo con el FMI, ruptura con el Mercosur y tratado de libre comercio. Es decir, intenta preparar al régimen político y sus instituciones para una relación más directa de dominación del imperialismo, en su fase más decadente. Esto lo demuestra, por ejemplo, la designación de los jueces a la corte por decreto, recordando que Mansilla es un representante directo de las petroleras y las mineras.
Todos los indicadores de mejoras económicas fueron un verdadero delirio de fake news, colocó a Kicillof como opositor y dejó en claro que la apertura de las sesiones en el Congreso eran a la vez apertura y clausura: sólo va a habilitar el Congreso para intentar aprobar el acuerdo con el FMI. Prometió hacer miles de reformas, apelando a la frase de Macri de “reformismo permanente”, pero aclaró que había que esperar los resultados electorales de este año para ver si había “más violetas” en el Congreso.
Su discurso mostró lo acorralado que está ante la estafa del criptogate, pero también desnudó la decadencia y complicidad de la oposición burguesa y la burocracia sindical, que ante un escenario de crisis política apuestan a sostener al gobierno y ganar tiempo para rearmar un recambio burgués que llegue a contener desbordes de lucha de clases más agudos.
Esta crisis no puede ser resuelta dentro de los límites del régimen burgués, debemos intervenir como clase y dar una salida obrera a la crisis. Es decir, enfrentar de forma revolucionaria a este semi Estado burgués y al imperialismo con la fuerza de la clase obrera en las fábricas y lugares de trabajo. Hay que preparar las condiciones para un paro general activo que se vote en la base, expulsado a la burocracia sindical de nuestras filas, para golpear en la producción a la clase parásita que es la burguesía.
No va a ser con la sumatoria de movimientos o sólo en las calles donde vamos a derrotar al gobierno de Milei. Tenemos que destruir al Estado, desorganizar a la burguesía y organizar a los trabajadores detrás un partido revolucionario con un Programa de Transición que contenga las demandas inmediatas unidas a una salida revolucionaria y socialista.
Hay que ocupar los lugares de trabajo ante los despidos en estatales y ocupar las fábricas ante los ataques de la patronal en complicidad de la burocracia sindical. Control obrero, escala móvil de horas de trabajo y salario, monopolio del comercio exterior son parte del programa transicional que condensa lo más avanzado de la experiencia histórica de la clase obrera y apunta a desarrollar la injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista para sentar las bases del futuro poder obrero. Tenemos que abrir este debate entre los activistas y luchadores que se forjaron en los últimos años y combatir la perorata de conciliación de clases a la que nos quiere llevar con estupideces como “democracia o fascismo”, “el amor vence al odio”, un “ajuste amigable” o “derecho al futuro”. Todo eso es una estafa a nuestra conciencia y debemos dar lucha política para que no confunda a nuestra clase.
Por un paro contundente de la docencia en todo el país el 5 de marzo.
Por un paro de todas las universidades con toma para el 17 y 18 de marzo.
Por un congreso de delegados de base con mandato, para preparar un paro general activo.
Tenemos que echar a Milei. Por una revolución obrera y socialistas. Por un gobierno obrero.
El gobierno de estafadores libertarios comenzó el año elevando la presión para mantener los salarios obrero por debajo de la inflación. Ni hablar de la recuperación de lo perdido desde diciembre de 2023. Su discurso anti Estado es otra de sus estafas: a través de la secretaría de trabajo, aplica todo el peso de la legislación laboral para negar la homologación de todo acuerdo de rama que no sea del gusto de Caputo y Milei. Todo en beneficio de las patronales, que así no están obligadas a pagar incluso los míseros acuerdos que negocia con las conducciones sindicales.
El caso más resonante es el de los metalúrgicos. El secretariado nacional, con Abel “Chamullo” Furlán a la cabeza, bajó tres veces las pretensiones para cerrar el acuerdo salarial pendiente desde noviembre de 2024. Sin embargo, aún cuando luego de esas agachadas las cámaras patronales firmaron el acuerdo paritario, a la fecha la secretaría de trabajo alega “cuestiones de forma” para no habilitar la homologación. Así, los metalúrgicos no recibimos aumento nominal de nuestros magros sueldos desde octubre del año pasado. Esto significa que el salario en términos reales, es decir, medidos por su poder adquisitivos, se reducen mes a mes al ritmo de la inflación. Y hace rato están en la lona.
La burocracia sindical patalea y saca comunicados. Lo mismo que hace con la denuncia de las decenas de miles de despidos y suspensiones en la rama producto de la crisis económica a que lleva la política recesiva del gobierno nacional, bancado por los gobernadores y la casta del congreso. Y nada más que eso, ni una medida de fuerza para imponer a las patronales el aumento que necesitamos los metalúrgicos, sobre todo los de la rama 17 que no llegamos a la mitad de la canasta de consumos mínimos mensuales calculada por ATE INDEC en $1.600.000 al mes de enero.
En la seccional Córdoba, Urbano no se sale del libreto: los reclamos y quejas abundan pero a la hora de pelear contra los despidos en las diferentes empresas, no saca ninguna medida conjunta y deja a los compañeros y delegados peleando fábrica por fábrica, ¡como si la crisis no fuera generalizada para toda la rama! Ni hablar de salir a pelear por el aumento igual a la canasta básica, como se ha planteado en los congresos seccionales; ni siquiera hay voluntad de imponer el pago de lo ya firmado a las empresas.
Cuestionar la intervención del Estado en las relaciones laborales va en contra de la ideología y de los propios intereses de la burocracia sindical peronista. Por eso, no pueden enfrentar el techo salarial impuesto por Milei y su gobierno a través de la no homologación de acuerdos, ni la imposición de conciliaciones obligatorias para bloquear las medidas de fuerza de los trabajadores. El Estado juega para las patronales, la burocracia sindical que dirige los gremios es la tercera pata de esa Santa Alianza.
La situación no da para más. No podemos permitir más despidos, ni acuerdos de rebajas salariales y suspensiones para que la crisis la paguemos los metalúrgicos, ni seguir viviendo con un salario de miseria. Es hora de enfrentar la injerencia del estado en la paritaria y sacarnos de encima a los burócratas como Furlán que no mueven un dedo para mejorar nuestra situación.
Impulsemos asambleas en las fábricas, mocionemos la necesidad un congreso de delegados metalúrgicos con mandato de base para votar un plan de lucha por la reincorporación de todos los despedidos, basta de despidos y suspenciones, efectivización de los contratados y trabajadores de consultoras, pago inmediato de todos los montos acordados, pase al básico de los premios (presentismo, productividad, incidencias, etc). Para enfrentar los planes de crisis de las empresas, impongamos las escalas móviles de horas de trabajo y salario, con un salario inicial mínimo igual a la canasta básica. Si las empresas lloran que están en crisis, impongamos la apertura de los libros contables.
En cada seccional, cómo es el caso de Córdoba, podemos iniciar la lucha impulsando congresos regionales de delegados con mandato para romper la pasividad de los burócratas cómo Urbano, que se escudan en la inoperancia de Furlán y el secretariado nacional y esperan que los problemas se resuelvan por la buena voluntad de un gobierno nacional que odia a la clase obrera y no da pisada sin pedir permiso a EEUU y el FMI.
Recuperemos la UOM y la CGT. Impongamos la voluntad de las fábricas para acabar con este desastre. Vamos al paro nacional metalúrgico y a un plan de lucha por el salario y contra los despidos.
El reparto de Ucrania y la decadencia del imperialismo
El imperialismo norteamericano intenta, de la mano de Trump, dar por terminado el conflicto entre Rusia y Ucrania para enfocar toda su política exterior a enfrentar a China. Abriendo negociaciones con Rusia para neutralizar su alianza con China, acelerando el proceso de asimilación de Ucrania colonizándola y desmembrándola, dándole un papel secundario a la UE, intenta recuperar poder imperialista disminuido en los últimos años. Ese sería, a grandes rasgos, el plan, pero la situación mundial es mucho más compleja que una mesa de negociación empresarial, ya que están en juego relaciones interestatales, equilibrios económicos y lucha de clases. No es tan fácil el escenario para un imperialismo que está en crisis y en decadencia.
El espectáculo que se vivió en estos días en el salón oval, donde Trump intentó mostrar el poderío imperial ante Zelensky, fue la expresión de la decadencia imperialista en estado puro, porque mostró el verdadero rostro del imperialismo, de rapiña y coloniaje. Querían cobrar la plata invertida en la guerra y quedarse con el negocio de las “tierras raras” en Ucrania, que son ricas en minerales, dejando en claro que no van a compartir el botín con la UE, ni con nadie. Imperialismo explícito.
Este escenario planteado por el imperialismo, que es reacción en toda la línea, muy probablemente abra procesos más agudos de lucha de clase, no sólo al interior de Ucrania, sino en los países de la UE. Los europeos deben prepararse para seguir apoyando a Ucrania sobre la base de mayor ajuste a su población, en medio de una situación en la que todos los objetivos que los llevaron a crear la Unión Europea están en cuestionamiento y en crisis.
Por eso es central que impulsemos la intervención del proletariado de forma independiente, centralmente el proletariado ucraniano y ruso para parar la guerra, enfrentar a sus gobiernos restauracionistas y convertirla en una guerra revolucionaria que enfrente al imperialismo y el proceso de asimilación en curso. El proletariado europeo también tiene importantes tareas, enfrentando a sus gobiernos y partidos imperialistas, frenando la maquinaria bélica, que apunta no sólo hacia los ex Estados obreros sino contra los palestinos, mediante el envío de armas al enclave de Israel. Luchar para parar la guerra, con los métodos de nuestra clase, esa es la tarea del momento. Para eso es necesario recuperar el internacionalismo proletario, como base para formar partidos revolucionarios como secciones de la IV internacional reconstruida.
Debemos llamar a una Conferencia Internacional a las corrientes trotskistas que aun levanten la dictadura del proletariado para discutir las directrices de una intervención revolucionaria ante este escenario.