Los trabajadores de Tierra del Fuego vienen protagonizando en las últimas semanas una lucha ejemplar, con paro y movilizaciones, contra la amenaza de cierres de fábricas y pérdida de las fuentes de trabajo. Esta amenaza parte de la medida del gobierno nacional de sacar la “promoción industrial” a lo que se produce y ensambla en la provincia. Milei anunció la baja de los aranceles a las importaciones electrónicas hasta llevarlos a 0 a partir de enero del 2026, para que compitan directamente con las mercancías producidas en esa provincia. Como siempre, las patronales apelan a la fuerza de los trabajadores para defender sus intereses ante otras fracciones burguesas competidoras, pero en realidad ya tienen garantizados sus negocios a partir del acuerdo de que puedan convertirse en importadoras con entrega “puerta a puerta”. Con lo cual, los únicos que pierden son los obreros. Por parte de Milei, esta medida manifiesta una exigencia que le hicieron el FMI y el imperialismo de liberar la zona austral, cerrando plantas fabriles y empujando al éxodo masivo, para colocar bases militares en un lugar estratégico en medio de un avance de la política guerrerista del imperialismo. En una entrevista, el ministro Sturzenegger fue consultado por el futuro de la población, en su mayoría ocupada en las fábricas que hoy peligran, y, con su cinismo característico, declaró que Tierra del Fuego se podría reconvertir en un polo turístico y construir allí un gran parque de diversiones.
Por eso este conflicto enfrenta a la clase obrera no sólo a pelear por sus fuentes de trabajo y por su subsistencia, sino a encarar una lucha contra el imperialismo y sus subsidiarios burgueses nacionales. Los trabajadores de las principales plantas, encuadrados en el sindicato metalúrgico, hicieron medidas tan contundentes que obligaron a la burocracia de la UOM a firmar un acuerdo con el gobierno nacional, provincial y los empresarios (entre ellos los amigos de Toto Caputo y hasta su primo, dueño de una de las principales empresas de esa provincia). Por supuesto, esto fue acordado a espaldas de los trabajadores, que repudiaron el accionar de la burocracia y siguen en pie de lucha. Es que este acuerdo es lisa y llanamente una forma de ganar tiempo y descomprimir para que la pelea no se radicalice, ya que se firmó una paz social hasta el 31 de diciembre del 2025. Es decir, que las empresas van a acumular stock hasta esa fecha y después quedan librados a su suerte los trabajadores y sus familias.
Ante este escenario, que pone en juego el futuro del conjunto de la población del Tierra del Fuego, es central que los trabajadores organizados en comités de fábrica ocupen las plantas instaladas en la provincia para imponer un paro nacional a la UOM y planteen la necesidad de que sean ellos mismos, con total independencia de clase, los que dirijan la provincia. A la base de este conflicto hay una disputa de poder en el territorio provincial, lo que plantea como tarea principal tirar el gobierno de Melella, desorganizar a la burguesía en el territorio provincial y organizar al proletariado tomando una tarea de dirección que encare una transición revolucionaria hacia la destrucción del Estado burgués y la instauración de un Estado obrero. En esa esa transición, hay que plantear un gobierno obrero provisional, que expropie a las grandes empresas, con control obrero de las fábricas y de los puertos, que eche al imperialismo, desmantele las bases militares y constituya milicias obreras para enfrentar a las fuerzas burguesas e imperialistas. Planteamos que esta consigna apunta a armar una trinchera obrera que abra una situación revolucionaria en el país. Es una tarea inmensa, pero podría abrir una tendencia en el interior de nuestra clase hacia tomar la resolución de nuestro destino en nuestras manos y avanzar en desarrollar una vanguardia que construya un partido revolucionario con un programa transicional e internacionalista. Este programa apunta a desarrollar la injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista, es decir, el poder estatal del proletariado en la transición a la destrucción del Estado burgués.
Ninguna mesa de diálogo en la que se sientan sólo nuestros enemigos y sus agentes en nuestras filas va a solucionar los problemas de fondo que plantea el conflicto. Menos aún con un gobierno que busca alinearse más abiertamente con el imperialismo y propiciar su mayor penetración en el país para profundizar la dictadura del capital por medio de una dictadura policial. Tenemos que desplegar las herramientas programáticas de los revolucionarios para que no nos vendan espejitos de colores con las falsas ilusiones de industrialización en clave nacional, como plantean algunos, o de reconversión de las fábricas bajo la dirección de un semi Estado burgués en franca descomposición. Esto nos lleva de cabeza a una política de conciliación de clases, o sea, reaccionaria, ya que asigna a los trabajadores un rol subordinado debajo de un ala burguesa o pequeñoburguesa. La única salida progresiva a esta situación es por la vía revolucionaria, bajo una dirección obrera y un programa socialista.
Debemos rodear de solidaridad activa a la lucha de los trabajadores de Tierra del Fuego, realizando asambleas, mocionando un paro general para tirar a Milei y preparar las condiciones para una salida obrera y socialista.