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De frente y con todo

Lunes, 13 Septiembre 2021 18:46

Después de la PASO

El Frente de Todos recibió en las elecciones PASO del 12 de setiembre una de las peores derrotas del peronismo unido de los últimos años, perdiendo en 17 de las 24 provincias y, principalmente, siendo derrotado en la provincia de Buenos Aires por Juntos (nuevo nombre de Juntos por el Cambio, alianza del PRO y radicales).

Si bien las elecciones PASO son internas abiertas, que no definen cargos electivos, delinean la situación de los partidos políticos. Ante la debilidad de éstos para organizar a sus afiliados, es la intervención del Estado la que permite dirimir las diferencias y proscribir a las minorías con un piso del 1,5% para participar de las elecciones, que este año se van a realizar el 14 de noviembre. Esta instancia se toma como un plebiscito de la gestión del gobierno de turno y sirve para conocer el humor social. Teniendo en cuenta esta característica, los resultados mostraron un fuerte castigo al gobierno de los Fernández, que se expresó en el voto a la oposición burguesa, en este caso los ex Cambiemos; a expresiones liberales, a la izquierda parlamentaria y también en el voto en blanco y en el 67% de participación, un numero bajo si se toman otras elecciones.

Debemos decir que estas elecciones se dieron en medio de una pandemia y una crisis social, sanitaria y económica nunca vista, donde tanto el gobierno como la oposición burguesa tratan de mostrar un escenario post pandemia en medio de una posible tercera ola con la variante delta. La derrota del gobierno es la expresión distorsionada del balance de un sector de masas a la dirección política de la pandemia y sus consecuencias, con más de 120 mil muertos, un desmanejo del plan de vacunación, el “Olivos gate” y la imposición de un ajuste brutal a las condiciones de vida de la gran mayoría. Y otro sector votó en contra del gobierno porque no expresa a las fracciones de clase que ellos defienden, más aliados al capital extranjero y los grandes capitales del campo y la industria.

Insistimos con la idea de que se trata de una “expresión distorsionada” porque, como marxistas, sostenemos que las derrotas a los gobiernos se dan en los procesos de la lucha de clases y no en los mecanismos burgueses como son las elecciones. Es decir, se expresó de forma pasiva un descontento social, que coyunturalmente puede capitalizar la oposición burguesa, pero el desarrollo de los elementos más estructurales de la crisis aún subsiste y pueden expresarse de forma convulsiva si la situación se sigue agravando.

En este contexto, el FITU capitalizó parte de este descontento, suplantando la propaganda socialista por el marketing político. Quizás hemos presenciado una de las peores campañas desde que se fundó el FIT, allá por el 2011, pero que le dio frutos electorales como para que no se cuestionen nada de lo hecho.

El gobierno ha quedado muy debilitado e intentará que la derrota sea más decorosa en noviembre, pero no tiene nada para mostrar ni dar. Debe acordar con el FMI y la oposición burguesa, continuar el ajuste y llevar al Congreso las reformas que exige este organismo imperialista, como la laboral y la previsional. En este aspecto no hay diferencias con la oposición. El problema es que debe hacerlo en su momento de mayor debilidad. Tendrá que apelar a la burocracia sindical, que sigue avanzando en su desprestigio en las filas obreras después de su actuación en la pandemia y su apoyo al ajuste a los salarios de los trabajadores activos y pasivos.

Desde la oposición le sugieren que Massa sea el jefe de gabinete. Sueñan con una suerte de primer ministro a la europea y que el presidente sea un sello. Un sueño de los republicanos de una semicolonia, que olvidan que son una burguesía débil y que está sostenida por el imperialismo.

La clase obrera debe tener en claro que nada bueno vendrá de nuestros verdugos, que cada dos años prometen solucionar todas nuestras demandas. Debemos abrir una deliberación al interior de nuestra clase en las fábricas, en los lugares de trabajo y de estudio, y en las organizaciones combativas de desocupados, sobre la necesidad de discutir un programa de salida a la crisis y un balance de la política del gobierno ante la pandemia. Organizarnos desde los delegados, comisiones internas, juntas internas y sindicatos recuperados en plenarios regionales que confluyan en un gran congreso de delegados de base con mandato, que prepare los requisitos para luchar contra la burocracia sindical e impulse un paro nacional para imponer, mediante nuestros métodos, la dirección de la pandemia y saldar la crisis económica sanitaria y social a la que nos han llevado. Unirnos a la lucha de los trabajadores y el pueblo pobre de América Latina que ha salido a enfrentar a sus gobiernos es otra de nuestras tareas inmediatas.

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  • El Ahora 12 del FMI

    El gobierno anunció un principio de acuerdo con el FMI con respecto al stand by que le habían dado a la administración anterior de Macri. Es decir, que legaliza la estafa de aquel crédito e hipoteca al pueblo argentino a pagar esa deuda. Queda demostrado cuáles son los intereses a los que responde el gobierno de los Fernández y sus aliados de la oposición burguesa como Juntos por el Cambio, así como la Sociedad Rural y todo el empresariado, quienes saludaron el “entendimiento” con el Fondo.

    El principio de acuerdo, donde aún debe definirse la letra chica, es un plan de ajuste gradual donde el FMI tendrá más injerencia directa en el desarrollo de la economía argentina. Se acordaron revisiones trimestrales del organismo con derecho a veto, para vigilar que se cumpla con los designios del imperialismo. En el trazo grueso del entendimiento, la Argentina se compromete a bajar la emisión monetaria, reducir subsidios, moderar la inflación y subir las tasas de intereses. A cambio de llevar a cabo ese plan, lo habilitan para tomar deuda ya no solo del FMI sino de otros países miembros del organismo como el Club de París, por ejemplo.

    El gobierno vende el pre acuerdo como un logro, ya que según dice, no se le exige un ajuste. Esto es, por supuesto, parte del “relato” ya que es sabido que el ajuste lo vienen realizando desde que asumieron, mediante el proceso inflacionario, las mini devaluaciones, el aumento en las tarifas, la caída en los salarios y el ajuste en las jubilaciones. Con su funcionario fiel, Martin Guzmán, el gobierno preparó el acuerdo con el FMI buscando no tener que poner la palabra “ajuste” por escrito, sobre todo luego de las fricciones dentro del PJ que generó la derrota electoral y el intento fallido de provocar un giro argumental con la carta de Cristina.

    La otra pata del relato es el argumento de que el FMI no habría pedido cambios estructurales, es decir reformas laborales, previsionales o tributarias, ya que este pre acuerdo se centra en equilibrar la política fiscal, y una vez encaminado ese objetivo vendrán por lo importante.

    Ante los sectores descontentos con los términos del acuerdo, el kircherismo hace lo que siempre hacen las fracciones burguesas y pequeño burguesas: echarles la culpa a las masas por haber votado a Macri. Esgrimiendo el ya desgastado argumento de que no les daban las fuerzas para otra cosa dado que venían de perder las elecciones y las masas no iban a salir a enfrentar al FMI. Lo que en realidad lograron es un poco de aire para seguir defendiendo sus intereses y evitar la idea de las masas en la calle, lo cual les da un verdadero terror.

    El principio de acuerdo plantea 2 años y medio de gracia donde no hay que pagar vencimientos de esta deuda y después se comienza a devolver el préstamo con otro préstamo del FMI a 10 años. De esta manera, al FMI le cierran las cuentas y la Argentina no sólo se queda con la deuda, sino que la acrecienta.

    Esta especie de “Ahora 12” del FMI, expresa el nivel de crisis mundial que aceleró la pandemia, ya que si Argentina entraba en default podía generar una crisis importante en la región y un cimbronazo mayor en la economía mundial, mostrando la debilidad histórica de un organismo en descomposición que no logra contener los efectos de la crisis económica mundial.

    En un país semicolonial como el nuestro, la burguesía no es independiente y por lo tanto debe poner su destino histórico en manos del imperialismo para enfrentar al proletariado de su país y de la región.  Es una clase parasita que no produce, es por eso que por más que se esfuercen en decir que no van a pagar con el hambre del pueblo, van a pagar con el hambre del pueblo porque el proletariado es el único que posee una fuerza de trabajo que puede crear valor y plusvalor y la razón de ser de los capitalistas es apropiarse del trabajo ajeno.  Es en la explotación de nuestra clase de donde saldrán los recursos para pagar la deuda, todo acuerdo de pago de deuda se basa en el canje por nuevos bonos, sus intereses y sus plazos están determinados por el nivel de ajuste a la clase trabajadora que está dispuesta a implementar nuestra clase enemiga. Es, en realidad, un derecho sobre el trabajo futuro que producirá supuestamente el plusvalor del que el interés (una retribución por la pura propiedad) será una parte.

    Nosotros levantamos el no pagar la deuda externa que significa una pelea por la destrucción del Estado burgués, atacando al régimen capitalista en su base, en la producción.

    Expropiar a las grandes empresas imperialistas, control obrero, escala móvil de salarios y de horas de trabajo, no son consignas para reformar al capital, es parte del programa transicional de la lucha por el poder, por la necesidad de un gobierno obrero para imponer las etapas de la dictadura del proletariado. 

    Es un debate que tenemos que llevar al interior de nuestra clase y desenmascarar a los enemigos en nuestras filas, como la burocracia sindical que salió a festejar el acuerdo, y ya anticipó que seguirán adecuando la discusión paritaria a la política de ajuste que ahora profundiza el gobierno como ofrenda al imperialismo.

    Debemos movilizarnos como hicimos en diciembre del año pasado en contra del FMI y el gobierno, en contra del acuerdo, pero siendo claros en nuestro programa de independencia de clase. Es peligroso confundir banderas con los descontentos del ala k, que plantean suspensión de la deuda o no al ajuste del FMI sin nombrar al gobierno, como lamentablemente hace un sector de la izquierda para buscar un diálogo que no existe. Parecen no entender, a pesar de tantos fracasos, que es imposible romper un ala del peronismo que vaya hacia una perspectiva revolucionaria mediante el método de diluirse programática y organizativamente en el estatismo pequeñoburgués.  Debemos movilizarnos de manera diferenciada de estos sectores kirchneristas y combatir su programa hasta el final, plantear mociones diferenciadas en las asambleas y dejar en claro que los trabajadores que salimos a luchar no tenemos que mostrarle nada a Alberto ni tenemos que “hacerle saber” nada en las calles, sino que tenemos que apuntar a derrotar a este gobierno sumiso al imperialismo e imponer nuestra propia perspectiva de clase.

     

     

  • Otra derrota en medio de la crisis

    El gobierno no pudo remontar los resultados de las PASO y volvió a sufrir una derrota en las elecciones del 14 de noviembre, donde perdió a nivel nacional contra Juntos por el Cambio, por más de 8 puntos. El oficialismo ya no tiene el quorum en el senado y se sigue discutiendo la cantidad de diputados en la cámara para cada fuerza. Donde hizo una remontada fue en la provincia de Buenos Aires, pero también perdió ante Juntos por 1 punto de diferencia.

    Fue una de las elecciones con menor concurrencia de la historia y se expresó el llamado voto bronca, por fuera de las dos grandes coaliciones, recibiendo un mayor caudal de votos tanto la derecha, expresada por Milei y Espert, como la izquierda parlamentaria del FITU, que logró 4 diputados nacionales e hizo una gran elección en el conurbano bonaerense.

    El gobierno, consciente de que iba a perder, lanzó en un discurso grabado del presidente un llamado a discutir en el Congreso el acuerdo con el FMI. En ese discurso reconoció que la ley de presupuesto, con el pomposo nombre de "plan plurianual", está consensuada con el FMI. A tan solo algunas horas de terminados los comicios, con los que llamaron a las masas a "cumplir con su deber democrático", mostraron el verdadero rostro de la democracia burguesa: cada dos años debes elegir a tus verdugos, en este caso, los representantes para subordinarse a la agenda del FMI. En el acuerdo con este organismo imperialista no hay diferencias entre las distintas fracciones burguesas y pequeño burguesas que conforman las coaliciones electorales, los matices son sólo sobre cómo deben aplicar las medidas que éste pretende imponer para el acuerdo.

    Ante el escenario que ha quedado en las dos cámaras legislativas, donde la oposición tiene más peso de negociación y poder de veto para trabar algunas leyes, el gobierno ha definido buscar el consenso político para gobernar los próximos dos años imponiendo los mandatos del imperialismo y el FMI en organismo como el Consejo económico y social, donde puede acordar con los empresarios, los movimientos sociales y la burocracia sindical. De esa manera buscará debilitar el poder de la oposición burguesa en medio de una crisis económica, política, social y sanitaria que las elecciones no han despejado, sino que han acelerado.

    Para que este plan de supervivencia del gobierno funcione, debe revitalizar al peronismo decadente, e intentar mostrar unidad dentro de las distintas alas. Alberto pretende apoyarse y dar más poder a los intendentes, gobernadores y, centralmente, a la burocracia sindical, a la que necesita para imponer la reforma laboral y jubilatoria que exige el FMI. A esto apunta el acto en Plaza de Mayo para el miércoles 17/11, convocado por la CGT. De esa forma tendría más poder de fuego para sentarse a negociar con la oposición burguesa los equilibrios de poder en un semi Estado.

    Es evidente que en este plan no están contemplados los trabajadores y el pueblo pobre, somos sobre los que quieren descargar la crisis para garantizar el pago de la deuda externa con el FMI y sostener los negocios de quienes ellos representan, los grandes empresarios internacionales y nacionales de la industria y el campo.

    Debemos organizarnos para enfrentar el ajuste y los planes de reformas que prepara el gobierno en alianza con la oposición burguesa, los empresarios, la iglesia y la burocracia sindical.  Este ataque a los trabajadores vendrá con represión y criminalización de la protesta, como lo podemos ver en la condena a los compañeros Arakaki y Ruiz, del PO y PSTU respectivamente, por luchar contra la reforma laboral del anterior gobierno. Aunque formalmente intenten mostrar que la pelea va a pasar por el Congreso, la lucha real va a estar en las calles, en los sindicatos y lugares de trabajo, es ahí donde podemos golpear con fuerza a nuestros enemigos de clase.

    Debemos enfrentar el acuerdo con el FMI con los métodos de la clase obrera. Llamamos a un Congreso de delegados de base con mandato que prepare las condiciones para un Paro general, para recuperar todo lo perdido por la pandemia y desarrollar una vanguardia obrera que expulse a la burocracia de nuestros sindicatos y sea un embrión de la construcción de un partido revolucionario, como sección de la reconstrucción de la IV internacional.  

  • Organizarnos contra el ajuste, votar en blanco en las elecciones

    Mientras los efectos de la pandemia siguen desarrollándose en el mundo, y cuando en Argentina estamos por entrar en la tercera ola con la variante delta, con solo 20% de la población con 2 dosis de la vacuna, el régimen burgués se prepara para elecciones de medio término. Estas elecciones continúan el mecanismo de las primarias (PASO), que la burguesía estableció en 2009 para tener una mayor injerencia estatal en los partidos y proscribir a minorías.

    Los candidatos del FMI en sus distintas variantes

    A dos años del comienzo de la pandemia, con la desastrosa política del gobierno de los Fernández para enfrentar al virus, coronada con el “Olivos gate”, el oficialismo en campaña nos pide el voto aduciendo que “estamos saliendo” y que pensemos en el futuro. La oposición de Cambiemos nos dice que ahora estamos peor que en el periodo de Macri y que ellos son la salvación, mientras los libertarios tipo Milei nos dicen que hay que enfrentar a la casta política para que venga otra casta política.

    Más de 110 mil muertos por covid, 50 % de pobreza, 51% de inflación, pérdida del salario real del 25%, desocupación de más del 10%, miles de despidos y suspensiones y una caída de las condiciones de vida muestran no solo números de la coyuntura, sino un problema estructural del semi Estado argentino, que los distintos partidos burgueses, junto a la burocracia sindical y los empresarios, a través de los años, no solo no pudieron solucionar, sino que empeoraron, para favorecer a los grandes empresarios extranjeros y nacionales a costa de nuestra superexplotación.

    Y ahora todas esas fracciones se preparan para garantizar el ajuste que hicieron en medio de la pandemia y llevarla a leyes que voten en el Congreso, para garantizar los requisitos que pide el FMI. El saqueo a los jubilados debe traducirse en una reforma previsional, los ataques a las condiciones laborales que sufrimos, en una reforma laboral, entre otras reformas que pide el FMI para renegociar la deuda externa.

    Como marxistas no nos da lo mismo que los trabajadores voten en las elecciones a sus verdugos, por eso debemos abrir una deliberación al interior de nuestra clase en las fábricas, en los lugares de trabajo y en las organizaciones combativas de desocupados sobre la necesidad de discutir un programa de salida a la crisis y un balance de la política del gobierno ante la pandemia. Debemos organizarnos con delegados de base, comisiones internas, juntas internas y sindicatos recuperados en plenarios regionales que confluyan en un gran Congreso de delegados de base con mandato, que prepare los requisitos para luchar contra la burocracia sindical e impulse un paro nacional para imponer, mediante nuestros métodos, la dirección de la pandemia y saldar la crisis económica, sanitaria y social a la que nos han llevado. Es aquí donde se debe dar el Frente Único de la Izquierda, debemos poner en pie Oposiciones Sindicales Revolucionarias, con libertad de tendencia en su interior, para disputar la dirección del movimiento obrero a nuestros enemigos de clase en nuestras propias filas. También estamos llamados a unirnos a la lucha de los trabajadores y el pueblo pobre de América Latina, que ha salido a enfrentar a sus gobiernos.

    La adaptación de la izquierda

    Hay corrientes que se reivindican del trotskismo que se presentan a las PASO: el FITU, que presenta distintas listas internas entre los partidos que lo conforman, y el NMAS y Política Obrera. En primer lugar, es una política errada dirimir las diferencias entre organizaciones de izquierda a través de este mecanismo electoral en lugar de apelar a un Congreso Obrero para discutir de cara a la vanguardia. Además, consideramos que su política hacia las elecciones no expresa una condición mínima en el programa de los marxistas, que es la de la independencia de clase. En las filas del FITU conviven corrientes que apoyaron a las entidades del campo, fueron en alianzas electorales con políticos burgueses y en los sindicatos co dirigen, en algunos casos, con la burocracia sindical. Todas estas listas que se presentan tienen una característica en común, que es su estatismo, es decir, considerar que el Estado burgués, en esta época actual de descomposición, aún tiene posibilidades de cumplir un rol progresivo. Esto quedó bastante claro en la pandemia, cuando se le exigió al Estado (que, hemos de recordar, tiene una condición de clase, que es burgués) un sinfín de medidas estatales, como sistema único de salud, declarar de utilidad pública un laboratorio que produce vacunas, etc. Todos ellos naturalizaron la política reaccionaria de la cuarentena, que se impuso con los métodos del Estado y represión. No apelar a los métodos obreros para imponer nuestras demandas genera confusión en los sectores combativos, ya que no los llaman a confiar en sus propias fuerzas, sino en depositar ilusiones en instituciones que no son las nuestras.

    En el plano internacional, sus organizaciones hermanas han llamado a votar a Haddad del PT en Brasil, a Arce en Bolivia, o a Pedro Castillo en Perú, es decir, a nuestros verdugos, en nombre de que no gane la derecha, definición que expresa su adaptación a la opinión pública y no una política revolucionaria.

    Para nosotros la participación en las elecciones es una cuestión secundaria y subordinada a la necesidad de intervenir en ese escenario para dar una lucha política y que no sea la burguesía la que influencie a los trabajadores y los lleve a la conciliación de clase. No vemos en las listas de izquierda que se presentan un combate consecuente con esta orientación. “Ser tercera fuerza”, “renovar a la izquierda”, “revolucionar a la izquierda” y demás consignas por el estilo son eslóganes electorales que nada tienen que ver con nuestro objetivo revolucionario. Organicémonos contra el ajuste, votemos en blanco.

     

  • En Frente de Todos

    La coalición de gobierno ya no puede tapar el desastre del manejo de la pandemia y el fenomenal ajuste que está llevando a cabo para pagar el gasto por la pandemia, la deuda externa y seguir beneficiando a los grandes capitalistas. En estos dos años de gobierno han realizado un ajuste del gasto público de alrededor del 26%, donde han reducido la ayuda social, han ajustado a los jubilados y han disminuido el salario real de los trabajadores públicos en un 13%. Además, como si esto fuera poco, con la aceleración de la inflación que en estos cuatro meses del 2021 ya se ubica en el 17%, han licuado los salarios de la gran mayoría de los trabajadores formales e informales haciendo descender las condiciones de vida a niveles históricos.  Y esto no se puede justificar solo con la pandemia, sino que aprovechando el escenario de crisis por el covid han lanzado un feroz ajuste, garantizando y consolidando el ajuste del macrismo en el gobierno anterior. Con el macrismo se había perdido el 25% del salario, el albertismo consolidó esa pérdida y está garantizando, con la ayuda de la burocracia sindical y el empresariado, que siga cayendo el salario de los trabajadores.

    En estas condiciones, deben ajustar aún más para poder acordar con el FMI, en un escenario electoral, es por eso que dentro de la coalición comenzaron las peleas para acomodar el rumbo económico para las elecciones de medio término. Larroque, que es el secretario general de La Cámpora, definió bastante bien los objetivos para llegar con chances a las elecciones, vacunación, precios y unidad. Vacunación para poder reactivar la economía; controlar los precios con una mayor injerencia del Estado y, al no poder garantizar que los salarios le van a ganar a la inflación, intentar regular los precios de los servicios y así, hipotéticamente, lograr golpear menos al bolsillo; unidad, ya que la coalición de gobierno teme que, sin unidad y como viene el escenario, las imágenes de Colombia ya no sean tan lejanas.

    Enfrentemos este plan

    La agenda de los trabajadores debe ser de enfrentamiento a este plan.

    Vacunación de los trabajadores. Hay que exigir a los sindicatos que demos una pelea para que seamos los trabajadores los que controlemos la distribución de las vacunas y por el control obrero de los laboratorios, para romper con el control estatal de las vacunas. Nos queremos vacunar, no para que volvamos a ser explotados como quieren las patronales, sino para estar en mejores condiciones para salir a la lucha.

    Reapertura de las paritarias. Debemos recuperar lo que perdimos en la pandemia y en el gobierno anterior de Macri. No podemos permitir que sigan cayendo nuestras condiciones de vida. Debemos unir a los que tienen trabajo con los que no lo tienen en un compromiso mutuo de solidaridad, que parta de la pelea junto a los desocupados por salario que asegure las condiciones de subsistencia. Debemos imponer la escala móvil de horas de trabajo y de salarios.

    Unidad de la clase obrera. En contraposición a la unidad que pide Larroque para su frente burgués, nosotros debemos buscar la unidad de la clase obrera, que pelee por aumento de salario y vacunación, organizando a los activistas y trabajadores en la necesidad de conformar oposiciones sindicales revolucionarias al interior de nuestros sindicatos para echar a la burocracia sindical y recuperar nuestras organizaciones de lucha. Se vienen desarrollando muchas luchas, que el periodismo ha denominado “de autoconvocados”, pero no son eso, son compañeros delegados activistas y bases de sindicatos, opositores a la conducción de sus sindicatos. Está en germen, en esos trabajadores, la posibilidad de conformar oposiciones con un programa obrero y la tarea de los revolucionarios de pelear al interior de esos procesos por la necesidad del partido revolucionario y la lucha por el poder.

    Alberto ha regresado de su gira por Europa, donde los distintos mandatarios de los países de la UE que visitó, Portugal, España, Francia e inclusive el Vaticano con su secretario de finanzas, el Papa Francisco, le desearon mucha suerte en la negociación con el FMI y que lo iban a apoyar en alargar los plazos con el Club de Paris. Es decir, paguen la deuda y después los reclamos.

    La cita con la máxima representante del FMI, Kristalina Georgieva, y John Kerry, representante de EEUU, fue la culminación de la sumisión al imperialismo, demostrando que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista, como “Juan Domingo Biden”.

    Falta mucho para las elecciones y la dinámica de la lucha de clases puede dar muchas sorpresas.

     

     

     

     

  • Vacunate, amigo

    Alberto inauguraba en un acto en el CCK la formación del Consejo Económico y Social para definir los lineamientos de una Argentina a mediano plazo, un engendro de conciliación de clases que busca instaurar en futuras leyes la relación de fuerzas pos pandemia, es decir, institucionalizar los ataques que sufrimos en la pandemia en el terreno de las condiciones de vida. Pero al mediano plazo se lo comió el corto plazo, se lo devoró al explotar el escándalo cuando se conocieron los privilegios de algunos para acceder a la vacuna contra el covid.

    El “vacuna-gate” mostró que la democracia burguesa como forma de dominación es la expresión de una igualdad formal, que intenta en apariencia mostrar que somos todos iguales, valiéndose del instrumento de la legalidad burguesa, pero que en esencia es la desigualdad de clase y esto se expresa por todos los poros. Algunos analistas salieron a decir que son “la casta política, la casta empresarial y sindical” las responsables de estos privilegios, solo para encubrir con esa definición de casta el contenido de clase de un sistema capitalista. Para los trabajadores la lucha por la igualdad y la consigna de igualdad solo se pueden entender si se interpretan exactamente en el sentido de la destrucción de las clases, no puede ser de otra forma.

    Por eso, este episodio que ya tomó el nombre de “vacunación vip” debe abrir un proceso de deliberación en el conjunto del movimiento obrero para sacar balance de la dirección burguesa de la pandemia y de por qué debemos quebrar esa dirección estatal para no seguir siendo nosotros los que sufrimos las consecuencias de las políticas estatales.

    Por eso es central, que las comisiones internas o juntas recuperadas en la rama de salud planteen la necesidad del control obrero de la vacunación, recuperar los sindicatos de la salud echando a la burocracia sindical para imponer un plan obrero contra la pandemia. Esta debe ser una pelea internacional contra el ensayo general reaccionario que lanzaron los Estados para salvar sus empresas y sistema de salud ante la virulencia de la pandemia.

    La tarea de los sindicatos, como organización de masas de los trabajadores es ampliar sus funciones, tomar medidas no solo en el plano de las reivindicaciones salariales, sino ante la desorganización de la economía. Campañas internacionales por el control obrero de las vacunaciones, en contra de las patentes y los grandes laboratorios, por el no inicio de clases en los establecimientos educativos en Latinoamérica, para dar algunos ejemplos. La burocracia sindical co-dirigió la desastrosa política ante la pandemia, que en el caso de Argentina ya ha dejado más de 51 mil muertes.

    Las soluciones no van a venir de las instituciones burguesas, con leyes en el parlamento o constituyentes o juicios políticos por mal desempeño.

    Enfrentar al Estado burgués y sus gobiernos para derrotar a los responsables históricos de nuestra condición de explotados.

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