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Jueves, 20 Agosto 2020 10:38

A 80 años del asesinato de León Trotsky

A 80 años del asesinato de León Trotsky

El 21 de agosto de 1940, en la ciudad de México, era asesinado por un agente del stalinismo León Trotsky. Pero a pesar de este brutal atentado contra el desarrollo de la línea revolucionaria liderada por Trotsky, el imperialismo y sus agentes no han logrado deshacerse de él. Hoy, a 80 años de su muerte, cuando en el mundo se desarrolla una crisis económica de características históricas, en medio de una pandemia producto de la relación del capitalismo con la naturaleza, la burguesía sigue viéndose acechada por los fantasmas que creía ya bien muertos y enterrados. En su decadencia actual, una clase tan parasitaria como la burguesía vuelve a sentir que está en peligro. Y en cierta medida está en lo cierto, porque se ha comenzado a romper todo el andamiaje de posguerra y las instituciones y pactos con distintos Estados que sostenían su equilibrio mundial. Asistimos actualmente a una descomposición del imperialismo. Los procesos radicalizados que se dieron en EEUU después del asesinato de George Floyd por parte de la policía y que expresó una crisis política en el corazón del imperialismo, aún no se han podido resolver. Las ideas y acción revolucionarias de Trotsky siguen estando hoy vigentes como guía para los marxistas revolucionarios del siglo 21, que asumimos las tareas históricas de la lucha contra el capitalismo.

Recuperar el legado revolucionario

El legado teórico y político de Trotsky nos permite encarar estos desafíos desde una perspectiva revolucionaria. Es decir, aplicar el marxismo en tanto método de análisis de las relaciones sociales con el fin de transformarlas; o sea, en tanto guía para la acción revolucionaria.

Actualizar la teoría marxista implica avanzar en el recorrido hecho por Trotsky en cuanto a la Teoría de la Revolución Permanente. Esto es, así como él mismo decía: desarrollar el carácter de la revolución, su nexo interno y el método de la revolución internacional en general. Este último punto es el que debemos desarrollar al calor de los elementos de descomposición del capitalismo y los procesos de asimilación en los ex Estados obreros.

La idea permanentista que incorporó y desarrolló Trotsky es uno de los aportes más importantes a la teoría marxista. Ésta permite entender el desarrollo de los conceptos y sus transiciones, para el estudio científico de las leyes de la economía capitalista, sus instituciones -el sistema de Estados y las formas de Estado, como el bonapartismo-, los procesos de la lucha de clase en la relación con la revolución socialista y las etapas de la dictadura del proletariado. Esta teoría ha quedado tan olvidada, que quienes intentaron “actualizarla” lo que hicieron fue actualizar de forma reformista las tácticas para aggiornarse a la época de posguerra entre dos sistemas y así adaptarse a la conciencia vigente en ese periodo.

Trotsky tuvo que discutir, ante la traición de la III Internacional stalinizada, la recuperación del método y la mecánica del programa. Es por eso que elaboró el Programa de Transición, que, como él decía, nos deja en el umbral de la revolución. Hacía mucho hincapié en mostrar que este programa era un sistema de reivindicaciones transitorias que se proponía atacar las bases del régimen burgués. O sea, desarrollar una de las premisas estratégicas de la III Internacional en su fase revolucionaria, que era la de desorganizar a la burguesía.

Por la reconstrucción de la IV Internacional

La formación de la IV Internacional intentó crear una nueva dirección revolucionaria, con un programa de transición, que fue la expresión de las conclusiones de la Revolución rusa generalizada para todo un proceso. Planteó las tareas históricas del proletariado para destruir el sistema capitalista. Y lo expresó de esta manera: “La Cuarta internacional se puede definir en tres palabras: ¡Por la dictadura del proletariado!”

Sacar las lecciones programáticas de las distintas tendencias centristas que dirigieron la IV Internacional hasta su virtual desaparición es una tarea necesaria para recuperar el Programa de Transición de la influencia estatista, sindicalista y reformistas que llevaron a que muchas corrientes degeneraran y se adaptaran al sistema capitalista.

Reconstruir la IV internacional es intentar saldar la crisis de dirección revolucionaria y preparar la lucha por el poder, recuperar el programa de transición y desplegar la acción revolucionaria ante una crisis mundial que sigue su curso.

Continuar el desarrollo revolucionario

Los revolucionarios nos encontramos ante procesos históricos inéditos, un proceso de descomposición del imperialismo y un proceso de asimilación de los ex estados obreros. Pero tenemos herramientas teóricas y políticas legadas del marxismo. La teoría de Marx y Engels, la teoría de la revolución permanente, la teoría del imperialismo, la teoría del partido revolucionario, el programa de las internacionales en su fase revolucionaria, el programa de transición y tantas lecciones programáticas de procesos vivos de lucha de clase.

La TRCI intenta avanzar en el plano de la teoría y la práctica con la firme convicción de que debemos intervenir como una nueva generación de revolucionarios que rompa con las ideas de los centristas trotskistas de posguerra en la necesidad de regenerar al movimiento obrero y forjar una vanguardia revolucionaria que pelee por la reconstrucción de la IV Internacional, ya que opinamos que es la única forma que se puede recuperar la estrategia marxista.

Reorganizar las fuerzas del trotskismo

Ante este escenario de crisis mundial, pandemia y crisis política en las principales potencias imperialistas llamamos a reorganizar las fuerzas del trotskismo que aun sostienen la necesidad de la dictadura del proletariado. La Conferencia Latinoamericana y de EEUU, llamada por el FIT-U (Argentina) mostró un gran límite, ya que en sus resoluciones no figuran ni la perspectiva de la dictadura del proletariado, ni la pelea por la reconstrucción de la IV. La aceleración de la crisis impone el llamado a una Conferencia Internacional, pero es imperativo que retome las tareas históricas e intente abordar la crisis de dirección revolucionaria al calor de la situación mundial convulsiva.

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