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La sentencia a Cristina

Miércoles, 07 Diciembre 2022 22:28

El día 6 de diciembre por la tarde se conoció la sentencia de la causa Vialidad, por las obras públicas en la provincia de Santa Cruz en el período de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015). Cristina fue condenada a 6 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Lázaro Báez fue condenado a 6 años de prisión y Julio de Vido fue absuelto, entre otros imputados. La sentencia no es firme y las partes pueden apelar en distintas instancias, por lo que van a pasar varios años hasta que se efectivice o se modifique el fallo.

Después de que se hiciera púbico el fallo, Cristina salió a hablar y a denunciar a la Justicia y a la oposición burguesa. Planteó que son “una mafia y un Estado paralelo”. Mostró chats y audios entre funcionarios de Larreta, algunos funcionarios de Alberto, jueces nacionales, fiscales y ex SIDE. Todos ellos viajaron juntos a Lago Escondido, en Bariloche, invitados por los CEOs de Clarín. Así, intentó demostrar el funcionamiento de este supuesto Estado paralelo y la manera en que éste toma las decisiones y tratar de que se vea que no es solo ella la mala de la película. Además, anunció que no va a ser candidata en el 2023, abriendo un nuevo escenario político dentro del Frente de Todos en relación a los futuros candidatos. Aunque no podemos descartar que este renunciamiento sea otra puesta en escena para un eventual operativo clamor que pida por su candidatura.

Quiebre del Pacto de Olivos

El fallo y todo lo que mostró el juicio y el sinfín de operaciones de los servicios secretos, como esta última filtración del “viaje de egresados” de funcionarios y el grupo Clarín, profundiza la crisis política y demuestra el nivel de aceleración de la descomposición del semi Estado burgués, de sus instituciones, sus partidos y de la dirección política de las distintas fracciones burguesas y pequeño burguesas. Todo esto torna aún más inestable al régimen burgués en su relación con las masas y el imperialismo.

Es muy probable que estemos asistiendo al quiebre total del Pacto de Olivos y la Constitución de ‘94, ya que han fracasado en todos los intentos de reformar el semi Estado como forma de dominación a las masas. En el 2001, ese pacto se rompió en las calles y lograron recomponerlo parcialmente con la llegada al gobierno de los K, pero la crisis terminal del radicalismo y la descomposición histórica del peronismo han hecho que los actores que firmaron y garantizaron el pacto estén en una crisis terminal. Además, han aparecido nuevas fracciones políticas reaccionarias que buscan otro tipo de acuerdo o pacto para los tiempos de crisis que estamos atravesando.

Inestabilidad regional

Al momento de escribir esta nota el Congreso de Perú destituía a Pedro Castillo por ser incompatible con el cargo. En Brasil ganó Lula después de que la gran burguesía y el imperialismo lo rehabilitaran como candidato para ser contención de procesos más agudos de lucha de clases. Allí, con otros ritmo y tiempos, también asistimos a una crisis de lo que se denominó la Nueva República expresada en la reforma de la Constitución en el ‘88. Es decir, estamos en un escenario de crisis de los proyectos burgueses y de descomposición de los bonapartismos sui generis, en medio de una crisis mundial y una guerra.

Una posición de clase

Lo que debemos debatir al interior de nuestra clase es cuáles son las tareas que debemos tomar para enfrentar de forma revolucionaria esta crisis. En el caso del fallo a Cristina debemos ser claros en que se trata de una pelea entre distintas fracciones burguesas, que se dirime en la justicia burguesa, por lo que el resultado no nos interesa, ni nos incumbe. Solo nos importa denunciar cómo funcionan las instituciones de un Estado burgués y su contenido de clase.

La burocracia sindical, mientras se niega a pelear por el salario y las condiciones de trabajo y se dedica a entregarnos en los acuerdos paritarios, se volcó de lleno a participar en esta pelea de patrones. El caso más extremo son los alcahuetes de la conducción de ATE, tanto verde blancos como verdes, y las CTAs, que salieron a marchar por su jefa. En manos de estos rastreros, los sindicatos, en vez de  ser herramientas de lucha de los trabajadores, pasan a ser herramientas de políticos burgueses. No podemos permitir esto. Más que nunca hay que echarlos de nuestras organizaciones y recuperar los gremios para pelear por los verdaderos intereses de la clase obrera.

Un sector de la izquierda salió a defender el derecho democrático a que las masas puedan votar al candidato que quieran, defendiendo que Cristina pueda ser candidata, ya que el fallo la inhabilita (la sentencia no está firme, por lo que no está inhabilitada). También sostuvieron esta increíble posición en Brasil con Lula. La democracia burguesa está basada en la dominación de clase de la burguesía, por lo que el verso de que somos todos iguales y que incluso tenemos el mismo derecho a ser candidatos a cargos públicos, es solo una falacia que sostiene la desigualdad entre las clases poseedoras y la trabajadora. En un Estado burgués no existe el derecho democrático a que cualquiera se presente a elecciones. Es tan obvio lo que escribimos acá, que solo se explica esta posición por el nivel de adaptación a la democracia pequeñoburguesa semicolonial de estas corrientes. No es nuestro Estado y jamás los revolucionarios definimos que las relaciones de fuerza se expresan en las instituciones burguesas. Para nosotros las relaciones de fuerza se dirimen en la producción, que es la base de sustentación de la burguesía. Debemos actuar ante la descomposición del Estado no para reformarlo, sino para preparar su destrucción de forma revolucionaria.

En estas últimas semanas presenciamos un curso acelerado de cómo funcionan las instituciones, las peleas en el Congreso, por el Consejo de la magistratura, el viaje de egresados al que invitaron los CEO de Clarín, la corruptela en el juicio de Vialidad y otras obscenidades. Mientras, nosotros seguimos luchando para que no se deteriore aún más nuestras condiciones de vida. La única salida a esta crisis es obrera y socialista.

 

07/12/2022 

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    En medio de un ajuste fenomenal por parte del gobierno de los Fernández y Massa, un fiscal, en una de las causas que tiene a Cristina Fernández como protagonista, planteó una condena de 12 años e inhabilitación para ejercer cargo público de por vida, ya que la considera jefa de una asociación ilícita en la causa que se conoció como “Vialidad”, donde se juzga la corrupción en la obra pública, centralmente en su relación con Lázaro Báez.

    Esta acusación obligó a la vicepresidenta a salir a defenderse, mediante una especie de cadena nacional en las redes, que los grandes medios transmitiendo en directo. En su disertación catedrática hizo una síntesis política de lo que es un Estado burgués, su particularidad como semi colonia y su proceso de descomposición. Mostró cómo se definen las políticas, que no es en el parlamento, sino, como decía Lenin, en los pasillos y en los ministerios. Demostró cómo negocia un Estado con el empresariado nacional e internacional, en este caso por la obra pública, desde Báez, un novato en el tema, hasta Caputo, la cámara de la construcción y las empresas internacionales que estaban sospechadas de corrupción, como en el caso de Odebrecht. Fue como si estuviera diciendo “si todos negociamos así, ¿por qué me juzgan a mí?” También les recordó que no pueden ser tan desagradecidos con los K, si en sus gobiernos hicieron los mejores negocios. Y además tuvo un gesto a los que no se quebraron y buchonearon: López es culpable de todo, pero sus aliados no.

    Fue la constatación de la justeza de la teoría marxista, que pelea por la destrucción del Estado. En su discurso, Cristina mostró la descomposición histórica de las fracciones burguesas y pequeño burguesas que gobernaron el país y cómo el poder judicial es funcional a distintas fracciones burguesas según las correlaciones de fuerza dentro del régimen.

    Por eso, ante el ataque que está realizando este gobierno en acuerdo con la oposición burguesa, los trabajadores no debemos entrar en estas peleas, que son para dirimir qué fracción del capital, supervisada por el imperialismo, se impone contra la otra y qué mecanismo usa para imponerlo. Debemos enfrentar de conjunto a este Estado y sus instituciones, somo los trabajadores los que debemos hacer justicia, con nuestros métodos, por tantos años de explotación y miseria. Mientras ellos hacen como que se pelean y buscan que tomemos posición por alguno de los bandos en disputa, nosotros seguimos padeciendo la inflación, la caída en nuestros salarios, la pauperización de nuestras condiciones de vida. En esta pelea no hay ninguna fracción progresiva, los K son una fracción pequeño burguesa reaccionaria y debemos enfrentarla como tal.

    Los revolucionarios peleamos por desenmascarar toda la envoltura democrática que la clase burguesa pretende darles a sus instituciones, que son la expresión de la dictadura del capital. Luchamos por la destrucción del Estado burgués, no llamamos a confiar en ninguna ley, ni institución que tenga contenido de clase burguesa. En estos momentos, donde atravesamos una crisis mundial, una pandemia y una guerra en Ucrania debemos ser claros ante las masas y no adaptarnos a la opinión publica por unos votos más.

    ¡Abajo el gobierno de Alberto y Cristina!

    ¡Por un gobierno obrero!

     

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