Los trabajadores del hospital Garrahan vuelven a estar en el centro de atención, en lucha contra la debacle de los salarios y las condiciones laborales. Se suman a una tendencia que se está desarrollando a nivel nacional de ir a una puja por mejorar los salarios ante el ajuste, la inflación y la caída del poder adquisitivo de los que aún tienen trabajo. El gobierno está atacando la salud y las prestaciones de ayuda social, como la que se brinda por discapacidad, entre otras, en la necesidad de cumplir con las metas del FMI. Esto va en el sentido de su política de subordinación al imperialismo yanqui, emulando a Trump en la salida de la OMS.
Siguiendo a rajatabla las órdenes del gobierno y sus amos, el Consejo de Administración del Garrahan lleva adelante este ajuste, ejecutando un plan de desguace del hospital para prepararlo para arancelar y privatizar más sectores. Así, segmentan a los pacientes que se van a atender, lo que en criollo significa que se priorizará al que tenga plata y el que no, se verá.
Ante este escenario, se viene desarrollando una resistencia entre los trabajadores de distintas áreas, que el año pasado realizaron 10 paros. Este año el proceso de lucha fue reforzado por los residentes, que votaron parar por tiempo indeterminado, situación que hizo saltar la bronca que se venía acumulando. Al Consejo de Administración, que venía ninguneando el conflicto, se le desmadró el control del hospital, por eso tuvo que recurrir a la coacción estatal mediante la conciliación obligatoria para desactivar el paro votado para el 29 de mayo en una asamblea conjunta con los residentes, acompañado de una movilización al Ministerio de Salud. También apelaron a las fuerzas de seguridad, que en la última marcha provocaban constantemente en un intento por impedir que se realizara la acción. Tenemos que discutir cómo nos organizamos para enfrentar el ataque represivo del gobierno y los directivos.
La Junta Interna y la Asociación de Profesionales llamaron a una asamblea a las 8.30 horas del día 29, a horas de comenzado el paro votado, que ya era contundente, para discutir si se aceptaba o se rechazaba la conciliación. Reivindicamos el método de discutir de cara a los trabajadores si se acata o no una conciliación, cosa que jamás hace la burocracia. En lo que no podemos coincidir es en la línea política que llevaron a esa asamblea los convocantes, ya que plantearon que se debía acatar la conciliación y poner condiciones. A instancias de algunos médicos, que no querían seguir con el paro, se mocionó que no hubiera lista de oradores y ganó esa moción. La asamblea votó por muy poco margen acatar la conciliación. Los residentes no pudieron votar en esa instancia y, en una asamblea de ellos, votaron continuar con el paro y marchar al Ministerio de Salud.
El argumento que se esgrimió para promover el acatamiento a la conciliación fue que se debía “mantener la unidad del movimiento”. Pero se levantaba el paro y se dejaba solo a los residentes que sostuvieron la medida. ¿La unidad con quién era? A nuestro entender se priorizó una unidad con el ala más conservadora y no se dio una línea clara para los sectores que estaban impulsando efectivamente la huelga.
Consideramos que se debía mantener el paro y mocionar en la asamblea que se exigiera al Consejo Administrativo que presente una oferta salarial y una fecha de reunión. Esto acompañado de la votación de delegados paritarios para esa reunión, donde estén representados los distintos sectores del hospital. Además, es fundamental plantear la unidad con todos los hospitales en lucha, como el Posadas y el Bonaparte, para impulsar un plenario de delegados con mandatos de todos los trabajadores de la salud.
Es obvio que el Consejo utilizará este tiempo de conciliación para dividir y aumentar el amedrentamiento. Ya se está difundiendo en algunos medios que ofrecen un “plus por productividad”, para destruir aún mas el salario y profundizar la superexplotación.
Igualmente, la masiva asamblea, el paro contundente (hasta que se levantó) y la marcha del mediodía muestran que fuerzas para enfrentar el ataque hay.
Este año se cumplen 20 años de la histórica huelga del 2005. Ese recuerdo debe estar fresco en las cabezas de los directivos, que siguen aplicando un brutal desmantelamiento del hospital mientras sigue creciendo la resistencia. Esto se vio con el enorme acatamiento al último paro general del 10 de abril, así como los 10 paros del año pasado. Ese fantasma de la lucha sigue rondando por los pasillos y no va a ser fácil imponer el plan del directorio. Tenemos que echar al Consejo de Administración y poner la administración del Garrahan bajo control obrero. No puede ser que sigan queriendo imponer un plan de productividad, sin pasar a planta a los contratados, cerrando residencias, como la de Trabajo Social, o hacer trabajar en pésimas condiciones a las docentes del jardín, para poner algunos ejemplos. No necesitamos de los directivos ni de los jefes, que abran los libros contables para saber cuánta plata recauda y recibe el Hospital, y quizás podremos desentrañar los negociados de estos personajes.